28 dic 2012

ADICTA

Ariadna Burroucs se reconoció al mirarse en el espejo, algo que hacía tiempo que no pasaba. El pelo tras ser lavado y cepillado volvía a tener aspecto sano y brillante. Había ganado algo de peso, así que la cara excesivamente delgada, con rasgos tan afilados que podían cortar, había recuperado su aspecto natural. Se encontraba perfectamente, lista para matar a Víctor.

Salió de casa después de asegurarse de que no se clavaría accidentalmente el cuchillo que llevaba en el bolso. Fue caminando hasta la estación de metro. En el andén esperaba que llegase el tren mirando a la nada, sin oír el ruido de conversaciones, la música ambiente, nada. Llegó el tren, se subió y se quedó de pie en el vagón, apoyada en una barra metálica, su mente lejos, muy lejos.

Ariadna vio por primera vez a Víctor una noche que ella y un grupo de amigas salió de fiesta. Iban a entrar en el Ovella Negra cuando una de ellas le señaló a Ariadna un grupo de barbis y jimans que se paseaba arriba y abajo por la calle. Como siempre, alrededor de ellos había hombres y mujeres ansiosos dispuestos a gastar montañas de dinero y hacer lo que hiciera falta para pasar un rato con uno o una de ellos. A Ariadna siempre le parecieron patéticos. Se fijó en uno de los jimans, un atractivo hombre de cabello negro y rasgos griegos, que tenía ante él dos solicitantes, un hombre que tenía pinta de ejecutivo y una chica joven. Las amigas la arrastraron dentro del local y no supo con quién se fue finalmente el jiman, aunque suponía que la chica joven.

Ariadna salió del metro y fue caminando hasta la zona donde los jimans y las barbis captaban a sus clientes. Mientras caminaba recordó cómo volvió a  encontrarse a Víctor, en una fiesta que dio la amiga de una amiga. Tras saludar aquí y allá, se dio un pequeño paseo por la casa, observando con curiosidad a aquellos que no conocía. Entre el grupo de desconocidos estaba Víctor, aunque ella todavía no sabía que se llamaba así, que discretamente iba escuchando las ofertas que le hacían los invitados a la fiesta. Ariadna no se sorprendió por ver un jiman en la fiesta, desde hacía un tiempo se había puesto de moda tener uno, o su equivalente femenino, en las fiestas que quisieran tener cierto toque moderno, rompedor o, simplemente, epatar a los invitados. En parte supuso que funcionaba, ya que ella no se habría imaginado nunca estar en una fiesta donde alguien tenía suficiente dinero como para tener un jiman a disposición de los invitados.

Las horas fueron pasando, Ariadna hacía por lo menos dos horas que se quería ir a casa pero continuaba viéndose atrapada en conversaciones que la aburrían. Cuando tuvo la oportunidad, fue al lavabo a refrescarse un poco. Salió y se quedó mirando los invitados reunidos en el comedor, conversando mientras de fondo el alcohol había facilitado la sustitución de cualquier atisbo de modernidad por la nostalgia que salía ahora de los altavoces, a un volumen razonable, por supuesto, no fuera que los vecinos se molestaran.

–Creo que encajas aquí menos que yo. –Ariadna se dio la vuelta para ver al jiman sonriendo. –Me llamo Víctor.

–¿Qué has querido decir?

–Que me llamo Víctor.

–No, antes. ¿Qué es eso de que no encajo?

–Bueno, no te lo tomes a mal. Es sólo que llevo aquí toda la noche, observando, estudiando a aquellos que se me acercan y, en particular, a los que no se atreven. Vamos, estudiando clientela. Todos aparentan ser súpermodernos, estar a la última, pero no dejan de ser niños sintiéndose muy adultos porque se han bebido su primera cerveza. Míralos. –Con un gesto, Víctor le señaló la escena que ella observaba antes. Ahora, mientras unos bebían y reían, otros bailaban al ritmo de Pat Benatar. –Presos de una adolescencia que no les dejará escapar nunca.

Ariadna, que siendo sincera no le desagradaba tampoco correr con las sombras de la noche, se sintió feliz por la manera en que Víctor había transformado algo que ella llevaba sintiendo toda la noche en algo positivo, ya que se había culpado a si misma por no sentirse parte del grupo reunido aquella noche, como si el fallo estuviera en ella y no en el hecho de que aquellas personas eran pretenciosas, inmaduras, vulgares. En realidad, le daba igual aquella fiesta y aquella gente, pero estaba allí porque se suponía que es lo que tenía que hacer.

Bajando la voz hasta convertirla en apenas un susurro, Víctor le dijo:

–Deja que te lleve lejos de aquí.

Ariadna sabía exactamente lo que eso significaba. A pesar de las veces que se había prometido no caer en obvias trampas, se dejó llevar por Víctor que la cogió de la mano y la condujo hasta el dormitorio más cercano.

−Relájate – le dijo mientras le desabrochaba la blusa que llevaba. Ariadna no podía evitar sentirse tensa y nerviosa. Y excitada.

Con un gesto, Víctor le indicó que se estirara en la cama. Él se estiró a su lado, levantándose la camiseta negra ajustada que llevaba. Los ojos de Ariadna se fueron hacia una especie de segundo ombligo que Víctor tenía justo debajo del esternón. Víctor lo acarició delicadamente y empezó a salir una especie de tentáculo que terminaba en una pequeña boca que se posó en el brazo izquierdo de ella.

–¿Lista?

Antes de que contestar, Ariadna sintió un pequeño pinchazo en el brazo. Por un momento, nada. Entonces empezó a sentir cómo olas cálidas le recorrían el cuerpo, en la base de la espalda sintió que se iba formando una burbuja de placer. Cada vez más hinchada, cada vez más hinchada, cada vez más… Y explotó. Aquello no era un río de placer, era un torrente salvaje que le cortó la respiración. Todo su cuerpo tembló. Y de nuevo se vio sumergida en el placer. Y otra vez. Y otra. Finalmente, cuando pensaba que se iba a volver loca de puro gusto, cesó, lentamente.

Se quedó un rato mirando el techo, hasta que oyó una puerta cerrarse. Se incorporó y vio que Víctor se había marchado. Se puso bien la ropa, no pudiendo evitar una aguijonada de culpabilidad por la humedad entre sus piernas.

Al día siguiente de aquella primera vez, a Ariadna le pareció que el mundo estaba apagado, gris. La comida estaba sosa, la bebida insípida. Cada vez que pensaba en el tentáculo de Víctor posándose en su brazo, sentía una nerviosa excitación en el bajo vientre. No había nada que se pudiese comparar a aquella experiencia, nunca antes había sentido nada semejante, nadie la había hecho sentir nada igual. Ni siquiera ella misma. La noche siguiente al día de la fiesta se masturbó, pero los resultados fueron patéticos. Un petardo al lado de la bomba atómica que había experimentado. No le costó entender que hubiera gente que se hiciese adicta a ello. No ella, claro, ella no era iba a caer en ninguna adicción. Había estado bien pero mejor no repetir.

Dos días más tarde de su primera vez, se encontraba dando vueltas por la zona de los jimans y las barbis, igual que estaba haciendo ahora pero sin llevar un cuchillo en el bolso, buscando con la vista a Víctor. No le fue difícil encontrarlo. Mientras se encontraba escondida tras una esquina, Ariadna recordó aquel primer encuentro tras la fiesta con especial furia. Fue el encuentro que marcó la tónica de su relación. Se acercó a Víctor y antes de que ella pudiese decir nada, él le dijo:

–100 euros.

–¿Qué?

–100 euros por otro viaje.

¡Qué estúpida había sido! Para él solo había sido un trabajo más. Le habían pagado para que estuviese en la fiesta haciendo su trabajo. Había sido tan especial para él como petarse un grano. Esta realización hizo que Ariadna se sintiera a un tiempo humillada y enfadada. Se fue sin decir palabra. Tampoco dijo nada cuando regresó y, tras haber pasado por un cajero, le dio los 100 euros a Víctor, que la llevó a una habitación donde ella supuso que dormía cuando no estaba en la calle. Luego, de nuevo, el placer. Una vez terminado, Víctor la echó sin muchos miramientos y ella se vio de nuevo en la calle, donde la gente la miraba sabiendo exactamente lo que había estado haciendo. Pero aquella era la última vez. Se acabó.

Su resolución duró otro par de días. Pronto volvió a buscar más placer. Ella pagaba, Víctor se lo proporcionaba. El único cambio que hubo en la relación fue que cuantas más visitas hacía Ariadna, más hirientes eran los comentarios humillantes de Víctor.

Su cuenta de ahorros se fue vaciando rápidamente. Su presencia en el puesto de trabajo se volvió impredecible, hasta que la despidieron. Su teléfono poco a poco dejó de sonar. Su casa estaba cada vez más sucia y desordenada, se acumulaba el polvo, insectos atraídos por los platos sucios en el fregadero; Thomas Ligotti, William Gibson, Patricia Muñiz y Philip K. Dick entre otros formaban desordenados montones en el suelo. Nada de ello importaba. Solo existía el placer.

La cosa (no se atrevía a llamarlo relación) siguió así durante unos meses. Finalmente, una mañana, Ariadna tocó fondo. Se miró en el espejo y no se reconoció. ¿Quién era esa desconocida de pelo sucio y rostro demacrado? No podía ser ella, ella no era así para nada. Entonces supo que tenía que parar. Parar o morir, sus únicas opciones.

Dejarlo a palo seco fue duro, pero tuvo un incentivo que la ayudó en los peores momentos: ver a Víctor en un charco de su propia sangre. Tal vez no fuera un pensamiento muy edificador o positivo, pero cumplió su objetivo. Tras una ordalía que duró un mes, estaba limpia de nuevo. Y, ahora, estaba dispuesta a cumplir su sueño.

Ariadna observaba atenta los movimientos en la calle. Parecía que el turno de Víctor se había terminado y se disponía a marcharse. Ariadna le siguió tan disimuladamente como sabía, imitando lo que había visto en el cine. Extrañada, se dio cuenta de que Víctor no se iba a la habitación que ella había asumido era su casa, sino que se internaba por callejones, adentrándose más en la zona antigua de la ciudad. ¿Adónde iba? Finalmente se detuvo en una casa de aspecto anodino. Mientras estaba distraído abriendo la puerta, Ariadna aprovechó para acercarse silenciosamente a su víctima sacando el cuchillo de su bolso. Víctor debió notar algo, porque se dio la vuelta justo cuando Ariadna se disponía a atacar, e intentó esquivarla. No lo logró del todo, el cuchillo le hizo una herida profunda en el brazo. Víctor se metió dentro del portal, Ariadna logró entrar antes de que se cerrara la puerta.

Observó el portal donde había entrado. Las paredes tenían un extraño aspecto terroso, una escalera iba hacia arriba, otra hacia abajo, muchas puertas. Víctor parecía haber desaparecido, pero no le costó ver por donde se había ido, la herida que le había hecho sangraba lo suficiente para dejar un rastro. Ariadna siguió aquel hilo carmesí por el laberinto de escaleras y habitaciones que era ese edificio. El rastro la llevó hasta una puerta entreabierta. Extraño, probablemente una trampa. De todas formas, entró.

Entró en una espartana habitación. El único mueble era una cama. Ropa, libros, unos cuantos CD (pero ningún equipo de música, al menos que ella pudiera ver) formaban ordenados montones en el suelo. Notó un movimiento a su espalda, una sombra en el rabillo del ojo, y Ariadna se dio la vuelta para ver a Víctor lanzarse sobre ella armado con algo de lo que solo pudo ver un borrón mientras lo esquivaba. Era un bate. Ariadna, al esquivar el golpe, tropezó con la cama y cayó al suelo. Víctor se adelantó para dejarla fuera de combate de un batazo, ella se dio la vuelta y utilizó libros y discos como proyectiles. Un libro le dio en la frente, dejándole momentáneamente aturdido. Ariadna lo aprovechó para hundirle el cuchillo en el pecho, descargando toda su furia y odio en cada puñalada. Se detuvo agotada y se sentó en la cama, sin saber que se suponía que tenía que hacer ahora.

No supo cuánto tiempo llevaban allí, pero Ariadna se fijó en que había tres personas mirando la escena en la habitación desde el pasillo. Demasiado aturdida y cansada para hacer nada al respecto, simplemente se quedó mirando a aquellos desconocidos, dos hombres y una mujer, que deberían rondar los sesenta años. Una vez descubiertos, los tres entraron y estudiaron de más de cerca el cadáver. Los hombres se le acercaron y con gestos no faltos de amabilidad, le indicaron que se estirara en la cama. Ella obedeció, no se le ocurría que otra cosa hacer. Mientras los hombres la acomodaban en la cama, la mujer desconocida cogió el cuchillo, todavía clavado en el hombro de Víctor, le levantó la camisa al muerto y extrajo el tentáculo que tanto placer le proporcionara en el pasado a Ariadna. La mujer utilizó el cuchillo para separar el tentáculo del cadáver con un gesto rápido y eficiente. El tentáculo se agitaba con movimientos débiles en la mano de la desconocida, que se sentó a horcajadas sobre Ariadna. Entonces, empezó a salir de su aturdimiento, pero era demasiado tarde para Ariadna. Los hombres la sujetaban inmovilizándola completamente, la mujer le tapó la nariz obligando a Ariadna a abrir la boca, la mujer con un simple gesto de su mano hizo que el tentáculo se deslizara dentro de la boca de Ariadna. Pudo sentir como bajaba por su garganta y empezó a sufrir convulsiones, hasta que se desmayó. Cuando Ariadna perdió el conocimiento, los tres desconocidos abandonaron la habitación.

Ariadna se despertó sin saber cuánto tiempo había pasado inconsciente. Tras un momento, notó que seguía en la habitación de Víctor, casi esperaba despertarse en una celda, pero la habitación estaba cambiada. No había rastro de sangre, el cadáver de Víctor había desaparecido. Además, también habían desaparecido las pertenencias del difunto, en su lugar reconoció su ropa, sus libros, su música. Supuso que debería sentir miedo, inquietud, algo, pero lo único que notaba era un vacío. Un vacío en su pecho.

Siguiendo una voz interior, se levantó. Se sentía hambrienta, además de vacía, pero no pasaba nada. Sabía adónde ir y qué hacer. En la calle la aceptaron como una más, nadie pareció preocuparse por la ausencia de Víctor. Y si a ellos no les importaba, menos le importaba a ella. Ahora solo le importaba llenar el vacío que sentía dentro y eso sabía cómo conseguirlo, por lo menos durante un tiempo.


26 dic 2012

El alucinante mundo de Norman (ParaNorman)


Si hubiese visto esta película con diez años me habría parecido una pasada total, vista ahora como una persona adulta, me ha parecido solo una pasada. Esta bien, una pasada total. El alucinante mundo de Norman (ParaNorman, Chris Butler, Sam Fell, 2012) es una artesanal película de animación stop-motion que hace un sentido homenaje al cine de terror ofreciendo además una interesante historia y no un simple pastiche.

Norman (Kodi Smit-McPhee) tiene la habilidad de ver fantasmas, pero en lugar que otros críos que ven muertos, él no va llorando por las esquinas ni agobiado por la vida. Los fantasmas no son un problema para Norman, más bien son los vivos los que le causan problemas. Su existencia se verá alterada cuando su tío loco (John Goodman) le visite de improviso y le haga un importante encargo: leer un libro especial en la tumba de una bruja antes de que el sol se ponga o los muertos se alzarán de su tumba. Las cosas no salen bien y los muertos se alzan de su tumba. Norman, con la ayuda de su amigo Neil (Tucker Albrizzi) y la involuntaria asistencia de su hermana Courtney (Anna Kendrick), el hermano de Neil Mitch (Casey Affleck) y el abusón Alvin (Christopher Mintz-Plasse).

No entiendo como esta película, al igual que Frankenweenie (Tim Burton, 2012), ha sido un fracaso de taquilla. ¿Tal vez padres algo asustados de una película de animación con muertos vivientes? No lo sé. Como fan de la stop-motion y el cine de terror la película me encantó, pero además su historia ofrece un buen mensaje basado en el perdón, como la ignorancia y el miedo provocan absurdos prejuicios e incluso tiene toques progay, el primero que veo en un film de animación para todos los públicos. Además, es bastante divertido, me reí más que los niños (¿quién lleva niños a un cine de VO, turistas aparte?) que había en la sala. Lo cual no sé si eso dice mucho o poco de mí.

Técnicamente hablando, se combinan técnicas muy artesanales con las más modernas, lo que le da un aspecto muy acertado, casando el homenaje al cine del pasado con una historia moderna. El trabajo de los actores dando voz a los personajes también está bastante bien, destacando Kendrick como la hermana pija y Goodman como el tío loco, que son los que me hicieron más gracia.

Resumiendo, un film muy recomendable para los aficionados a la animación y al cine de terror. Bueno, yo lo recomiendo a todo el mundo, qué carai. Es divertida, inteligente y muy entretenida.


23 dic 2012

Jack Skellington os desea Feliz Navidad

Yo no soy navideño ni nada por el estilo, pero espero que este vídeo sirva para ponerle el toque navideño al blog y por lo menos este año no me acusen de antisocial o raro por aborrecer las fiestas. Va para todos los lectores y lectoras y, además, para los fans de Christopher Lee, de Tim Burton y de la genial Pesadilla antes de Navidad (The Nightmare Before Christmas, Henry Selick, 1993).


21 dic 2012

Dentro de La cabaña en el bosque


Hace mucho tiempo (demasiado) que intento encontrar la forma de hacer un artículo sobre La cabaña en el bosque (The Cabin in the Woods, Drew Goddard, 2011) sin repetir lo mismo que han dicho tooodos los demás y, sobretodo, sin estropeársela a aquellos y aquellas que no la hayan visto. No lo he conseguido. Por tanto, que sirva esto de advertencia: si no has visto The Cabin in the Woods no leas este artículo, ya que la destripo a gusto.

1 Una cuestión generacional
Voy a hablar de este aspecto primero porque no se me ocurrió a mí, reparé en ello cuando lo mencionan Drew Goddard y Joss Whedon en el audiocomentario que acompaña la cargada edición en Blu-ray (en mi caso, la edición inglesa). Me refiero al enfrentamiento generacional que muchas veces se representa de forma alegórica en el cine de terror (y en otros géneros, claro).

No es casualidad que los protagonistas sean jóvenes y aquellos que planean su sacrificio desde una moderna sala de control sean personas, en su mayor parte, mayores. Es decir, adultos. Ya desde los tiempos en que la joven Regan fue poseída por el demonio, se ha retratado el enfrentamiento generacional (lo viejo dejando sitio a lo nuevo), el miedo a las nuevas generaciones. Normalmente, el cine de terror está de parte de los jóvenes, que son en su mayoría los grandes consumidores de este género en el cine (no los únicos, por supuesto). Por tanto, en muchas de estas películas son los jóvenes incomprendidos los que sufren a manos/por culpa de adultos que no les comprenden/entienden y cuya ignorancia desencadena muerte y desgracia.

Lo interesante del film de Goddard es que te obliga a entender ambas partes. Los jóvenes son víctimas inocentes, pero los adultos intentan detener un mal mayor. La actitud que acaban adoptando los adultos para detener este mal mayor hacen que sean tan o más culpables que las deidades lovecraftianas que intentan mantener a raya, lo cual también plantea la cuestión de que si el fin justifica los medios.

2 Tono
Uno de los mayores logros de esta película es el tono en el que está narrada. El perfecto equilibrio entre comedia y terror, de modo que ninguno de los dos domina al otro: no es una comedia, no es una película de terror con toques de comedia. Esto no es algo que sea fácil de lograr, normalmente acaban siempre inclinándose hacia la comedia y la parte terrorífica pierde toda su efectividad.

Sin embargo, este film lo logra de manera tan efectiva como lo hicieron en su momento John Landis en Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, 1981) y Sam Raimi en Terroríficamente muertos (Evil Dead II: Dead by Dawn, 1987). La escena que para mí mejor representa esto es cuando en la sala de control prematuramente celebran el éxito del sacrificio mientras vemos por las pantallas el sufrimiento de Dana (Kristen Connolly) a manos de uno de los no muertos. Es una escena donde se conjura a la vez el horror y el humor de manera sublime.

3 Metalenguaje
Este es uno de los aspectos más destacados y comentados de The Cabin in the Woods, las referencias que hace al género y la lectura metalingüística que tiene.

Las referencias en el cine, y el usar el cine para hablar del cine, fue una de las innovaciones de la nueva ola francesa. Esto se originó en el hecho de que empezaban a hacer cine personas que habían estudiado cine en la universidad. Dentro del cine de terror, es durante la década de los 80 que el género se hace autorreferencial (soy perfectamente consciente de que es algo que empieza a hacerse a finales de los 70, pero es durante esta década que se hace generalizado). Estas referencias, por norma general, consistían en pósteres, escenas de películas que se ven de fondo, nombres de personajes tomados de directores de cine de terror, alusiones a secuencias concretas...

En 1996 se estrenó Scream: Vigila quién llama (Scream, Wes Craven). Este film presumía de ser metalingüístico, pero en realidad lo único que hacía era hacer que sus personajes dijeran en voz alta referencias a otras películas y tópicos, de la misma manera que lo habían hecho incontables películas antes. Debido a su éxito, puso de nuevo de moda que las películas de terror, los slashers en particular, hicieran referencias contínuas en un intento de parecer inteligentes e irónicos, muchas veces evidenciando las carencias de sus guiones.

Menciono Scream para dejar más claro que The Cabin in the Woods es realmente metalingüística, es decir, usa el medio para hablar del medio. Es metalingüística y es referencial.

El proceso por el cual los cinco jóvenes protagonistas son transformados de personas normales a personajes clichés, las condiciones que reproducen desde la sala de control para dar pie a ciertas escenas, todo ello es un claro comentario sobre las películas de terror que todos los aficionados hemos visto. Esto provoca un reconocimiento por parte del fan que enriquece el visionado de la película. Lo enriquece porque nadie, en ningún momento del film, dice "ey, esto es como una peli de terror" sino que es algo que forma parte de la narrativa del film.

Por otro lado, la parte final, cuando las criaturas y monstruos escapan de sus celdas, es un gran festival referencial (algunas explícitas, otras no) que entretiene al aficionado al terror pero no resulta confuso para el recién iniciado. En otras palabras, alguien que empiece a ver ahora películas de terror no se sentirá confuso ni que se pierde parte de la historia por no captar estas referencias y comentarios porque, repito, forman parte de la historia y no están introducidos de forma gratuita o irrelevante.

4 Una carta de amor (y un toque de odio)
La idea de The Cabin in the Woods se le ocurrió a Whedon y se la comentó a Goddard cuando ambos todavía estaban trabajando en Buffy, cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer, 1997-2003) y se pusieron a trabajar en el guion cuando la serie terminó. Fue por esa época que empezó la moda de las mal llamadas torture porn, así que parte de la diversión de esta película surgió como respuesta a la atmósfera depresiva y despiadada de estos filmes. Por desgracia, cuando la Metro entró en bancarrota hizo que el estreno de esta película se retrasara tres años (igual que les pasó a otros proyectos que han visto la luz recientemente como Skyfall [Sam Mendes, 2012] y la adaptación de El Hobbit de Peter Jackson), así que llegó a las pantallas cuando esta moda pasó, o por lo menos no es tan pronunciada, pero el resultado es que es un agradable descanso de la enésima película de zombis, el último remake o el nuevo reboot.

De todos modos, el film principalmente es una carta de amor al género. Los dioses primigenios que intentan mantener bajo control podría ser una referencia alegórica a nosotros. Es decir, a los aficionados al cine de terror, a todos aquellos que disfrutamos de las buenas y de las malas películas de terror. The Cabin in the Woods reverencia y celebra el pasado con una historia clásica y moderna al mismo tiempo.

En resumen, es una película para los fans del cine de terror hecha por fans del cine de terror.


20 dic 2012

Excision

Pocas películas han conseguido hacerme reír a carcajadas y horrorizarme al mismo tiempo de la manera que lo ha conseguido Excision (Richard Bates Jr., 2012), ópera prima del director basada en su propio cortometraje.

Es, también, una de esas películas cuya sinopsis, resumida, no parece muy interesante ni nada del otro mundo, pero la ejecución, las excelentes interpretaciones y lo ingenioso de sus diálogos la convierten en uno de los mejores títulos que he visto este año. El argumento básico es este: Pauline (AnnaLyne McCord) es una algo perturbada adolescente cuya vida diaria se hace soportable gracias a sus enfermizas fantasías. Los sucesos de su vida se precipitarán y acabarán desbocando en un mundo de horror. Esta es la única manera que se me ocurre de resumirla.

Al contrario que sucede en otros filmes, donde a la chica fea se le ponen gafas y cuando se las quita se convierte en una tía buena y cosas del estilo, aquí Pauline es un personaje realmente desagradable sin ningún entendimiento de lo que son las reglas sociales. Eso hace que en algunos momentos el espectador se sienta identificado con ella, por la forma en que se pasa por el forro cualquier convención social y dice lo que piensa en todo momento. Algo que a todos nos gustaría hacer (por lo menos a mí). Pero al mismo tiempo, cuando se nos muestra el interior de Pauline y el tipo de mundo de fantasía de horror corporal al cual se abstrae, uno no puede más que inquietarse pensando qué se le ocurrirá hacer a esta perturbada muchacha (y cuando alguien fantasea con practicar sexo con un cadáver decapitado creo que está realmente perturbado).

He mencionado ya varias veces el mundo de fantasía de Pauline sin entrar en detalles y es hora de hacerlo porque es uno de los aspectos narrativos más interesantes del film. Las fantasías no sirven únicamente como grotesco contraste con el mundo real, son también una manera de mostrarnos la evolución del personaje. Cada fragmento onírico sirve para mostrar como Pauline se va hundiendo en su locura, como se va viendo ella misma cada vez más poderosa. Cada fantasía está en relación directa con lo que le sucede en su vida diaria.

Las escenas que retratan el rutinario día a día de Pauline y su familia son aquellas donde brilla el humor negro de la película. La manera estática que tiene el director de utilizar la cámara enfatiza el realismo de los momentos cotidianos y al mismo tiempo enfatiza también el horror de la historia. Esta cámara objetiva, fría, omnipotente, logra crear de forma sutil una atmósfera perturbadora precisamente al no enfatizar los elementos perturbadores al estilo David Cronenberg. Porque logra transmitir la idea de que esto podría suceder cerca de tu casa.

Finalmente, uno de los puntos fuertes del film es su reparto, donde el director muestra algunas de sus influencias seleccionando secundarios como John Waters y Ray Wise. McCord resalta por su brillante Pauline, pero el resto de los actores también hacen un gran papel, especialmente Traci Lords como la madre de Pauline.

No me gusta ver tráileres de películas que quiero ver sí o sí, pero es indudable que también sirven para descubrirnos películas desconocidas. Desde el primer momento en que vi el tráiler de Excision en la página web Bloody Disgusting me quedé intrigado e interesado por esta película. La espera para poder verla ha sido algo larga (apareció en Blu-ray solo de zona A y tuve que esperar a que apareciese en zona B) pero ha valido la pena.

Excision es una de esas películas cuya calidad y argumento trasciende géneros, siendo tan indicada para amantes tanto del horror como de la comedia negra como del cine de autor y artístico. El resultado en pantalla es increíble teniendo en cuenta las condiciones y el no-presupuesto con que fue rodada, con gente trabajando en ella gratis, realmente por amor al arte. Con eso quiero decir que, por favor, si tienes un mínimo respeto por el arte o el cine, veas esta película de forma legal. Teniendo en cuenta el trabajo y el talento invertido, verla de forma ilegal, bueno, no pondré la frase que me había venido originalmente a la cabeza pero sí diré que no dice mucho de quién lo haga.