Aprovechando la moda satánica que había iniciado la Warner con El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), la 20th Century Fox quiso su tajada del pastel y estrenó La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976), un film que se ha convertido en un clásico del cine y del género y cuyo gran éxito de taquilla permitió financiar La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977).
El guion de David Seltzer mezcla de forma bastante efectiva la mitología cristiana con el ambiente pesimista de los 70, década con una vena muy frívola y superficial que contrastaba con un ambiente político y social que parecía anunciar el fin de los tiempos. Un tono ominoso que el póster captura de manera un tanto "cabrona".
Pero mientras Seltzer había investigado a fondo el tema para darle verosimilitud (o por lo menos que parezca verosímil a personas no creyentes como yo en el contexto de la película), el enfoque de su director, Richard Donner, fue radicalmente diferente. En uno de los audiocomentarios incluidos en la edición especial de la película, Donner cuenta como para él la película explica la historia de un hombre, Robert Thorn (Gregory Peck), que se vuelve loco y cree que su hijo Damien (Harvey Stephens) es el Anticristo. O al menos eso es lo que le contaba a Peck, que se sentía incómodo rodando las escenas del clímax de la película.
Puede que sólo fuera algo que le contó a Peck para convencerlo que rodase ciertas escenas, puede que realmente vea la película como la historia de alguien que se vuelve loco. De todas formas, Donner rodó de forma fiel el guion, así que la visión de Seltzer es la que se impuso. Esto en absoluto desmerece el trabajo de Donner, que filma con gran nervio y habilidad las escenas de muertes, algunas de manera bastante innovadora como el accidente/intento de asesinato de Katherine Thorn (Lee Remick), escena en la cual vemos la influencia que tuvo en Stanley Kubrick.
Donner, aunque ya había dirigido tres largometrajes, había trabajado principalmente en televisión, lo que creo ayudó a que le otorgara a la película una sensación de urgencia y un estilo energético que contribuyen a crear la atmósfera angustiante de la película, ya que la contundencia y la manera implacable en que el mal parece imponer su voluntad es una de las razones por las que la película sigue funcionando hoy día.
El reparto también ayuda a que La profecía parezca cada vez más aterradora. Especialmente los secundarios, como David Warner y Billie Whitelaw. Mención aparte merece el pequeño Harvey Stephens, que al parecer era un niño bastante demoníaco delante y detrás de las cámaras.
La película, como ya hemos dicho, fue un gran éxito de taquilla y generó su propia serie de copias, que competían con las copias que se hacían de El exorcista. Entre las muchas copias, destacar sólo Holocausto 2000 (Holocaust 2000, Alberto de Martino, 1977), un La profecía a la italiana bastante divertido y que, haciendo gala de un socarrón sentido del humor, la cadena local barcelonesa BTV programó la noche de año nuevo de 1999. Y, por supuesto, tenemos las secuelas directas de la película.
El productor Harvey Bernhard, productor de la película de Donner, tuvo la idea de crear una saga con La profecía, una saga que abarcaría posiblemente hasta siete películas, al ver el gran éxito cosechado. Cada película iría siguiendo el ascenso de Damien cubriendo diversas partes de su vida. Finalmente no fue así, y ya veremos por qué más adelante, pero de momento Bernhard ya tenía una idea para la secuela que se estrenaría como La maldición de Damien (Damien: Omen II, Don Taylor, 1978).
El guion de la película fue escrito por Stanley Mann y Mike Hodges. Hodges, director del gran clásico Asesino implacable (Get Carter, 1971) y la a su manera también clásica Flash Gordon (1980), se suponía que también iba a dirigirla. Sin embargo, Hodges empezó a gastar mucho más dinero filmando del que Bernhard consideraba necesario y lo despidió, contratando en su lugar al director Don Taylor.
Don Taylor tampoco era un novato, su anterior película había sido La isla del Doctor Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1977) con Burt Lancaster y Michael York, y hace un trabajo bastante decente en lo que es el aspecto técnico de la película, los problemas de la película radican básicamente en el guion.
Me divirtió bastante el comentario que hicieron en Fangoria presents The Best And Bloodiest Horror Video de esta película, hecho en retrospectiva, comparándola con la serie Viernes 13. En esta guía dicen que básicamente La maldición de Damien es como una típica entrega de las aventuras de Jason Voorhees pero hecha con el doble de dinero. Y lo cierto es que es un comentario que da bastante en el blanco.
La secuela repite el mismo esquema de la primera, añadiendo un único detalle interesante: el descubrimiento que hace el joven Damien (Jonathan Scott-Taylor) de su naturaleza satánica. Pero el cuerpo principal del film consiste en la sistemática eliminación de todo aquel que descubra quién es Damien. De todas formas, aunque el argumento no resulte interesante, la película resulta entretenida gracias a las numerosas e imaginativas muertes, que alguien con más ganas que yo podría postular como predecesoras de la saga Saw.
El final de Damien (Omen III: The Final Conflict, Graham Baker, 1981), vendida como el final de la trilogía como si hubiera sido algo planeado, en realidad fue resultado del descubrimiento por parte de Bernhard de que la idea de la gran saga no iba a funcionar.
Bernhard se dio cuenta de que no podía hacer una larga serie de películas en las que continuamente pasase lo mismo, algo bastante raro en Hollywood, y decidió poner punto y final (que luego, claro, sería punto y seguido) a la serie.
Esta tercera entrega tiene una primera parte bastante entretenida, en la cual Damien (Sam Neill) convertido en un gran potentado de las finanzas se dedica a despachar a diestro y siniestro a sus posibles enemigos con la ayuda de sus secuaces satanistas. Luego, la película va perdiendo gas hasta culminar en un final algo ridículo y precipitado.
Siempre he creído que una película en la que a alguien le explote o le revienten la cabeza en mil pedazos tenía que ser buena a la fuerza (cada cual tiene sus estándares), así que supongo que ésta es la excepción que confirma la regla. Es una lástima que el tono de la primera mitad de la cinta, en la cual con sádico deleite se asesinan a diversos bebés, no se imponga. La predecible historia entre Damien y la reportera Kate Reynolds (Lisa Harrow) acaba dominando la narración mientras el aburrimiento se adueña del espectador.
Aunque El final de Damien parece una obra maestra del séptimo arte si lo comparamos con lo que vino después.
Diez años más tarde del estreno de El final de Damien, todas esas locas ideas de que tal vez hacer más continuaciones del clásico de Richard Donner no fuese lo más adecuado parece que desaparecieron y el productor Harvey Bernhard volvió a la carga con un "nuevo" concepto para revitalizar la serie y poder hacer más películas. Así se originó La profecía IV: El renacer (Omen IV: The Awakening, Jorge Montesi, Dominique Othenin-Girard, 1991), estrenada directamente en vídeo.
He de decir que la única razón por la que he visto esta película y el remake es porque ambos títulos iban incluidos en el pack The Omen: Pentology que compré por Internet. Y la razón por la que compré el pack es que me interesaba la edición especial de La profecía que había salido y me salía más barato comprar el pack en Inglaterra que la edición sola aquí. Que es otra manera de decir que no tenía ningún interés ni ninguna expectativa en lo que se refería a esta cuarta entrega (o hacia el remake).
Lo primero que me llamó la atención fue que fueron necesarios dos directores para hacer éste telefilme. Pero teniendo en cuenta que Jorge Montesi ha dirigido otros telefilmes del calibre de Turbulence. Secuestro en la red (Turbulence 3: Heavy Metal, 2001) y Dominique Othenin-Girard dirigió Halloeen 5: La venganza de Michael Myers (Halloween 5, 1989), la cosa queda ya más clara. Al parecer, sumar dos malos directores no te da uno de bueno. Fue dirigida por dos directores ya que Othenin-Girard dejó la producción a la mitad y fue sustituido por Montesi. Tampoco nos olvidemos del guionista Brian Taggert, que si bien escribió una película entretenida como De origen desconocido (Of Unknown Origin, George P. Cosmatos, 1983) basándose en una novela escrita por Chauncey G. Parker III y trabajó en la serie V original, también fue el guionista de Poltergeist III (Gary Sherman, 1988). Hay culpa para todos.
Y tampoco podemos olvidar a la protagonista: la televisiva Faye Grant, que creyó era una buena idea añadirle diversas dosis de humor a la película. Obviamente, cuando crees que tu hija adoptada es una encarnación satánica lo primero que haces es contar chistes. De todos modos, Grant parece bastante satisfecha por su trabajo a juzgar por la entrevista incluida en el DVD (vi todos los extras, no tenía gran cosa que hacer aquel verano).
A pesar de todo, de que sea una película mediocre y torpe, sí puedo decir una cosa a favor de La profecía IV. Se trata de una escena tan absolutamente ridícula y absurda que casi me hace caer del sofá de la risa: el detective Earl (Michael Lerner) descubre que la niña de Karen York (Grant), Delia (Asia Vieira), oculta algo terrible y, como es habitual, empieza a ser acosado por unas fuerzas diabólicas. Esta persecución culmina con un coro de caras blancas vestidos con las consabidas túnicas satánicas cantando el Ave Satani de la banda sonora de la película señalándolo con el dedo, lo que provoca la muerte de Earl. Y lo más divertido de todo es que se supone que es un momento de gran impacto y que los responsables esperaban que nos lo tomásemos en serio.
Tras esta debacle, Bernhard finalmente tiró la toalla. En 1995 se intentó hacer una serie inspirada en la película, pero sólo se acabó haciendo un episodio piloto (que no he visto) y en 2006 se estrenó el remake. No sé si alguien recuerda que se estrenó este remake, porque creo que se olvidó a la semana de estrenarse. Éste sí que fue un remake innecesario ya que utilizaron el mismo guion que escribió David Seltzer para la original. Y cuando digo que utilizaron el mismo guion, no quiero decir que lo copiaran ni nada por el estilo: literalmente usaron el mismo guion, incluyendo unas cuantas actualizaciones para situarlo en el presente.
En fin, creo que podéis ahorraros estas dos últimas películas, la vida es demasiado corta.
El guion de David Seltzer mezcla de forma bastante efectiva la mitología cristiana con el ambiente pesimista de los 70, década con una vena muy frívola y superficial que contrastaba con un ambiente político y social que parecía anunciar el fin de los tiempos. Un tono ominoso que el póster captura de manera un tanto "cabrona".
Pero mientras Seltzer había investigado a fondo el tema para darle verosimilitud (o por lo menos que parezca verosímil a personas no creyentes como yo en el contexto de la película), el enfoque de su director, Richard Donner, fue radicalmente diferente. En uno de los audiocomentarios incluidos en la edición especial de la película, Donner cuenta como para él la película explica la historia de un hombre, Robert Thorn (Gregory Peck), que se vuelve loco y cree que su hijo Damien (Harvey Stephens) es el Anticristo. O al menos eso es lo que le contaba a Peck, que se sentía incómodo rodando las escenas del clímax de la película.
Puede que sólo fuera algo que le contó a Peck para convencerlo que rodase ciertas escenas, puede que realmente vea la película como la historia de alguien que se vuelve loco. De todas formas, Donner rodó de forma fiel el guion, así que la visión de Seltzer es la que se impuso. Esto en absoluto desmerece el trabajo de Donner, que filma con gran nervio y habilidad las escenas de muertes, algunas de manera bastante innovadora como el accidente/intento de asesinato de Katherine Thorn (Lee Remick), escena en la cual vemos la influencia que tuvo en Stanley Kubrick.
Donner, aunque ya había dirigido tres largometrajes, había trabajado principalmente en televisión, lo que creo ayudó a que le otorgara a la película una sensación de urgencia y un estilo energético que contribuyen a crear la atmósfera angustiante de la película, ya que la contundencia y la manera implacable en que el mal parece imponer su voluntad es una de las razones por las que la película sigue funcionando hoy día.
El reparto también ayuda a que La profecía parezca cada vez más aterradora. Especialmente los secundarios, como David Warner y Billie Whitelaw. Mención aparte merece el pequeño Harvey Stephens, que al parecer era un niño bastante demoníaco delante y detrás de las cámaras.
La película, como ya hemos dicho, fue un gran éxito de taquilla y generó su propia serie de copias, que competían con las copias que se hacían de El exorcista. Entre las muchas copias, destacar sólo Holocausto 2000 (Holocaust 2000, Alberto de Martino, 1977), un La profecía a la italiana bastante divertido y que, haciendo gala de un socarrón sentido del humor, la cadena local barcelonesa BTV programó la noche de año nuevo de 1999. Y, por supuesto, tenemos las secuelas directas de la película.
El productor Harvey Bernhard, productor de la película de Donner, tuvo la idea de crear una saga con La profecía, una saga que abarcaría posiblemente hasta siete películas, al ver el gran éxito cosechado. Cada película iría siguiendo el ascenso de Damien cubriendo diversas partes de su vida. Finalmente no fue así, y ya veremos por qué más adelante, pero de momento Bernhard ya tenía una idea para la secuela que se estrenaría como La maldición de Damien (Damien: Omen II, Don Taylor, 1978).
El guion de la película fue escrito por Stanley Mann y Mike Hodges. Hodges, director del gran clásico Asesino implacable (Get Carter, 1971) y la a su manera también clásica Flash Gordon (1980), se suponía que también iba a dirigirla. Sin embargo, Hodges empezó a gastar mucho más dinero filmando del que Bernhard consideraba necesario y lo despidió, contratando en su lugar al director Don Taylor.
Don Taylor tampoco era un novato, su anterior película había sido La isla del Doctor Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1977) con Burt Lancaster y Michael York, y hace un trabajo bastante decente en lo que es el aspecto técnico de la película, los problemas de la película radican básicamente en el guion.
Me divirtió bastante el comentario que hicieron en Fangoria presents The Best And Bloodiest Horror Video de esta película, hecho en retrospectiva, comparándola con la serie Viernes 13. En esta guía dicen que básicamente La maldición de Damien es como una típica entrega de las aventuras de Jason Voorhees pero hecha con el doble de dinero. Y lo cierto es que es un comentario que da bastante en el blanco.
La secuela repite el mismo esquema de la primera, añadiendo un único detalle interesante: el descubrimiento que hace el joven Damien (Jonathan Scott-Taylor) de su naturaleza satánica. Pero el cuerpo principal del film consiste en la sistemática eliminación de todo aquel que descubra quién es Damien. De todas formas, aunque el argumento no resulte interesante, la película resulta entretenida gracias a las numerosas e imaginativas muertes, que alguien con más ganas que yo podría postular como predecesoras de la saga Saw.
El final de Damien (Omen III: The Final Conflict, Graham Baker, 1981), vendida como el final de la trilogía como si hubiera sido algo planeado, en realidad fue resultado del descubrimiento por parte de Bernhard de que la idea de la gran saga no iba a funcionar.
Bernhard se dio cuenta de que no podía hacer una larga serie de películas en las que continuamente pasase lo mismo, algo bastante raro en Hollywood, y decidió poner punto y final (que luego, claro, sería punto y seguido) a la serie.
Esta tercera entrega tiene una primera parte bastante entretenida, en la cual Damien (Sam Neill) convertido en un gran potentado de las finanzas se dedica a despachar a diestro y siniestro a sus posibles enemigos con la ayuda de sus secuaces satanistas. Luego, la película va perdiendo gas hasta culminar en un final algo ridículo y precipitado.
Siempre he creído que una película en la que a alguien le explote o le revienten la cabeza en mil pedazos tenía que ser buena a la fuerza (cada cual tiene sus estándares), así que supongo que ésta es la excepción que confirma la regla. Es una lástima que el tono de la primera mitad de la cinta, en la cual con sádico deleite se asesinan a diversos bebés, no se imponga. La predecible historia entre Damien y la reportera Kate Reynolds (Lisa Harrow) acaba dominando la narración mientras el aburrimiento se adueña del espectador.
Aunque El final de Damien parece una obra maestra del séptimo arte si lo comparamos con lo que vino después.
Diez años más tarde del estreno de El final de Damien, todas esas locas ideas de que tal vez hacer más continuaciones del clásico de Richard Donner no fuese lo más adecuado parece que desaparecieron y el productor Harvey Bernhard volvió a la carga con un "nuevo" concepto para revitalizar la serie y poder hacer más películas. Así se originó La profecía IV: El renacer (Omen IV: The Awakening, Jorge Montesi, Dominique Othenin-Girard, 1991), estrenada directamente en vídeo.
He de decir que la única razón por la que he visto esta película y el remake es porque ambos títulos iban incluidos en el pack The Omen: Pentology que compré por Internet. Y la razón por la que compré el pack es que me interesaba la edición especial de La profecía que había salido y me salía más barato comprar el pack en Inglaterra que la edición sola aquí. Que es otra manera de decir que no tenía ningún interés ni ninguna expectativa en lo que se refería a esta cuarta entrega (o hacia el remake).
Lo primero que me llamó la atención fue que fueron necesarios dos directores para hacer éste telefilme. Pero teniendo en cuenta que Jorge Montesi ha dirigido otros telefilmes del calibre de Turbulence. Secuestro en la red (Turbulence 3: Heavy Metal, 2001) y Dominique Othenin-Girard dirigió Halloeen 5: La venganza de Michael Myers (Halloween 5, 1989), la cosa queda ya más clara. Al parecer, sumar dos malos directores no te da uno de bueno. Fue dirigida por dos directores ya que Othenin-Girard dejó la producción a la mitad y fue sustituido por Montesi. Tampoco nos olvidemos del guionista Brian Taggert, que si bien escribió una película entretenida como De origen desconocido (Of Unknown Origin, George P. Cosmatos, 1983) basándose en una novela escrita por Chauncey G. Parker III y trabajó en la serie V original, también fue el guionista de Poltergeist III (Gary Sherman, 1988). Hay culpa para todos.
Y tampoco podemos olvidar a la protagonista: la televisiva Faye Grant, que creyó era una buena idea añadirle diversas dosis de humor a la película. Obviamente, cuando crees que tu hija adoptada es una encarnación satánica lo primero que haces es contar chistes. De todos modos, Grant parece bastante satisfecha por su trabajo a juzgar por la entrevista incluida en el DVD (vi todos los extras, no tenía gran cosa que hacer aquel verano).
A pesar de todo, de que sea una película mediocre y torpe, sí puedo decir una cosa a favor de La profecía IV. Se trata de una escena tan absolutamente ridícula y absurda que casi me hace caer del sofá de la risa: el detective Earl (Michael Lerner) descubre que la niña de Karen York (Grant), Delia (Asia Vieira), oculta algo terrible y, como es habitual, empieza a ser acosado por unas fuerzas diabólicas. Esta persecución culmina con un coro de caras blancas vestidos con las consabidas túnicas satánicas cantando el Ave Satani de la banda sonora de la película señalándolo con el dedo, lo que provoca la muerte de Earl. Y lo más divertido de todo es que se supone que es un momento de gran impacto y que los responsables esperaban que nos lo tomásemos en serio.
Tras esta debacle, Bernhard finalmente tiró la toalla. En 1995 se intentó hacer una serie inspirada en la película, pero sólo se acabó haciendo un episodio piloto (que no he visto) y en 2006 se estrenó el remake. No sé si alguien recuerda que se estrenó este remake, porque creo que se olvidó a la semana de estrenarse. Éste sí que fue un remake innecesario ya que utilizaron el mismo guion que escribió David Seltzer para la original. Y cuando digo que utilizaron el mismo guion, no quiero decir que lo copiaran ni nada por el estilo: literalmente usaron el mismo guion, incluyendo unas cuantas actualizaciones para situarlo en el presente.
En fin, creo que podéis ahorraros estas dos últimas películas, la vida es demasiado corta.
15 comentarios:
de toda la saga sólo he visto la primera, toda una gran muestra del cine satánico setentero. Temática que, por cierto, me da yuyu y agobia un poco, pues me pongo en la piel de los protagonistas y no sabría como reaccionar. Si te enfrentas, por ejemplo, a Jason le pegas un buen trabucazo y lo dejas fuera de juego (al menos un tiempo), pero ¿cómo te las apañas cuando se tratan de fuerzas demoníacas o el mismísimo Satán? Ese es el motivo principal por el cual el cine satánico me impone tanto (siempre que sea tratado con un mínimo de seriedad y rigor).
La profecía es ya un clásico consagrado del cine de terror en general gracias a elementos como su potente banda sonora o algunas impactantes secuencias que, tras ver la película, permanecen en la retina para siempre.
El remake me pareció una mierda, así de claro. Hay remakes que no están a la altura de la original, pero sirven como complemento porque aportan algunas novedades, pero el remake de La profecía no sólo es pésimo en todos los sentidos, sino que además, como bien dices, no aporta aboslutamente nada ya que el guión es el mismo (pero mal llevado a la pantalla, claro).
La verdad es que nunca me tiraron las pelis sobre Damien. Me llega con el exorcista y de vez en cuando con alguna sobre exorcismos que van apareciendo en pantalla tipo El exorcismo de Emely Rose, una peli que me parece excelente. Laura Linney y Wilkinson están magníficos, con papelones.
De dos entradas antiguas recientes comentar que de las chicas que aparecen en esas pelis sobre cine negro, y con frases destacadas, yo me quedo, en cuanto a belleza, joer pues con todas: Rita era increíble, Veronica Lake no te digo nada, así como Gloria Grahame… sólo faltaba Hedy Lamar que como ya sabrás, y es muy conocido, decían que estaba Lamar de bien. De las que salen en el post, y aunque es muy curra también, con esa mirada felina y muy magnética, la que menos me gusta es la mujer de Bogart: Lauren Bacall.
En cuanto a lo de Deckard, mi opinión es que él también es un replicante como Rachel, sí lo es, sin duda. ¿Alguien puede demostrar lo contrario? Él es un replicante especial como la chica, de esos que duran incluso más que los humanos… sería una coña con su punto de ironía yo creo.
Un saludo, Raül
Dr. Gonzo, si no has visto La noche del demonio (Jaques Tourneur, 1957) te la recomiendo: la madre de todas las pelis satánicas, muy buena menos un elemento impuesto por los productos (ya sabrás cual). La segunda Profecía es bastante entretenida, aunque no está a la altura del original. Y lo del remake sí que no lo entiendo, porque no es que estuviesen haciendo un experimento cinematográfico a lo Gus Van Sant. Es que ni se molestaron en intentar innovar alguna cosa, y a eso sí que no le veo el sentido, siendo como soy alguien que a priori no tiene nada contra los remakes y procuro juzgarlos de manera justa.
Javi, lo has acumulado todo en un sólo comentario, ¿eh? Bueno, así no ando buscando por los posts, ja ja. En cuanto a lo que dices:
1 La profecía no tiene nada que ver con El exorcista ni nada por el estilo: no todas las pelis de temática satánica se parecen (piensa en La semilla del diablo), si no has visto la original de Richard Donner, te sugiero que lo hagas y puede que te sorprenda gratamente por su continua tensión y por lo bien construida que está (el resto te lo puedes ahorrar).
2 Pues que te voy a decir yo, que tengo debilidad por el estilazo de las actrices de los años 40. Pues eso, aunque a mí Lauren Bacall también me gusta bastante.
3 Pues Deckard no es un replicante y te lo demuestro yo en el post y los comentarios, ja ja ja. Fíjate que dicen que Rachel es un modelo prototipo nuevo, por tanto Deckard debería ser como los antiguos también, ya que está claro que hace tiempo que anda por ahí, y lo de la duración de Rachel no se menciona en ningún momento ni se sugiere, se dice sólo en la versión con voz en off en el final feliz impuesto por los productores. O sea, que en lo que a la versión definitiva se refiere, puede bien estar muerta al cabo de cuatro años. No va por ti, pero me he dado cuenta de que todos los que dicen que Deckard es replicante parece que hace tiempo que no ven la película y mezclan mucho la versión cinematográfica con la definitiva. Yo es que soy un enfermo de Blade Runner y he visto las 5 versiones distintas que hay, además de leerme la novela, así que lo tengo todo fresquito, fresquito.
Voy a decir algo que no suena bien y que seguramente es impopular, pero creo que es la verdad: la película Blade runner original es la que se estrenó en los cines en el año 1982. Las otras son versiones de esa película que pueden ser, y son (a mí la que no tiene voz en off y salen escenas nuevas, como la del minotauro, me encanta, y es la que más me gusta), mejores que la original, pero no son la película que se creó para los cines, y creo que eso es muy importante. Las películas no son de un director porque sí; el director las dirige y, si tiene la libertad suficiente para hacer lo que quiera con ella y realizar el montaje a su voluntad, puede estrenarse tal cual la concibió él. Pero eso no pasa demasiadas veces porque ahí están los productores que hacen los cambios que consideran oportunos; en estos casos, que son muchos (sobre todo en pelis que salen de grandes estudios, o no tan grandes), la película resultante será un consenso entre los productores y el director.
Supongo que para eso habrá contratos en los que se permitirá al director hacer, o no, lo que quiera sin que se produzca ningún tipo de cambio, o al revés.
Después se puede discutir el papel (nunca mejor dicho) del guión. Si en una peli se cambian cosas del guión seguramente no saldrá igual de lo que se tenía previsto de haber sido más fieles a ese guión… pero eso es igual porque el guión tampoco es la película en sí, y al referirme a eso quiero decir a la peli ya acabada, montada y que se estrenará en el cine para los espectadores. El guión es el guión y la película es la película. El director la dirige y su trabajo es fundamental, pero no es el creador absoluto porque hay que contar con la producción (yo en cuanto a un idealista que soy en muchas cosas preferiría que el director hiciera siempre lo que considerara oportuno, como cualquier otro creador, pero el cine además de arte es industria, y ahí está el quiz de la cuestión). Una peli es dirección y producción generalmente, a no ser que los productores le den total libertad al director para hacerla o que el director sea también el productor.
Con todo este rollo quiero decir que la genuina Blade runner, la auténtica, es la estrenada, la que ha sido parida para exhibirse en los cines en su momento, y no otra (la ideal sería la que tenía el director en su cabeza, y la que haría el director sin ningún tipo de intromisión sería algo así como la más justa en cuanto a creación - algunas de las versiones que salieron después pueden entrar en esta categoría :-) - ).
El director en este caso no tenía permiso, seguramente, para hacer lo que hubiese querido con la película y tuvo que aceptar las condiciones que se discutieron y fueron reflejadas contractualmente. Si Ridley Scott no hubiera estado de acuerdo con esto no habría hecho la película; pero sabía en lo que estaba metido, sus limitaciones en cuanto a no poder aceptar cambios de los productores que no mutilaran la película hasta el punto de convertirla en algo totalmente diferente, y continuó con el proyecto hasta su total finalización.
Una casa que se hace lleva generalmente cambios en el proyecto del arquitecto, que se reflejarán en el resultado final, propuestos por los dueños de la casa, a veces más pronunciados, y a veces menos; a no ser que el arquitecto no consienta en ello.
Un saldo, Raül.
Estoy y no estoy de acuerdo contigo, Javi.
De acuerdo con los franceses y su teoría del autor, que establece el director como único autor y responsable de la película, todas las versiones de Blade Runner son de Scott, pero en la práctica no es cierto.
El caso es que creo que no se ha de generalizar y cada película presenta sus particularidades. En algunos casos, la película no se parece en nada al guion que la originó, en otros casos (especialmente en el de directores que son también guionistas) el guion y la película son lo mismo.
Y en ocasiones suceden circunstancias especiales que hacen que la película en cuestión sea un caso aparte. Por ejemplo, John Frankenheimer siempre ha lamentado no poder recuperar los 8 minutos que la 2Oth Century Fox recortó de French Connection 2 después de su estreno sin decirle nada, a sus espaldas.
En el caso de Blade Runner, efectivamente: la versión original es la que se estrenó en cines en primer lugar. Pero eso no quiere decir que sea la definitiva o la mejor o la pensada para estrenarse en cines. Hay mucha gente que cree que la versión estrenada en el 82 es la mejor. A mí me gusta bastante pq es la primera que vi y me encantó. Pero, personalmente, me gusta más la versión definitiva.
Cada película tiene su propia historia a la hora de crearse y en ocasiones se han estrenado películas que no estaban terminadas, o que se volvieron a rodar, o suceden discusiones entre sus creadores que generan fuertes tensiones. Por ejemplo, en el caso de Cleopatra, Mankiewicz quería estrenarla como dos películas separadas, pero el estudio lo ignoró y realizó una mutilación con el metraje para estrenar una sola película. Más adelante, se pudo recuperar parte del metraje y restaurar la película en gran parte (que es la versión que seguramente has visto). También tenemos casos más recientes como el de Fanboys, (la historia es bastante larga así que te remito al post que escribí sobre la misma).
Otras veces es posible que se produzcan cambios no negociados en un principio, como es el caso de Blade Runner, que hasta que no estuvo terminada el estudio no decidió que prefería un final feliz.
El símil que haces del arquitecto no funciona porque partes de la idea de que es el estudio (los dueños de la casa) los que generan el proyecto y esto no es así: financian proyectos sugeridos por un guionista o un productor o un director o simplemente compran películas terminadas para distribuirlas. También hay ocasiones en las que generan proyectos dentro del estudio, pero son normalmente secuelas o remakes, pocas veces películas originales.
En realidad, un estudio actúa más o menos como un banco al cual le pides un préstamo para construir tu casa según el proyecto que te ha presentado un arquitecto. Por tanto, la intrusión del estudio en Blade Runner sería como si el banco te dijera como has de remodelar tu casa, una vez el arquitecto te la ha construido.
Yo creo que las películas pertenecen a los artistas que las conciben y hacen (productores, directores, guionistas...) no a la gente que simplemente pone el dinero esperando un beneficio. Piensa en casos históricos como el de Brazil de Terry Gilliam, el cual estrenó la película sin el permiso del estudio que quería hacer toda una serie de cortes y cambios que no pudo hacer una vez Gilliam la estrenó. O muchos otros casos, infinitos, en los cuales si los estudios se hubieran impuesto no tendríamos hoy día obras maestras como El Padrino.
Sí, sí, Raül; opino igual; pero yo hablé de la labor del productor y no del estudio, que son distintas y que, como dices tú, el estudio actúa como un banco en cuanto a eso de ofrecer proyectos e inmiscuirse en una película. El productor, o productores, son los que ponen la tela; ésta la sacan de donde pueden, estudios incluidos.
El productor al que me refiero en el símil de la casa sería su dueño (más o menos, claro), no el estudio, que como bien dices sería el banco (siguiendo con el símil que haces).
Cuando se da un premio a una peli, un oscar por ejemplo, el premio a la peli es recogido por el productor, eso significa que la peli es también de él en cuanto a proyecto finalizado y forma parte activa de ella en mayor o menor grado, como el director, aunque con los matices a los que me referí antes, como que se le pudiese dar total libertad al director para hacer la peli y exhibirla como él quisiera o que el director fuera también el que la produjera, algo que pasa también con cierta frecuencia.
Un saludo, Raül, y muy buena la comparación con lo que son los estudios y los bancos. Ciao.
He hablado del estudio pq, por ejemplo, en el caso de Blade Runner es el que exigió la adición del final feliz, el productor normalmente trabaja en conjunción con el director, asegurándose que tiene lo que necesita, no es su jefe. Los conflictos como los que hemos comentado surgen entre director y estudios y no entre productor y director. Así, la nueva edición extendida de El Exorcista fue promovida por el productor William Peter Blatty, que convenció a Friedkin de hacerla ya que éste en principio estaba satisfecho con el resultado original. Normalmente los productores no exigen o hacen cambios a no ser que sean productores ejecutivos y trabajen dentro del estudio, ya que trabajan en colaboración con el director. La relación entre productores y directores no es como la describes, a no ser que el proyecto surja del productor y éste haya vendido la película al estudio y buscado al director y actúe como productor ejecutivo. Hay también equipos de productor y director (los hermanos Coen, Guy Ritchie y Matthew Vaughn en sus inicios). Por tanto, no es que el productor sea el dueño de la casa, sino que trabaja con el arquitecto, por seguir el símil.
Claro, Raül! Cuando hablo de productores lo hago también de productores ejecutivos y de los que trabajan para compañías; éstos no sólo podrían hacer algún tipo de cambio, consensuado o no con el director, sino que trabajan codo con codo con el director y pueden complementar perfectamente la labor de éste.
El productor es un empresario cinematográfico y como tal, para mí, sí que sería el dueño de la casa, como un empresario es el dueño de su empresa, eso se entiende desde el punto de vista de los derechos de propiedad intelectual (y en USA incluso de autor) de la obra audiovisual que pertenecen a esos productores (ejecutivos incluidos).
Ya te contesté lo de tu duda en cinódromo, Raül.
Nos vemos.
Si te interesa leer un cómic quedas invitado a leer Mr. Lands, una historieta semihumorística con entretenidos personajes, visita su blog!
http://mrlands.blogspot.com/
Ojalá te guste!
Javi, creo que confundes la labor de producción con el trabajo de supervisión y control de los productores ejecutivos.
¿Seguís con lo de Blade Runner? Pues me apunto de nuevo. Has dicho una cosa Javi (en tu blog) con la que no estoy de acuerdo: "Deckard llevaba mucho tiempo persiguiendo replicantes, el ya existía antes de que los científicos probaran esa tecnología." ¿Qué te hace pensar eso? Que se mencione en la película no quiere decir que sea verdad. Deckard podría ser perfectamente un replicante con recuerdos implantados que le hacen creer que él es el mejor Blade Runnner y que tiene un prestigio. En mi opinión, Deckard es un replicante utilizado por Gaff, el auténtico Blade Runner. Que, por cierto, el otro día plantee la pregunta de si Gaff era un replicante cuando realmente quise decir que si era un Blade Runner.
Otra cosa, yo la película no la tengo fresca, así que lanzo una pregunta. ¿En la versión estrenada en cines estaba la frase de Gaff: "You've done a man's job, sir"? Porque es una frase que dentro del contexto de la película tiene una doble interpretación clara. Es más, en algunos borradores se incluía a continuación la frase "But are you sure you are a man?". El propio Ridley Scott reconoce que la ambigüedad ya existe en la primera versión aunque él pensaba que se iba a entender más claramente que Deckard era un replicante, y por ejemplo, la escena del unicornio, que para mí es la prueba más clara, se eliminó a última hora porque el estudio la consideró demasiado "artística". Para mí, es un replicante.
Y ahora, hablemos de La profecia. ;D Sólo he visto la primera, que me encanta, pero nunca me han llamado la atención las secuelas y mucho menos el remake. El reparto de la película creo que fue uno de los grandes aciertos.
Un saludo.
Einer, dices "que se mencione en la película no quiere decir que sea verdad". Con lo cual se le puede restar credibilidad a cualquier argumento en un sentido o el otro. Yo diría por la manera en que trata el personaje de Emmet Walsh a Deckard ("necesito de vuelta al viejo Blade Runner", dando a entender que Deckard se había retirado) es evidente que hace tiempo que Deckard hace lo que hace. En fin, después de esto podemos podernos a dilucidar el sexo de los ángeles, otra cuestión candente.
No lo decía en ese sentido. Me refiero, por ejemplo, a cuando en Carretera perdida Fred dice: "Recuerdo las cosas a mi manera". Sabes que vas a ver cosas desde el punto de vista suyo que no tienen por qué haber ocurrido exactamente como él las recuerda.
En este caso, Deckard podría haber sido programado hoy para creer que es un Blade Runner con años de experiencia y todo el mundo tratarle como si lo fuera. A eso me refería.
Ja! Y decías que mi explicación del unicornio era retorcida!
El niño de la profecía me da muchísimo más miedo que la niña del Exorcista, y eso que La Profecía no es una película que me haya llamado nunca la atención.
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