28 jul 2023

Playa sangrienta (Blood Beach)


 

El impacto de Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) fue tan brutal que, años después de su estreno, se seguían produciendo imitaciones intentando replicar el éxito del clásico de Steven Spielberg. Una oleada de imitaciones que se reavivaba con el estreno de las secuelas oficiales. Estas imitaciones adoptaban distintos enfoques, dejando de lado las copias italianas, para que no fuese tan obvia la intención. Esto dio a pie a excelentes películas de culto como Piraña (Piranha, Joe Dante, 1978) o Asesino invisible (The Car, Elliot Silverstein, 1977). En el caso de Playa sangrienta (Blood Beach, Jeffrey Bloom, 1980), hay un claro intento de recuperar el cine de monstruos de la década de los 50 del siglo XX, mezclado con el terror ecológico de moda durante la posterior década de los 70 y la "tiburonitis".

Varias personas desparecen misteriosamente en una playa de Los Ángeles. La policía, liderada por el capitán Pearson (John Saxon), no tiene pistas sobre lo que puede estar pasando. El guardacostas Harry Caulder (David Huffman) sospecha que se trata de una criatura extraña que acecha en la arena de la playa. Harry está decidido a cazarla con la ayuda de Catherine Hutton (Marianna Hill), hija de una de las víctimas y antigua prometida de Harry. Este argumento hace más evidente los paralelismos entre Blood Beach y películas de la edad dorada de los monstruos atómicos como El ataque de los cangrejos gigantes (Attack of the Crab Monsters, Roger Corman, 1957), incluso algunas posteriores como The Horror of Party Beach (Del Tenney, 1964). Y, sin embargo, Blood Beach carece de la energía de las películas que quiere imitar.

La ausencia de un presupuesto robusto trajo consigo que la criatura responsable solo aparece brevemente en el clímax del film. Durante el grueso de la película se ve a las víctimas desaparecer bajo la arena, como máximo aparece una solitaria garra que coge a la víctima escogida y algo de sangre. Lo que se traduce en que todo se hace muy repetitivo y no hay auténtico suspense, ya que es obvio lo que sucederá cuando algún personaje se queda solo en la arena. Entre ataques, el metraje se rellena con los protagonistas deambulando por la pantalla dándole vueltas a lo mismo (¿es un asesino o es una criatura? ¿Es una criatura o es un asesino?). En otras palabras, a pesar de lo prometedor del póster (más divertido que la película) y el argumento, Blood Beach resulta ser una película bastante aburrida.

El director Jeffrey Bloom no sabe evitar que se note el bajo presupuesto y el ritmo es muy lento. Sumado al decepcionante final, carente de emoción (al menos está en sintonía con el resto de la película), resulta en uno de esos títulos que resulta más popular por su argumento que por ella misma. Por supuesto, tiene sus fans que la han convertido en película de culto, si bien es una de esas ocasiones en que no acabo de ver el motivo, ni siquiera habiendo visto la versión sin cortes. Juzgad por vosotros mismos si vale la pena poner pie en la Playa sangrienta.

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