14 feb 2025

Isla de Sangre: Donde vive el terror

 


 

Creo que ninguno de los responsables de la creación de las películas que conforman la saga de Blood Island se habría imaginado nunca que, décadas después de ser estrenadas, aún se hablara de ellas y se siguieran viendo. Concebidas como una manera de hacerse un hueco en el circuito de cines independientes y autocines americanos, estas películas son una única mezcla de exotismo, sexo y gore. Coproducidas entre Estados Unidos y Las Filipinas, a pesar de contar con bajos presupuesto, el resultado final superaba muchas de las películas exploitation de presupuesto semejante que se producían en Estados Unidos.

Los productores Kane W. Lynn y Irwin Pizor estaban al frente de Hemisphere Pictures, una compañía que se especializaba en películas realizadas en Las Filipinas creada a principios de los 60 del siglo XX, ya que Lynn se había enamorado del lugar cuando pasó por allí cumpliendo el servicio militar. Estas películas, dirigidas por Gerardo "Gerry" de León y Eddie Romero, eran principalmente cintas bélicas de acción, que aprovechaban los escenarios naturales de la zona. Pero sus películas no acababan de funcionar en el mercado norteamericano. Sam Sherman, luego un conocido distribuidor, trabajaba entonces en el departamento de marketing de Hemisphere y aconsejó a Lynn y Pizor que se olvidaran de las películas bélicas, que el cine de terror era el género que tenía más fácil llamar la atención del público al que iban dirigidos y hacerse un hueco en la taquilla americana. Lynn recordó que habían producido una película unos años antes que habían vendido a la televisión. Siguiendo el consejo de Sherman, decidieron reestrenar la película en cines, cosechando un sorprendente éxito. Esta película era La isla del terror (Terror Is a Man, Gerardo de León, Eddie Romero, 1959).

William Fitzgerald (Richard Derr) es el único superviviente de un naufragio cuyo bote llega a la costa de una isla misteriosa, donde es rescatado por sus habitantes. Esta isla se ha convertido en la base de operaciones del doctor Charles Girard (Francis Lederer), donde lleva a cabo sus experimentos lejos de ojos curiosos. Junto al doctor Girard en la isla vive su esposa Frances (Greta Thyssen), que desea volver a la civilización y dejar atrás los experimentos de su marido. William siente curiosidad por los experimentos del doctor Girard, en particular cuando lo que parece un peligroso animal ha escapado y atacado a distintas personas. William también siente curiosidad por Frances, aunque de otro tipo. Pronto se descubre que lo que se ha escapado no es un simple animal, sino un mutante creado por el doctor Girard.

El argumento de Terror Is a Man es un obvio derivado del clásico de H. G. Wells La isla del doctor Moreau, que entonces solo se había adaptado una vez en la fantástica La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, Erle C. Kenton, 1932). El presupuesto solo permitía una criatura y no toda una isla de monstruos, pero los temas habituales en las pelis de mad doctors están ahí. La película se centra al principio en construir una historia compleja alrededor de los personajes, algo más melodramática de lo que era habitual en las películas americanas. Este aspecto era en el que se centraba Eddie Romero, mientras que Gerry de León se centraba más en buscar la manera más interesante de filmar cada escena. La suma de los intereses de Romero y De León son los que hacen destacar estas películas, con un guion y una imagen muchos más cuidada y trabajada que el de otras películas de terror exploitation de la época. La película tiene un aspecto cercano al cine negro, jugando con las sombras para crear texturas y aprovechar al máximo el blanco y negro.

También sorprende la calidad de Terror Is a Man porque es algo que no te esperas en lo que era una típica película de autocine, que además empieza avisando que sonará una alarma para indicar cuándo han de cerrar los ojos los espectadores más impresionables en las escenas más fuertes. Que teniendo en cuenta que originalmente fue filmada en 1959, ya os podéis imaginar que no son demasiado fuertes para el público actual.

El film arranca con la imagen de un plano, señalando que la acción transcurre en la ficticia Isla de Sangre. Este será el elemento que unirá las películas que se producirán después del sorprendente éxito de Terror Is a Man.

 

 


 

Las novias del monstruo (Brides of Blood, Gerardo de León, Eddie Romero, 1968) fue la primera de las secuelas que se estrenó desarrollando el concepto de Blood Island. No es una secuela, exactamente, ya que no continua la historia de Terror Is a Man, pero se trata de otra historia de terror en la que la isla hará honor a su nombre.

El doctor Paul Henderson (Kent Taylor), acompañado de su esposa Carla (Beverly Powers acreditada como Beverly Hills), viaja a la Isla de Sangre para determinar si ha tenido algún efecto perjudicial en el lugar la radiación de las pruebas nucleares que se hicieron allí décadas antes. En el mismo barco viaja Jim Farrell (John Ashley), miembro del Cuerpo de Paz que viaja a la isla para enseñar a los indígenas a construir sistemas de irrigación, mejorar las cosechas y que la vida allí sea más productiva y algo más fácil. Al poco de llegar, Alma (Eva Darren) les informa con dolor que su pueblo ha retomado prácticas que se consideraban parte del pasado. El doctor Henderson, Carla y Jim descubren que estas prácticas consisten en escoger mediante sorteo que mujeres se ofrecerán como sacrificio a una monstruosa criatura que aparece por las noches. Por si eso fuera poco, la radiación ha provocado diversas mutaciones en la flora y la fauna. Y también aparece el misterioso Esteban Powers (Mario Montenegro), a quien los indígenas temen y que puede que sepa más de lo que parece a primera vista de lo que sucede en la isla.

De las cuatro películas que conforman la serie Blood Island, esta es la que más me gustó.  Posiblemente por su argumento de puro pulp que incluye sacrificios de vírgenes a monstruos, criaturas mutantes, árboles asesinos y un memorable villano monstruoso. Por supuesto, el protagonista se enamora de la hija del jefe del pueblo y, por supuesto, será entonces elegida para el sacrificio poniendo a prueba el valor de nuestro protagonista. Elementos clásicos y familiares en el mejor sentido de la palabra, ofreciendo 97 minutos de puro entretenimiento, aderezados con escenas de terror e impresionantes efectos gore teniendo en cuenta la época y el presupuesto.

Esta película se puso en marcha debido al sorprendente éxito de Terror Is a Man y esta también se convirtió en un éxito, cimentando el potencial de la franquicia. En esta entrega se incorpora un elemento importante en las siguientes películas: el actor John Ashley, que había aparecido en algunas producciones de la AIP, entre las que destacan las beach movies que protagonizaron Annette Funicello y Frankie Avalon. Ashley era una especie de Ricky Nelson de Hacendado que se enamoró de Las Filipinas (y al parecer también de las filipinas) y se convirtió en protagonista de las siguientes entregas.

 

 

 


 

En Mad Doctor of Blood Island (Gerardo de León, Eddie Romero, 1969) John Ashley es el doctor Bill Foster, que llega a la Isla de Sangre para ofrecer sus servicios como médico a los indígenas. En el mismo barco en el que llega el doctor Foster también viajan Carlos López (Ronaldo Valdez), que quiere reencontrarse con su familia y pasado en la isla, y Sheila Willard (Angelique Pettyjohn), quien busca encontrar a su padre (Tony Edmunds) quien lleva años viviendo en la isla perdido en una bruma de alcohol, y es el interés romántico del doctor Foster. Al llegar a su destino, se encuentran que la población vive aterrada por la presencia de unas misteriosas criaturas de sangre verde que atacan a los habitantes de la isla sin piedad. ¿Es posible que el misterioso doctor Lorca (Ronald Remy) y sus experimentos tengan algo que ver? Claro que sí, la cuestión es si nuestros protagonistas sobrevivirán a la locura del doctor Lorca o se sumarán a su lista de víctimas.

Esta película tiene uno de los inicios más memorables no solo de la franquicia sino del cine exploitation de terror de la historia, ideado por los responsables de marketing de Hemisphere Pictures. Como las criaturas que aparecen en la película tienen la sangre verde, se les ocurrió repartir en los cines que proyectaban Mad Doctor of Blood Island unos sobres con "sangre verde" (colorante verde con azúcar) para que fuera bebido por los espectadores y evitar que estos se contaminaran y acabaran convertidos en criaturas monstruosas de sangre verde. Pero antes de beberlo, los espectadores debían recitar el juramento de la sangre verde. Para ello se añadió un prólogo a la película en la que unos adolescentes (el público objetivo para el que estaba pensada la película) escuchaban una voz en off que les recitaba el juramento, gracias a un rótulo los espectadores podían hacerlo también. Al parecer, muchos lo hacían, como parte de la diversión del film, poniéndose de pie en la sala y bebiendo la sangre verde tras recitar:

"Yo, una criatura viva de la entidad cósmica, estoy preparado para entrar en el reino de aquellos escogidos para que se les permita beber los fluidos de la Esmeralda Mística aquí ofrecidos. Me uno a la Orden de la Sangre Verde con una mente abierta y por los poderes de este líquido estoy preparado para ver las antinaturales criaturas de sangre verde sin miedo a ser contaminado."

Una vez todo el mundo estaba listo para ver las criaturas antinaturales de sangre verde, empezaba la película propiamente dicha. Y de forma igualmente memorable, con una mujer desnuda corriendo por la selva perseguida por ya os podéis imaginar qué (al parecer la muchacha no había bebido los fluidos de la Esmeralda Mística).

Hay una escena bastante desagradable, en la que los habitantes de la isla sacrifican cerdos y cabras para aplacar a los monstruos que los atacan, que siendo Las Filipinas a finales de los 60 se ve que se sacrificaron de verdad un par de cabras y de cerdos. Dejando de lado este momento, la película es otro divertimento en el que se acumulan las escenas gore y el terror clásico monstruoso. En esta entrega también se eleva el cociente melodramático, con un despliegue de complejas relaciones e historia pasada que obliga al espectador a prestar más atención a lo que sucede entre los personajes que los experimentos del doctor Lorca. A la mínima te puedes despistar y ya no sabes quién era el romance de quién o quién fue infiel con quién. Lo cual no le resta diversión a la película, todo lo contrario.

El argumento tiene algunos puntos de conexión con Terror Is a Man, pero eso no impide a esta entrega brillar con su propia luz verdosa. Seguramente es la más gore de todas, con personajes que acaban con sus entrañas esparcidas a sus pies, y de las más delirantes.

 

 

 


 

Cada entrega de esta saga había sido más exitosa que la anterior. Bestia de sangre (Beast of Blood, Eddie Romero, 1970) siguió la misma tónica, siendo la más taquillera de toda la saga. Es la única que se podría calificar de secuela, ya que arranca momentos después del final de Mad Doctor of Blood Island. Se descubre que una de las criaturas no estaba tan muerta como se pensaba y acaba con los supervivientes de la anterior entrega en el sangriento inicio. El único que se salva es el doctor Bill Foster, el personaje que interpretó John Ashley (que es el único actor de Mad Doctor of Blood Island que regresó para la nueva entrega).

El doctor Foster regresa a la Isla de Sangre para saldar las cuentas con el doctor Lorca (Eddie Garcia). A pesar de que no le hace gracia al buen doctor, al viaje se apunta la periodista Myra J. Russell (Celeste Yarnall) que investiga lo sucedido en la isla. Al poco, será secuestrada por los esbirros del doctor Lorca, cuyos nuevos experimentos han logrado mantener a la cabeza del monstruo de la anterior entrega separada de su cuerpo, con el que experimenta con distintas cabezas de diversa procedencia.

Como ya he mencionado, esta fue la entrega más taquillera de la saga. Posiblemente debido al cambio de tono, ya que el film es una película de delirantes aventuras en la jungla con toques de terror más que una pura película de terror. El cambio le favorece, centrándose más en la acción y evitando que se hiciera repetitiva (en especial cuando las ves todas seguidas poniendo en peligro tu cordura). Pero los momentos que destacan para mí no son tanto las escenas de acción como las escenas en las que discuten el doctor Lorca y la cabeza del monstruo, que se llama, lo creáis o no, Dom Ramón.

Este es un divertido y entretenido cierre a esta peculiar saga. Una serie de películas de terror delirantes, cargadas de litros de sangre y desnudos gratuitos, que hará las delicias de los amantes a la serie B y al cine de culto más loco.

 

7 feb 2025

Capitán Kronos, cazador de vampiros (Captain Kronos: Vampire Hunter)

 


 

No hay muchos estudios o productoras que tengan fans y se hayan convertido en estudios de culto, pero la birtánica Hammer es sin duda una pionera en este sentido. Creó un estilo particular de hacer películas de terror; una estética y un repertorio de actores que hacían que sus películas fueran inmediatamente reconocibles. Pero lo que diferencia la genial Capitán Kronos, cazador de vampiros (Captain Kronos: Vampire Hunter, Brian Clemens, 1972) de otros títulos de la casa que convirtió en estrellas a Christopher Lee y Peter Cushing, es que se apartaba del típico título Hammer para ofrecer algo adelantado a su tiempo y que ha cosechado admiradores más allá de los fans del estudio británico.

Brian Clemens había obtenido fama y prestigio trabajando en televisión, principalmente por ser el responsable de convertir la serie Los vengadores (The Avengers, 1961-1969) en la serie rompedora y clásica que se recuerda hoy día. En 1971 ideó y escribió el guion de El Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Dr. Jekyll & Sister Hyde, Roy Ward Baker, 1971), otro peculiar clásico de la Hammer, lo que llevó al jefe de la compañía entonces, Michael Carreras, a pedirle a Clemens que escribiera un guion sobre vampiros. Antes de ponerse a escribirlo, Clemens pidió que le proyectaran todas las películas que la Hammer había hecho hasta entonces de vampiros, llegando a la conclusión de que todas tenían una fórmula que las hacía iguales. Además, vio que el personaje principal era el vampiro no el héroe. Por eso se puso a trabajar en una historia que convirtiera en héroe al cazador de vampiros y que se apartara de todos los tópicos y clichés que poblaban las películas de vampiros entonces. Clemens presentó el guion junto a la demanda de que solo se haría si él podía dirigirla, decisión que tomó porque llevaba tiempo queriendo dirigir y había tenido algunos problemas con Robert Fuest, director de otro guión de Clemens: De repente, la oscuridad (...And Soon the Darkness, 1970). Así nació Capitán Kronos, cazador de vampiros.

El capitán Kronos (Horst Janson) y su ayudante Grost (John Cater) van a ver al doctor Marcus (John Carson), un antiguo compañero del ejército de Kronos, que les ha pedido su ayuda para investigar una serie de misteriosas muertes. Jóvenes mujeres en la flor de la vida aparecen, de repente, convertidas en ancianas y fallecen de forma inmediata. De camino, Kronos libera a Carla (Caroline Munro), una joven gitana condenada por bailar en domingo. Carla decide seguir con Kronos y Grost para enfrentarse a la amenaza vampírica.

Capitán Kronos, cazador de vampiros mezcla acción y terror con toques de comedia, combinando estos distintos elementos de forma magistral. Una memorable escena terrorífica, en la que la sombra de una cruz se convierte en un vampiro, es seguida de una escena de acción que es un homenaje al cine del oeste a la italiana y a las películas de samuráis japonesas. Entre medio, escenas llenas de diálogos ingeniosos y divertidos. Kronos es un claro precedente de personajes como Buffy, cazavampiros y, en especial, del Blade de la Marvel, siendo ambos especialmente similares: los dos son supervivientes de ataques vampíricos que les dan habilidades especiales y van armados, entre otras cosas, con una espada. Otro elemento que habría hecho acto de presencia si se hubieran hecho más secuelas es la ciencia ficción. Clemens concibió Kronos como un viajero del tiempo que acabaría con distintos tipos de vampiros en distintas épocas.

La película de Clemens estaba adelantada a su tiempo, hoy día su mezcla de acción y terror es bastante común pero entonces era algo sin precedentes, que, irónicamente, se estrenó demasiado tarde para convertirse en un éxito. Se rodó en 1972 pero no llegó a las pantallas de cine hasta 1974. En Estados Unidos se estrenó en doble sesión con Frankenstein y el monstruo del infierno (Frankenstein and the Monster from Hell, Terence Fisher, 1974). Pero en 1973 se habían estrenado El exorcista (The Exorcist, William Friedkin), seguida luego de La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974); dos películas que transformaron por completo el panorama del género y provocaron que el estilo de terror gótico de la Hammer se viera anticuado y pasado de moda. En Inglaterra no le fue mucho mejor, ya que el film de Clemens se estrenó en doble sesión con Golden Swallow (Jin yan zi, Cheh Chang, 1968), estrenada con el título The Girl with the Thunderbolt Kick, un clásico de acción de artes marciales que, entonces, también había pasado ya de moda tras la fiebre por las películas de kung fu que inició Bruce Lee.

Que la película fuera emparejada con dos películas tan distintas indica que, en aquella época, no sabían bien como tratar una película que contenía elementos de acción y terror, además de otros guiños y homenajes, sin que perteneciera puramente a ningún genero. Eso sin olvidar que Capitán Kronos se vio afectada por la crisis de la Hammer, que para mediados de los 70 del siglo XX iba de camino al cierre. Es una lástima, porque vista hoy día la película de Brian Clemens resulta muy moderna. Es rápida, ingeniosa, muy entretenida, iconoclasta... Brillante, para resumirlo en una palabra. Es una maravilla que recomiendo sin reservas.


31 ene 2025

El asesino de muñecas


 


 

 

Me lo pasé tan bien con Necrophagus (El descuartizador de Binbrook) (1971) que de inmediato me puse a buscar más películas dirigidas por Miguel Madrid. Como director, la carrera de Madrid fue bastante corta y llena de dificultades. Solo dirigió tres películas, siendo su último esfuerzo como director una típica y mediocre película de la época del destape, Bacanal en directo (1979), pero su segunda película es toda una curiosidad fascinante y cargada de interés. El asesino de muñecas (1975) sigue la estela de películas como Repulsión (Repulsion, Roman Polanski, 1965) o El coleccionista (The Collector, William Wyler, 1965), metiéndonos en la cabeza de un asesino en serie. Se convierte así en precedente de títulos clásicos de culto como Maniac (William Lustig, 1980).

 Paul (David Rocha) acaba de ser suspendido de la escuela de medicina, debido a que cada vez que ve sangre se marea. Quien no se marea al ver sangre es la otra personalidad que vive en el cuerpo de Paul, que se dedica a matar a las mujeres que se acercan con su parejas al parque en el que trabaja el padre de Paul (Gaspar "Indio" González). Cuando los padres de Paul se van de vacaciones y dejan al muchacho solo para que siga el trabajo de jardinero, la cordura de Paul se va degradando cada vez más. Esto es así hasta que llega Audrey (Inma de Santis), hija de la condesa Olivia (Helga Liné). Si bien es la condesa primero la que intenta convertir a Paul en su amante, este y Audrey empiezan a tener una relación. ¿Podrá la relación (y Audrey) sobrevivir a la personalidad oculta de Paul?

Mientras que Necrophagus es un anárquico delirio que deja de lado la lógica para ofrecer un espectáculo terrorífico al espectador, El asesino de muñecas es un film mucho más adulto. Madrid muestra un gran dominio de la narrativa, utilizando la lógica onírica para mostrar el mundo a través de los ojos de Paul, que no es capaz, en ocasiones, de distinguir entre la realidad y la fantasía. De modo que, aunque es una película más canónica que la primera que dirigió Madrid, no dejan de aparecer los toques bizarros que la separan de otras películas del estilo, como cuando la acción se convierte en un número musical (ver abajo).

Desde el primer momento se nos muestra que el mundo en el que vive Paul es intenso, rozando en ocasiones el camp, pero siempre al servicio de la narrativa. Al fin y al cabo, no estamos viendo el mundo de un modo realista, sino a través de los ojos de una persona con serios problemas de salud mental. Esto le permite a Madrid introducir momentos surrealistas, como el mencionado número musical, que en su día no fueron bien recibidos y demuestran que fue una película adelantada a su tiempo. La película no fue solo mal recibida por la crítica y el público, también la censura de la época le provocó bastantes dolores de cabeza al director. Aunque fue obviamente rodada principalmente en el Parc Güell y el Parc de la Ciutadella en Barcelona, la acción se supone que transcurre en una ciudad francesa, ya que la censura se negó a que se mostrara a un asesino en serie español, ya que en España, según las autoridades, no había asesinos en serie. Además, tampoco se podía mostrar a una condesa española manteniendo relaciones con el servicio, sobre todo si el servicio era racializado, ya que según las autoridades censoras eso es algo que nunca haría una condesa española. Esto hace que la película resulte más surrealista, ya que Madrid decidió filmar en localizaciones de Barcelona muy reconocibles.

El asesino de muñecas es una película única, que gana con cada visionado. Mezcla muchos elementos conocidos pero el resultado es muchas cosas menos familiar. Está editada sin cortes en Blu-ray por Mondo Macabro y la recomiendo para los amantes del cine de culto que se aparta de la norma.


24 ene 2025

Necrophagus (El descuartizador de Binbrook)

 


 

El anuncio de que Lokis. Rekopis profesora Wittembacha (Janusz Majewski, 1970) iba a compartir ex aequo el premio a la mejor película en el Festival de cine fantástico de Sitges de 1971 con Necrophagus (El descuartizador de Binbrook) (Miguel Madrid, 1971) fue recibido con abucheos, silbidos y protestas. Mientras Lokis había sido una película celebrada, Necrophagus fue más divisiva y polémica entre los asistentes al festival de entonces. Incluso hubo rumores de tongo. Habiendo visto la película, estas reacciones no resultan extrañas, ya que Necrophagus no es una película para todos los gustos, especialmente no es una película para aquellos que busquen en un film que tenga lógica, sentido o una estructura tradicional.

Michael Sherrington (Bill Curran) regresa al hogar ancestral para reunirse con su mujer Elizabeth (Inés Morales) que está a punto de dar a luz a su primer hijo. Pero cuando Michael llega a su destino descubre que su mujer y su hijo fallecieron en el parto. También que su hermano mayor Sir Robert (John Clark) lleva un tiempo desaparecido. Michael empieza a investigar y aquí es cuando la historia se complica, pero baste decir que su argumento mezcla misterio, terror gótico y experimentos fallidos de mad doctors. Un cóctel extraño y singular presentado de forma aún más extraña. Y los esfuerzos para hacer creer al espectador que se encuentra ante una película inglesa aumentan la sensación de desorientación.

Hay directores obsesionados con la estructura y la precisión en sus películas, directores como Stanley Kubrick o Christopher Nolan, precedidos por su fama de perfeccionistas. Luego tenemos directores voluntariosos pero de poco talento que han adquirido su fama precisamente por su legendaria torpeza, directores como Ed Wood jr. o Bruno Mattei, involuntarios creadores de joyas del cine basura. Y luego tenemos a directores que son conscientes de las reglas del cine, pero que simplemente las ignoran para hacer lo que les da la gana. Directores anarquistas como Jess Franco y, me atrevería a decir, Miguel Madrid. Madrid parece interesado en crear una potente atmósfera gótica y de terror, por encima incluso de la lógica narrativa. El film arranca con una escena en un cementerio propia del género, que luego se descubre transcurre más tarde en la historia. El protagonista principal desaparece en largos tramos de la historia para reaparecer en la conclusión. Flashforwards y flashbacks suceden sin aviso, algunos presentados de forma que resulta hilarante y en alguna ocasión con personajes recordando sucesos en los que no estaban presentes o que todavía no han sucedido. Y la lista de extrañas decisiones podría seguir, como un desorientador momento en que se hace un inesperado salto de eje, pero queda claro que esta no es la típica película de terror gótico.

Incluso el tono del film resulta anárquico. En su mayor parte es serio, pero tiene escenas cuya intención parece ser introducir algo de comedia, como el cameo del director junto al gran actor secundario Víctor Israel. Sin embargo, uno de los efectos más cómicos, para mí, es que cada vez que aparece el nefario doctor Lexter (Frank Braña) en la banda sonora se oye una música tétrica. Pero viendo el film no creo que la intención fuera cómica. Lo cual aumenta su valor como película extraña y delirante.

Seguramente la intención de Miguel Madrid era hacer una película de terror comercial que fuera un gran éxito de taquilla. Por ello quizá decidió mezclar las dos tendencias más populares en la época en una sola película: es casi agresivamente gótica en su primera mitad, la segunda mitad se transforma en una monster movie. El resultado, como ya he dicho, no será del gusto de todo el mundo, aquellos que gusten del género presentado de forma más tradicional puede que no disfruten con la manera en que Madrid lo mezcla todo, sin importarle si tiene sentido o no. Esta es una película bizarra para los amantes de lo bizarro.


17 ene 2025

Incubus

 


 

La historia del cine está llena de las llamadas "películas malditas". Un concepto atractivo que sirve para dar cierta aura de misterio a algunos títulos, especialmente a películas de terror que tratan con el diablo. Incubus (Leslie Stevens, 1966), no confundir con El íncubo (Incubus, John Hough, 1981), tiene fama de película maldita  pero no es más que una película interesante y fascinante, rodada en esperanto, el lenguaje internacional, si bien es comprensible que tenga esa fama viendo su historia.

En el pueblo de Nomen Tuum se encuentra un pozo cuyas aguas son capaces de sanar cualquier tipo de dolencia, pero además se dice que otorgan cierta sutil belleza a quién las bebe. Por ello, muchas personas superficiales, vanas y egoístas se acercan al pueblo, cayendo víctimas de los demonios que acechan el lugar. Kia (Allyson Ames) es una de estos demonios que está cansada de los fáciles objetivos de corrupción con que se encuentra. Busca un auténtico desafío, un alma pura que ofrecer al Señor de las Tinieblas. Por ello decide corromper a Marc (William Shatner), un soldado que se recupera de sus heridas, físicas y psicológicas, junto a su hermana Arndis (Ann Atmar). Marc se ve así envuelto en una batalla entre el bien y el mal, en la que deberá enfrentarse al demoníaco íncubo (Milos Milos).

Influenciado por el cine de Ingmar Bergman y la Nueva Ola francesa, el film de Leslie Stevens es alegórico y onírico. La decisión del director de rodar en esperanto influenció también en la estética del film, ya que estaba enfocada al público que iba a los cines de arte y ensayo, único lugar en Estados Unidos donde se proyectaban películas subtituladas entonces. Pero Incubus también utiliza motivos y recursos del cine fantástico y de terror, de modo que resulta al mismo tiempo exótica y accesible. Stevens ya había utilizado una técnica parecida, pero usando la ciencia ficción para hablar de temas filosóficos y profundos en su más famosa creación, la serie Rumbo a lo desconocido (The Outer Limits, 1963-1965). Pero esta táctica no le funcionó aquí, ya que el uso de esperanto hizo que le fuera casi imposible encontrar distribución en Estados Unidos. Solo funcionó en Europa, particularmente en Francia donde ya se había estrenado una película en esperanto: Angoroj (Atelier Mahé, 1964). Además, apenas unas semanas antes de que Incubus se estrenara en Estados Unidos, Ann Atmar se suicidó. Luego, Milos Milos asesinó a la esposa de Mickey Rooney y se suicidó. Años más tarde, se creyó que el film se había perdido en un incendio, hasta que se encontró una copia en Francia a finales de los 90 del siglo XX.

Todos estos hechos son los que han contribuido a darle  un aura de película maldita a Incubus. Pero no dejan de ser desgracias en las que la película no tuvo nada que ver, por mucho que aparezcan figuras demoníacas en él. El film es una clásica representación del bien contra el mal, reducida a sus elementos más básicos, un héroe que encarna los aspectos más nobles y bondadosos de la humanidad al que se pone a prueba enfrentándolo a demoníacas tentaciones como en el clásico gótico El monje de Matthew Lewis. El uso del esperanto contribuye a darle un toque extraño al film, que atrapa por su atmósfera y su intrínseca rareza. No dura más que 75 minutos, así que Stevens concentra su historia para maximizar el impacto en el espectador. Por supuesto, no es una película para todo el mundo. Para algunos puede que resulte demasiado esotérica, demasiado bizarra. Los mismos motivos por la que otros espectadores posiblemente la encuentren fascinante. En todo caso, es una película única que mezcla la sensibilidad del arte y ensayo con la del cine de terror. El único tráiler existente no representa bien la película, quiere convertirla en un espectáculo camp, pero al menos presenta algunas de las imágenes más interesantes que pueblan el film.