12 may 2023

Crimen sin huella (Giallo a Venezia)

 

Hacia finales de la década de los 70 del siglo XX, el ciclo del giallo en Italia estaba llegando a su fin. Se producían menos títulos, con presupuestos más bajos, y para llamar la atención de los espectadores se aumentaron significativamente las dosis de sexo y violencia. Tanto el sexo como la violencia se hacían mucho más explícitos con la esperanza de atraer un mayor número de espectadores. Un perfecto ejemplo de este tipo de gialli es la controvertida película de culto Crimen sin huella (Giallo a Venezia, Mario Landi, 1979).

El inspector Angelo de Pol (Jeff Blynn) investiga un caso complicado: el asesinato del matrimonio formado por Flavia (Leonora Fani) y Fabio (Gianni Dei). Presionado por las autoridades para que solucione rápidamente el caso para que el turismo no se vea afectado, De Pol va desentrañando la complicada vida del matrimonio, esperando encontrar la pista que evite que se cometan más asesinatos.

Giallo a Venezia es una de las películas más infames dentro del género. 98 minutos de pura sordidez, una de esas películas que tienes la sensación de necesitar una ducha después de verla. Esto no resulta particularmente sorprendente si tenemos en cuenta que Mario Landi era un experto en este tipo de películas, al fin y al cabo estamos hablando del director de Patrick vive todavía (Patrick vive ancora, 1980). La trama dedicada a explorar el pasado de Flavia y Fabio está diseñada para explotar el morbo del espectador. Fabio obliga a Flavia a llevar a cabo distintos juegos sexuales (exhibirse desnuda y masturbar a un repartidor, permitir que les observen mientras ella y Fabio mantienen relaciones sexuales en un rincón apartado en público, que otro hombre le meta mano a Flavia mientras Fabio también lo hace en la oscuridad de una sala de cine, obligar a Flavia a hacerse pasar por prostituta para tener relaciones con distintos hombres), juegos que se llevan a cabo sin que Flavia quiera ni obtenga placer en ellos, lo que lleva a un par de violaciones. Es decir, el film hace gala de una fuerte misoginia. Resulta aún más grumosa la sensación de ver la película cuando en las distintas violaciones se utiliza la misma música que en otras escenas de sexo. El efecto de ver a Flavia violada por su marido mientras suena música ligera de ascensor es ciertamente perturbador.

Esta película también es notoria por la brutalidad de la que hace gala. Son asesinatos que lo que les falta en estilo y savoir affaire cinematográfico lo suplen con gore y sadismo. Hay un par de escenas que resultan especialmente impactantes: el asesinato de una prostituta con un plano de la vagina sangrando con unas tijeras clavadas por el asesino asomando y el asesinato de Marzia (Mariangela Giordano), a la que el asesino decide desmembrar. Mientras le está cortando una pierna, Marzia se desmaya por el dolor pero el asesino la despierta de nuevo para que vea como sigue cortando.

La intriga del film no está bien desarrollada y el inspector protagonista no parece especialmente competente. Las interpretaciones son exageradas o pobres. La banda sonora es muy inapropiada. Teniendo todo esto en cuenta, es innegable que es un film memorable. La acumulación de morbosidad y sadismo hace de Giallo a Venezia una película difícil de olvidar. Las escenas de diálogos dirigidas sin gracia se ven compensadas por escenas pasadas de vueltas que buscan despertar las emociones más bajas del espectador. De hecho, es casi un alivio las mundanas escenas de investigación realizadas de forma plana y funcional, para prepararte para el próximo momento ojiplático. Desde luego, no es una película que se pueda recomendar, pero imagino que por la descripción ya os podéis hacer una idea de si es el tipo de película que os interesa.

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