15 dic 2023

El lago del Terror (Terror at Tenkiller)


 
El lago del Terror (Terror at Tenkiller, Ken Meyer, 1986) no es un sofisticado slasher que le da la vuelta al género. No es tampoco un desenfrenado festival de sangre y gratuitos desnudos al puro estilo ochentero, ni mucho menos es una joya perdida a redescubrir. Sin embargo, ha sobrevivido la transición de formato en formato, de VHS a DVD a una reciente edición en 4K nada menos. ¿Cómo es posible cuando películas mucho mejores todavía no se han editado ni en DVD?

Leslie (Stacey Logan) y Jenna (Michele Merchant) son dos amigas que deciden pasar el verano en el lago Tenkiller, trabajando como camareras cuando no están relajándose en el lago. Leslie aprovecha también para huir de su tóxico novio Josh (Kevin Meyer), que está a un paso de convertirse en un maltratador. Su estancia coincide con la de Tor (Michael Shamus Wiles), un asesino en serie que se dedica a matar las mujeres de la zona.

Una historia simple, pocos personajes, Terror at Tenkiller no podría ser un slasher más básico. Al inicio del film se presenta al asesino, así que no hay misterio en cuanto a su identidad. Quiere crear suspense manteniendo su presencia alrededor de las dos protagonistas que no sospechan que hay un asesino en la zona. Al menos así es como actúan, más tarde se añadió una voz en off para tapar agujeros de guión y cubrir escenas que no se rodaron, que en ocasiones contradice lo que sucede en pantalla.

Esta manera de enfocar el argumento se traduce en que hay muchas escenas de relleno, con las dos protagonistas yendo de un sitio a otro, confiando que la amenaza que pesa sobre ellas sea bastante para mantener el interés del espectador. Aparte, la trama del novio abusivo se maneja con la delicadeza de un culebrón. La dirección no es que sea espectacular a la hora de vender la historia, es más bien rutinaria, en especial las secuencias de los asesinatos. Los efectos especiales no son nada del otro mundo, si bien están bien ejecutados. Las interpretaciones son igualmente mediocres, ni buenas ni terribles. Es decir, no es una de esas películas tan malas que se te quedan grabadas y te hacen disfrutar con su ineptitud épica.

Aún así, la película ha sobrevivido. De alguna manera, se ha mantenido presente. Y creo que la culpa es mía. Mía y de gente como yo, aquellos que nos aseguramos de ver cualquier slasher que se nos ponga en el punto de mira, especialmente si fue rodado durante la década de los 80. De aquellos a los que les encanta el género aunque sea criticado diciendo que todos los slashers son iguales. Es nuestra fe en el género la que nos lleva a buscar la próxima joya ensangrentada aunque la mayoría sean mediocres títulos como El lago del Terror.


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