6 ago 2024

Condenados a vivir

 


 

Condenados a vivir (Joaquín Luis Romero Marchent, 1972) es una notable película que, siendo sincero, descubrí a raíz de ser destacada como una de las "influencias" de Quentin Tarantino en Los odiosos ocho (The Hateful Eight, 2015) bajo su título inglés Cut-throats Nine. La película de Tarantino no es una de mis favoritas, precisamente, y eso hizo que tardara en ver Condenados a vivir. Eso, y que actualmente solo existen dos ediciones legales con un mínimo de calidad audiovisual, una americana y otra alemana, así que esperaba que algún sello como Divisa o El setanta-nou se animara a editarla. De momento, no ha sido así. Una lástima, ya que es una película cínica y violenta que desafía las constricciones del género, es un híbrido de thriller, terror y venganza que ha sido etiquetado de western simplemente por su ambientación, pero si pertenece al género lo hace de forma tangencial como la comedia de terror Ravenous (Antonia Bird, 1999).

El sargento Brown (Robert Hundar) tiene la misión de trasladar a siete prisioneros que han estado trabajando en una mina de oro para el ejército. Al sargento también lo acompaña en el viaje, además de varios soldados, su hija Sarah (Emma Cohen) ya que irán a vivir al fuerte que es su destino. La expedición es asaltado por un grupo de criminales que espera hacerse con el oro procedente de la mina. Pero el asalto no produce los resultados esperados y, tras matar a los soldados, los asaltadores de caminos provocan que la diligencia en que viajan Brown, su hija y los prisioneros salga desbocada hasta que acaba por salirse del camino quedando destruida. Con dos caballos supervivientes, el sargento Brown está determinado a cumplir su misión, a pesar de las protestas de los prisioneros. Pero su determinación tiene un motivo oculto: está convencido que uno de los siete fue el asesino de su esposa y quiere averiguarlo a cualquier precio. Si a eso le sumamos que Brown lleva el oro escondido, el viaje se convierte en una pesadilla de asesinatos y traiciones.

Tras el estreno de Grupo salvaje (The Wild Bunch, Sam Peckinpah, 1969) y Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, Sergio Leone, 1964), estaba claro que el western estaba evolucionando. En su vertiente europea la violencia y el cinismo fueron dominando las historias, lejos del ideal romántico creado por el cine americano. Condenados a vivir se encuadra dentro de esta tendencia, aunque su historia tiene poco del western clásico. Es una historia que nos muestra lo peor del ser humano, con un grupo de personajes egoístas dominados por la avaricia y el ansía de venganza, lo que será su perdición. Lo hace a través de tres líneas argumentales: por un lado, la trama de descubrir quién mató a la esposa de Brown, por otro lado, la terrible odisea que atraviesa Sarah, más propia de una película de terror, y, finalmente, el deseo de poseer el oro que trae consigo la mayoría de las muertes. Oro maldito (E se sei vivo spara, Giulio Questi, 1967) es la única película dentro del género con la que tiene algún punto en común Condenados a vivir, más que nada por como convierte parte de la trama en una alegoría para mostrar las consecuencias de la avaricia sin freno.

La película es famosa por su sangrienta violencia. Momentos gore que salpican la película y enfatizan la crueldad de sus protagonistas. Al parecer, estas escenas de violencia fueron añadidas a posteriori, volviendo a rodar algunas escenas, por petición del distribuidor americano (tal vez por eso el tráiler americano se centra en las violentas muertes que aparecen en el film). Son momentos impactantes, que no estarían fuera de lugar en una película de terror italiana de la época, que hacen que la película destaque y sea más memorable, pero no es el motivo principal por el que esta es una gran película. El argumento y los personajes funcionarían a la perfección aunque se eliminaran estos momentos. Es más que un simple desfile de escenas violentas. Es más interesante y profunda que eso, un viaje por el lado más oscuro del ser humano del que Tarantino podría haber copiado más cosas, como su eficiente narración, ya que solo dura alrededor de 90 minutos.

Repitiendo mi deseo de que sea editada en Blu-ray en una edición coleccionista por algún sello que le de el trato que se merece, recomiendo esta joya sangrienta, cruel y violenta.


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