11 jul 2023

La saga Crepúsculo

 

Hasta el momento en que se me ocurrió la idea de escribir este artículo, nunca había visto ninguna de las películas de la saga Crepúsculo ni leído ninguna de las novelas en que se basaban. Cuando se estrenaron no me llamaron la atención ni me interesaron, no parecía que fuera algo hecho para mí. Además, de joven era un gran fan de la serie creada por Joss Whedon Buffy, cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer, 1997-2003). Y hay algo que nunca me gustó de la serie, por mucho que me apasionara el resto, el romance entre Buffy (Sarah Michelle Gellar) y Angel (David Boreanaz). No solo porque Angel nunca me gustó como personaje, de ahí que nunca me molestara en ver el spin-off protagonizado por él, sino porque se trataba de un hombre adulto con mucha experiencia (más teniendo en cuenta el factor vampiro que le añade cientos de años) y una chica adolescente menor de edad sin experiencia en relaciones. Era una relación muy desigual que me parecía más tóxica que romántica. Eso influyó en que decidiera pasar de ver Crepúsculo (Twilight, Catherine Hardwicke, 2008). Imagino que también me influyeron las exageradas reacciones a favor y en contra a su alrededor.

Lo que 15 años después de que se estrenara la primera película me dio ganas de visitar el universo Crepúsculo fue ver AMC Visionaries: Historias de terror de Eli Roth (History of Horror, 2018-2021). En el episodio que trataba sobre las películas de vampiros me sorprendió que dedicaran casi cinco minutos a despotricar de Crepúsculo, como si fuera una ofensa personal su mera existencia, lo que me sorprendió. Sobre todo porque ya había visto hasta series infantiles con vampiros, o sea que no es como si Crepúsculo fuera a destruir el poder de la figura del vampiro dentro del género. Y luego me pregunté si este ataque habría sido tan enconado si no se hubiera tratado de una serie de películas/novelas cuyo público principal eran chicas adolescentes, ya que no es extraño que películas, novelas, series o grupos musicales sean más criticados y ridiculizados si están pensados para chicas jóvenes. O tal vez las críticas eran merecidas y la verdad es que tanto la saga cinematográfica como la literaria son una afrenta a la fantasía de tan malas que son. La única manera de salir de dudas era leer las novelas y ver las películas, con una mente abierta, sin prejuicios, para formarme mi propia opinión.

Lo primero fue ponerme con las novelas escritas por Stephenie Meyer. He de reconocer que cuando empecé a leerlas temí que se tratara de una copia suavizada de las historias de Anne Rice. Cuando se estrenó Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire, Neil Jordan, 1994), se produjeron muchas imitaciones con la esperanza de aprovechar algo del éxito de la película de Neil Jordan. Estas imitaciones acabaron creando también una corriente crítica hacia Anne Rice como la culpable de "suavizar" el vampiro (unas críticas en las que había algo de homofobia). Pero estos críticos olvidaban que la novela Entrevista con el vampiro se publicó originalmente en 1976, causando un gran impacto por su originalidad. Rice también jugó de forma más explícita con la sexualidad del vampiro, sin que dejara de ser un asesino bebedor de sangre. Luego, Billy Martin cuando todavía era Poppy Z. Brite, hizo mucho más explícita las escenas sexuales en sus novelas El alma del vampiro y La llamada de la sangre. Pero Rice siempre se mantuvo entre la ambigüedad y la fantasía, reinterpretando a Lestat en Lestat el vampiro, en la que el famoso vampiro solo bebe la sangre de criminales o gente malvada, algo habitual en los héroes del cómic que también son vampiros como Hannibal King.

Con La reina de los condenados Rice cerraba una fantástica trilogía vampírica. Sin embargo, a medida que fue desarrollando las crónicas vampíricas es innegable que se fue produciendo un bajón en la calidad de las novelas, siendo la peor la última que publicó en vida. Es esta última representación de menor calidad del vampiro más romántico y fantasioso, menos terrorífico y más tópico, la que temía que Stephenie Meyer imitara. Pero al leer las novelas me sorprendí al descubrir que eran bastante entretenidas. No había nada original que no hubiera visto/leído antes, pero las tramas de batallas contra hombres lobo y otros clanes vampíricos me parecieron entretenidas, así como me gustó la manera que tenía de matar vampiros: desmembramiento seguido de cremación. Aún me sorprendió más verme disfrutando con el flirteo con el body horror de la cuarta novela; la novela breve La segunda vida de Bree Tanner, explicada desde el punto de vista de una vampiresa, también me gustó.

Esto no quiere decir que las novelas de la saga no tengan sus problemas, más allá del estilo simple en que están escritas (que supongo no es extraño teniendo en cuenta el público juvenil al que van destinadas). Los principales problemas de las novelas están relacionados en la tóxica manera en que presenta la relación entre Bella y Edward, tremendamente posesiva y obsesiva, todo muy negativo fuera de una canción pop. En un momento, Edward le confiesa que la ha estado espiando en su dormitorio por las noches y Bella se lo toma como un gesto romántico (!), tal vez por eso, aunque se supone que se centra en el romance, me parece una saga muy poco romántica. También es muy poco sana la manera en que Bella deja de lado sus amistades y vida personal para convertir Edward en el centro de su existencia. Jacob, su otro interés romántico, tampoco queda mucho mejor, competiendo con Edward en quién es más manipulador y controlador de Bella.

Son también novelas tremendamente conservadoras. Bella y Edward no mantienen ningún tipo de relación sexual, no me refiero solo al coito, tampoco juegos y demás prácticas, hasta después de casarse. Lo primero que hace Bella cuando llega a casa de su padre es ponerse a cocinar para él, ya que los hombres no saben cocinar ni cuidarse ni limpiar la casa. Luego supe que Stephenie Meyer es mormona y lo entendí todo.

Siguiendo en los aspectos negativos, también me sorprendió lo firmemente heterosexuales que son estas novelas, sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de vampiros. Y sobre todo, repito, después de haber leído El alma del vampiro y La llamada de la sangre en las que hay escenas de sexo explícito homosexual.

A pesar de todo, no fueron una lectura muy complicada ni difícil, aunque al acabar estaba hambriento de algo más "adulto" y me lancé de cabeza a leer Our Wives Under The Sea de Julia Armfield y Exterminator! de William S. Burroughs.

Una vez superada la prueba literaria, me puse a ver Crepúsculo.

La versión cinematográfica es una buena adaptación de la novela, ya que suaviza los aspectos más tóxicos del romance entre Bella (Kristen Stewart) y Edward (Robert Cullen). También es más eficaz a la hora de presentar los villanos vampiros, haciendo que estén presentes a lo largo de la película en lugar de aparecer solo al final como sucede en la novela. Sí que es cierto que el centro de la película, el romance entre Bella y Edward, no es su punto más fuerte. No es muy apasionado, es muy casto y contemplativo, debido a la excusa de que la fuerza de Edward podría matar a Bella, lo que le da un aire de romance del siglo XVIII. Los ataques de los villanos vampiros están muy bien ejecutados teniendo en cuenta que es una película pensada para ser calificada PG-13.

La película en sí es inofensiva y entretenida. Un buen reparto da vida a una trama que no es muy original, pero está presentada de forma efectiva. Es una película que puede servir como puerta de entrada al género para personas que lo desconozcan, pero para el aficionado al cine de terror o la fantasía (ya que Crepúsculo es más fantasía que terror) no tiene muchos alicientes. Además, es la entrega más floja de la saga ya que se dedica a introducir a los personajes y el mundo que habitan. Pero tampoco es tan terrible ni abominable como parecen indicar los comentarios, he visto cosas mucho peores y no solo dedicadas a adolescentes.

Pero verla me confirmó que hay muchos prejuicios en contra de ella que no están enteramente basados en la realidad de la película, que es bastante normalita. Tampoco es que acabe de ver justificado el entusiasmo a favor, pero yo no soy una chica adolescente, lo cual puede influir. Y tampoco quiero generalizar, no es que solo las chicas adolescentes la puedan disfrutar (y a algunas tampoco les gustará). Supongo que lo que quiero decir es que Crepúsculo es una fantasía pensada para el público adolescente que explota el romanticismo del vampiro de una forma segura y contenida, realizada de forma competente y efectiva. No es ni la peor ni la mejor de su género.

 

 

Las cosas se ponen más interesantes con La saga Crepúsculo: Luna nueva (The Twilight Saga: New Moon, Chris Weitz, 2009). Se confirma el excelente trabajo de la guionista Melissa Rosenberg a la hora de adaptar las novelas de Stephenie Meyer. Rosenberg condensa las novelas de la saga de forma efectiva, muchas veces potenciando los aspectos positivos y limando los negativos.

En esta entrega se introducen los hombres lobos, usando como base mitológica las leyendas de los nativos americanos (algo que no hizo muy felices a los nativos americanos afectados). Se utiliza la clásica animadversión entre hombres lobo y vampiros que se remonta a los años de Abbott y Costello contra los fantasmas (Bud Abbott and Lou Costello Meet Frankenstein, Charles Barton, Walter Lantz, 1948). Jacob, interpretado por Taylor Lautner, es el hombre lobo principal que se convierte en el rival de Edward por las atenciones de Bella. La cual, en esta entrega, redefine el concepto de obsesión y depresión. La abrupta marcha de Edward la deja en un estado depresivo en el que deja de lado todo para pasar el tiempo tirada en el sofá pensando en Edward. Sorprendentemente nadie piensa en hacer que Bella busque ayuda profesional. Una ayuda que necesita con urgencia a partir de que descubre que, cuando pone su vida en peligro, puede ver el fantasma de Edward. De modo que decide realizar actividades cada vez más peligrosas para poder ver a Edward diciéndole que no haga la tonta como si fuera más su padre que su novio.

Así explicado parece realmente absurdo, pero es también lo que le da atractivo a la saga, donde tienes personajes que actúan como si estuvieran en una novela romántica gótica a pesar de estar ambientada en la actualidad.

Luna nueva mantiene presente y activa a la malvada vampiresa Victoria, interpretada de nuevo por Rachelle Lefevre tras su presentación en Crepúsculo, de forma más efectiva que en la novela. Pero los auténticos antagonistas son el clan de los Volturi, que incluye a Dakota Johnson como Jane, una pequeña vampira capaz de hacer que sus enemigos se retuerzan de dolor con el poder de su mente, y a Michael Sheen como Aro, uno de los líderes del clan. Los Volturi no son muy distintos de los clanes que aparecen en otras películas del estilo, como en la saga Underworld, pero los actores los hacen interesantes.

De nuevo, Luna nueva resulta ser una película entretenida. A veces por sus fallos (la trama de Bella viendo el fantasma de Edward), a veces por sus aciertos (los Volturi y los hombres lobo), pero mantiene el interés del espectador. Puede que tal vez sea porque el aspecto más flojo para mí, el romance entre Bella y Edward, va dejando cada vez más sitio a los aspectos más fantásticos del universo creado por Stephenie Meyer. Dicho esto, la introducción del triángulo amoroso le añade algo de salsa a la trama.

 

 

Lo primero que me llamó la atención de La saga Crepúsculo: Eclipse (The Twilight Saga: Eclipse, 2010) es que estaba dirigida por David Slade, el director de Hard Candy (2005) y la muy diferente película de vampiros 30 días de oscuridad (30 Days of Night, 2007). Otro detalle que me llamó la atención es que Rachelle Lefevre, la actriz que interpretó a Victoria en las dos entregas anteriores, fue despedida y sustituida por Bryce Dallas Howard, debido a un conflicto de calendario.

En esta entrega vemos como el ansia de venganza de Victoria la lleva a crear un ejército de nuevos vampiros, que se dedican a dejar seca Seattle, lo que obliga a los vampíricos Cullens y a la manada de hombres lobo a forjar una complicada alianza. Esto trae consigo que la tensión entre Edward y Jacob por las atenciones de Bella aumente. Es por eso que Edward y Jacob están en su momento más controlador y posesivo y manipulador, ambos tratan a Bella como una niña de la que han de cuidar. Eventualmente, Bella logrará imponer su voluntad, lo que tal vez le da un toque feminista a la saga, pero no demasiado. Y, claro, hay que tener en cuenta que se supone que los personajes son adolescentes, de modo que su actitud inmadura se entiende aunque no se apruebe.

Supongo que para sortear la censura americana, en las películas, cuando a los vampiros los hieren/mutilan/decapitan se muestra como si su piel fuera de porcelana. Entiendo la opción, pero no me acaba de convencer. Pero es el único aspecto negativo en esta entrega que es la que tiene más acción.

Lo que no tiene es sexo. Llega a su máximo la tensión abstinente, lo cual me hizo pensar si no se trata en sí de una opción erótica. Que no haya sexo es el sexo. Que se trate de alimentar la pasión mediante la abstinencia. Solo Stephenie Meyer tiene la respuesta.

Creo que esta es la entrega que más me ha gustado, junto con la batalla de la película final. Incorpora elementos de La segunda vida de Bree Tanner, de modo que, de nuevo, los villanos están mejor desarrollados en la película que en la novela homónima de Meyer. La batalla y las peleas también están bien realizadas, dándole a la película una intensidad que estaba ausente en las anteriores entregas.

 

 

Y llegamos a la conclusión de la saga. Y aquí, por fin, ¡Bella y Edward follan! Pero no nos adelantemos. Amanecer, la que entonces era la última novela de la saga, fue dividida en dos películas para ser llevada al cine: La saga Crepúsculo: Amanecer (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 1, Bill Condon, 2011) y La saga Crepúsculo: Amanecer (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 2, Bill Condon, 2012). Esta decisión vino motivada por el ejemplo de la franquicia Harry Potter, que ofrecía una manera de seguir exprimiendo el éxito de una franquicia basada en novelas llegados al último libro, que se justificaba diciendo que así se era más fiel al material y resultaba en un final más épico.

La realidad es que esta tendencia de partir en dos las adaptaciones de novelas era bastante molesta, porque quedaban en películas muy desequilibradas. Sin embargo, por lo menos en el caso de Amanacer, tiene algo de sentido ya que en la novela hay dos tramas bien diferenciadas: el embarazo de Bella y el enfrentamiento con los Volturi.

Así, la primera parte es más dramática, con todo lo que tiene que ver con el embarazo de Bella bordeando el body horror. El director Bill Condon y la guionista Melissa Rosenberg le añaden a la historia momentos que me gustaron mucho, como el flashback al primer asesinato de un humano por parte de Edward, mientras está en el cine viendo La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein, James Whale, 1935) (de esperar, teniendo en cuenta la carrera de Condon), así como también me gustó la alucinación de Bella en que se ve en su boda sobre una montaña de cadáveres. Lo que me lleva a la luna de miel en la que, como ya he mencionado, por fin Bella y Edward van más allá de los simples besos. Una vez rota la tensión provocada por la abstinencia, es cierto que la pareja pierde algo de interés y la abstinencia de Edward por miedo a matar a Bella con su fuerza sobrehumana se puede ver como una especie de retorcido erotismo.

La segunda parte, por contraste, tiene mucha más acción y tensión. La necesidad de proteger a la recién nacida Renesmee y el enfrentamiento con el clan Volturi permite a la saga terminar con un toque épico, bien introducido, por oposición al de la novela que era casi como un juicio, no muy cinematográfico. Es también la entrega en la que, por fin, Bella se alza como un igual ante Edward y Jacob, aunque después de pasar por el altar y tener una hija. Como ya he dicho antes, Stephenie Meyer es mormona, así que seguramente de ahí proceden los toques conservadores de la saga.

¿Qué he aprendido yo tras este viaje? Para empezar, que no hay que juzgar lo que no se conoce y no dejarse llevar por los prejuicios. Que entiendo por qué tantos jóvenes son fans de la saga (pelis y libros) si bien no es un entusiasmo que comparto, reconociendo que, por lo menos, me mantuvieron entretenido. Finalmente, que el odio que algunos "protectores" del género tienen hacia la saga está claramente motivado por lo que se interpreta como una intromisión, aunque las películas son más fantasía que terror. Pero realmente el problema está en que es algo destinado al principalmente (aunque no solo) al público femenino y por tanto abierto a la mofa y la befa, ya que el trato que los vampiros reciben en esta saga no es muy distinto del que reciben en la saga Underworld, esta más orientada hacia la acción, o series como Crónicas vampíricas (The Vampire Diaries, 2009-2017).

O lo que es lo mismo: juzgad siempre por vosotros mismos sin dejaros llevar por los prejuicios. A veces te llevas sorpresas.

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