8 ago 2025

Cobra en el siglo XXI

 


 

No dudé ni un momento en hacerme con la nueva edición en 4K que se ha editado de Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986). Una película esencialmente ochentera, que no se podría haber hecho en ningún otro momento en el tiempo, el tipo de película que Frío como el acero (Stone Cold, Craig R. Baxley, 1991) intentaba emular, que siempre había disfrutado de principio a fin. Sin embargo, al volver a verla ahora, en el actual clima político, he de admitir que me ha preocupado cómo la podrían interpretar las nuevas generaciones.

Cobra nace cuando se estaba poniendo en marcha la producción de Superdetective en Hollywood (Beverly Hills Cop, Martin Brest, 1984). Los productores, teniendo en cuenta que era una superestrella en ese momento, le ofrecieron el proyecto a Sylvester Stallone para que lo protagonizara. Stallone, como es habitual en él, cogió el guion y lo reescribió a su gusto. Los productores vieron que Stallone se apartaba demasiado de la comedia de acción que tenían en mente así que decidieron retirar la oferta. Pero no fue una pérdida de tiempo, ya que es durante la rescritura del guion que Stallone crea a Marion "Cobra" Cobretti.

"Marion" era el nombre real de John Wayne, un homenaje que indica el tipo de héroe que quería crear Stallone. Decidido a no desperdiciar el trabajo que había hecho, Stallone se hizo con los derechos de la novela Fair Game, escrita por Paula Gosling, para aprovechar lo que había hecho para Beverly Hills Cop en una nueva película (la misma novela sería luego la base de Caza legal [Fair Game, Andrew Sipes, 1995], el debut en el cine de Cindy Crawford). Así crea una historia sobre un policía rebelde que sigue sus propias normas, Cobra es el policía que llaman para solucionar los trabajos que nadie quiere. Cobra es asignado para proteger a Ingrid Knudsen (Brigitte Nielsen), la única testigo que puede reconocer al líder de un culto de asesinos que se dedica a cometer asesinatos y crímenes por toda la ciudad. Cobra debe enfrentarse a un ejército de asesinos para protegerla.

La mayor influencia sobre Cobra es la saga de Harry, el sucio, que por entonces iba por la cuarta entrega. El film arranca con un monólogo similar al que hay al inicio de Harry, el fuerte (Magnum Force, Ted Post, 1973) y en el reparto de Cobra nos encontramos a Reni Santoni y a Andrew Robinson, ambos con papeles importantes en Harry, el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971). Harry, el sucio nace en un momento social muy específico: por un lado, se tenía la sensación de que el crimen estaba fuera de control, especialmente alto en Nueva York, entonces una ciudad al borde de la bancarrota, y, por otro lado, hacía unos pocos años que se habían empezado a usar los derechos Miranda durante los arrestos. Aquí nace la idea de que los jueces dejaban libres a los criminales para hacer lo que quisieran y los ciudadanos sufrían las consecuencias con las calles llenas de malechores.

Las cosas habían cambiado bastante para cuando Cobra llegó a las salas de cine a mediados de los 80 del siglo XX. Pero era un momento en Estados Unidos en que imperaba la mentalidad conservadora, que gustaba mucho de propagar la idea de que los criminales tenían excesivos derechos. De hecho, se menciona en la película que los jueces dejan libres a los criminales que los policías detienen. Cobra es el medio por el cual Stallone lanzaba estas ideas, creando un policía invencible que, además de contra los criminales, debe luchar contra las normas que intentan atarle de manos. Por supuesto, esto funciona dentro del universo de la película ya que nos presenta una ciudad bajo el dominio del terror de los criminales, en el que la policía está liderada por incompetentes y chupatintas que se preocupan más por los derechos de los criminales que por los ciudadanos. Es una fantasía que hace aceptable la existencia de un policía como Cobra y que sea el héroe de la historia.

"Fantasía" es, precisamente, una palabra que define muy bien esta película. El primer montaje duraba aproximadamente 130 minutos, que luego se recortaron a 120 minutos. Para competir en taquilla, el estudio y Stallone reeditaron la película, que, sumado a los cortes para apaciguar a la censura, dejó el film en los 87 minutos que dura en la actualidad. Esto exigió muchas de las escenas que explicaban la trama y desarrollaban a los personajes quedaran fuera. Algo que en otras películas podría haber sido un detrimento, aquí funciona a su favor. El film fue concebido como una película de acción, pero se añadieron elementos propios del cine de terror y comedia, creando una extraña mezcla de géneros que va muy bien con el frenético montaje.

Estas son las razones por las que fui siempre un fan de Cobra. Lo que me ha hecho verla de distinta manera es que ahora mismo la ultraderecha está al alza, especialmente entre los jóvenes que se tragan sin cuestionar la basura misógina y racista que sueltan "bros" fachas por internet. Es un contexto en el que es más difícil de disfrutar con la película, cuando hay gente que realmente piensa como los personajes que aparecen en ella, tanto el protagonista como los villanos que buscan crear un "mundo nuevo". ¿Deberíamos castigar a la película porque hay espectadores hoy día que serían incapaces de verla como la fantasía que es?

Es algo a lo que le daba vueltas tras ver la película de nuevo, en delicioso 4K. Reflexionando también mientras le daba forma a este artículo he llegado a la conclusión de que la existencia de la ultraderecha, por muy deleznable y vomitiva que me parezca, no debería robarme de poder disfrutar con este clásico. Al fin y al cabo, siempre ha existido esta escoria, solo que ahora es más vocal y ruidosa. Pero no será eterna como lo es Cobra.

 

1 ago 2025

El vigilante nocturno (Nattevagten)

 


 

La década de mediados de los 90 del siglo XX fue una época muy interesante para el aficionado al cine de género. Primero, nuevos directores como Álex de la Iglesia y Quentin Tarantino, entre otros muchos, estaban renovando el panorama con una nueva energía irreverente y gamberra. Segundo, el cine de otros países empezaba a ser más accesible. Principalmente el cine de asiático, con sellos como Manga Films haciendo accesibles películas imposibles de ver antes, pero también de otros lugares tan exóticos como... Dinamarca.

El cine danés en nuestro país era bastante desconocido. Lars von Trier seguramente era el único ejemplo de director danés que era conocido entonces en nuestro país,  Nicolas Winding Refn no debutaría en el largo hasta 1996. Aunque El vigilante nocturno (Nattevagten, Ole Bornedal, 1994) no llegó a España, aproximadamente, hasta que se estrenó la nueva versión americana La sombra de la noche (Nightwatch, Ole Bornedal, 1997), por lo menos en salas comerciales, el hecho si quiera de que se estrenara indicaba que la película era de una gran calidad, a pesar del bajo presupuesto, y que debía haber cosechado un gran éxito internacionalmente para que se considerase distribuirla en nuestro país. Y su fama estaba justificada.

El vigilante nocturno a que alude el título es Martin (Nicolaj Coster-Waldau), un estudiante de derecho que decide coger un trabajo como vigilante nocturno en un instituto forense pensando que será una manera fácil de ganar dinero. Pronto se da cuenta que quedarse toda la noche sentado en una morgue no es el dinero fácil que imaginaba, el ambiente mortuorio empieza a afectarle.  Peor aún, un asesino en serie anda suelto en la ciudad, acumulando víctimas, y Martin se verá atrapado en la red de este psicópata.

Vi El vigilante nocturno y La sombra de la noche muy cerca la una de la otra, cuando era un joven adolescente. Y, en ese momento, me gustó más la versión americana, que discuto más abajo, que la original. Pero al reencontrarme de nuevo con la película como adulto, gracias a un pack en Blu-ray con la original y su secuela, El vigilante nocturno me ha gustado mucho más. Más allá de la calidad técnica, los movimientos de cámara, la banda sonora, ahora he visto elementos en la película que no supe apreciar en su momento. Martin y Jens (Kim Bodnia), los dos protagonistas, se desafían el uno al otro en un juego que tendrá graves consecuencias, como que es la razón por la que el asesino se fija en Martin. Este juego nace del miedo de ambos por entrar en la edad adulta, de convertirse en dos acomodados en una vida gris sin emoción. Esto se enlaza también con otro miedo: el miedo a la muerte. Un miedo que empieza a hacerse cada vez más presente debido al trabajo de Martin y que es la base de los momentos más atmosféricos e inquietantes del film.

Estos elementos enriquecen una historia de suspense, precedente de las truculentas series nórdicas y la fiebre del noir nórdico que tanto éxito han cosechado en nuestro país, que sigue funcionando hoy día. En esta época se pone de moda usar la expresión "thriller psicológico" para referirse al cine de terror, debido a los prejuicios contra el género. Esta es una de las pocas veces que he visto justificado el uso de esta expresión, ya que El vigilante nocturno no es una película de terror, pero desde luego utiliza elementos del cine de terror para añadirle sabor al suspense y la trama de asesino en serie propia del thriller.

Uniendo la riqueza visual y la riqueza textual, se entiende que el film se haya convertido en un clásico del género. Se mantiene tan fresca y efectiva ahora como hace 30 años.

 

 


 

Como ya he mencionado, cuando en su día se estrenó La sombra de la noche me gustó más que la original. Tiene un reparto que, entonces, resultaba más atractivo con Ewan McGregor, Patricia Arquette, Josh Brolin y Nick Nolte. Pero ahora me resulta obvio que los motivos por los que me gustó más son los mismos por los que ahora es una película bastante olvidada.

Producida por los Weinstein, la película sufrió la misma manía intervencionista que otras producciones de los merecidamente denostados hermanos. Temerosos de que el ritmo no funcionara con el público americano y algunos temas se consideraban demasiado morbosos, Harvey Weinstein reeditó la película eliminando prácticamente todo aquello que no tuviera que ver directamente con la trama de suspense. El resultado es un efectista thriller al estilo americano, pero que carece de aquello que hace que la original sea especial. Es solo un thriller que cuenta una historia muy conocida dentro del género, el inocente acusado injustamente que debe demostrar su inocencia y salvar la vida.

Sin embargo, hay algunas secuencias que siguen funcionando debido a la manera en que el director reinterpreta las escenas que ya había rodado previamente.  No es una mala película, pero tampoco es una gran película. Entiendo que a mi yo joven le gustara, pero no tiene lo que hace que la original se mantenga actual, aquello que va más allá del thriller.


 


 

Casi treinta años del estreno de El vigilante nocturno, Ole Bordenal regresó a este mundo con la secuela El vigilante nocturno. Demonios heredados (Nattevagten - Dæmoner går i arv, 2023). En esta ocasión la protagonista es Emma (Fanny Leander Bordenal), la hija de Martin, que intenta averiguar la raíz de que su padre sea un hombre acosado por demonios interiores y que su madre se suicidara. Entonces descubre que su padre trabajó de joven como vigilante nocturno y coge el mismo trabajo para ponerse en el espacio mental de Martin. Los problemas arrancan cuando descubre que sobrevivió al ataque de un asesino psicópata. Cuando decide encarar al asesino, encerrado en una institución psiquiátrica, buscando hacer que su padre supere el trauma, provoca que el asesino salga de su estupor y ponga en marcha una terrible venganza.

Uno de los avances del siglo XXI más positivos es que se trata de forma más abierta y natural la salud mental. Ir a terapia ya no se ve como un estigma, sino como algo positivo. Enfrentarse al trauma exponiéndolo y discutiendo los motivos de su existencia es algo más sano que simplemente enterrarlo todo en un sótano mental donde se puede pudrir y provocar más daño. Este cambio de mentalidad ha resultado muy productivo en el cine de terror, especialmente en las secuelas nostálgicas, en las que un personaje decide hacer frente al trauma que marcó su vida y luchar contra el terror de nuevo. Una tendencia popular ahora que trata también de forma efectiva el film de Bornedal. Martin parece que ha sido incapaz de ir más allá de aquella noche fatídica, ni tampoco sus amigos, algo que comparte con el asesino. Si en la primera película Martin y Jens temían lo que entrar en la edad adulta traía consigo, ahora el temor es verse en la madurez con un fuerte lastre psicológico.

Paralelamente, la trama que afecta a Emma ya no es los miedos de la edad adulta, sino entender el pasado para no repetirlo en el futuro. Teme que el suicidio de su madre la lleve a ella al mismo destino, así que decide desentrañar los misterios del pasado de su familia. Una perspectiva más propia de la mentalidad actual. De este modo, aunque hay muchos guiños y referencias al film original, esta secuela se crea su propia personalidad.

De nuevo, los aspectos propios del thriller y el suspense están muy bien tratados. La idea del asesino orquestando los asesinatos enviando a acólitos dementes es un gran hallazgo, evitando repetir una trama ya explorada. Es lo que hace de esta una digna y entretenida secuela, si bien solo el tiempo dirá si se acaba convirtiendo en un clásico como la primera.

 

25 jul 2025

Shakma

 


 

Las películas de primates asesinos han producido títulos interesantes como Atracción diabólica (Monkey Shines, George A. Romero, 1988)Link (Richard Franklin, 1986)Shakma (Hugh Parks, Tom Logan, 1990) es una entrada en el subgénero que ha ido ganando popularidad con los años, aunque no llega al nivel de las películas mencionadas al inicio.

Un grupo de estudiantes se queda por la noche en la facultad para jugar una partida de rol utilizando el edificio como escenario, bajo la dirección del doctor Sorenson (Roddy McDowall). Sin saberlo, un babuino sobre el que se ha experimentado no está tan muerto como debería y empieza a matar a los jugadores uno a uno.

Durante la década de los 70 del siglo XX, las películas de ecoterror y revueltas de animales tienen su base en el nacimiento de la conciencia ecologista y las reacciones a los desastres ambientales sucedidos entonces. Entrando en la década de los 80, se cambia el foco hacia otro gran motivo de preocupación de la época (y también de hoy día, como el cambio climático): la experimentación con animales. El miedo y la sospecha hacia unas prácticas que entonces se realizaban con menos conciencia que ahora son la base de una gran diversidad de films. Shakma es uno de ellos. El babuino asesino que acecha a los personajes ha sufrido diversos experimentos en el cerebro, centrados en erradicar la agresividad. Por supuesto, buscando suprimirla lo que se hace es exacerbarla. Tras encontrada la justificación para la presencia del babuino asesino, el resto es una rutinaria construcción de una típica película de terror de serie B de la época.

Shakma es una película más oscura de lo que era habitual entonces. También resulta novedosa la idea de reunir a los personajes para jugar una partida de rol a lo grande, como si fuera una especie de gincana o caza del tesoro actual. Por desgracia, los personajes son planos y tópicos, lo que significa que gran parte de la película consiste en ver a personajes sin interés deambulando de aquí para allá. Se ha de admitir que cuando arranca la acción, la película se hace más entretenida y divertida de ver. Una ligera compensación por una primera parte que se hace algo pesada.

En cierto modo es irónico que los aciertos de la película hagan más evidentes sus fallos. Los interesados en las películas de animales asesinos deberían chequear Shakma y decidir si lo negativo pesa más que lo positivo.

 

18 jul 2025

La muerte acecha en la pantalla

 


 

Leyendo críticos anglosajones que escriben sobre el giallo, te puedes encontrar una noción bastante extendida según la cual solo se consideran auténticos gialli las producciones italianas. Es una opinión que siempre me ha parecido tremendamente absurda, principalmente porque los géneros y los estilos no tienen nacionalidad. Tienen lugar de origen, pero no nacionalidad. Es como decir que las películas del oeste de Sergio Leone no son auténticos westerns porque no son americanos. Otro argumento en contra es que gran parte de los gialli fueron coproducciones entre diversos países, para asegurar así una distribución internacional. Muchas de estas coproducciones eran entre España e Italia, países cercanos y que en aquel momento pasaban por momentos sociales parecidos. Lo que nos lleva al ejemplo que para mí hace más obvia que la idea de que solo se puede considerar un auténtico giallo una película enteramente italiana: los que fueron dirigidos por Luciano Ercoli. Ercoli estaba casado con Nieves Navarro, una actriz española que entonces usaba el nombre Susan Scott al aparecer en producciones internacionales. Debido a su matrimonio con Navarro, Ercoli estableció su pequeña productora en España, para luego trabajar en Italia, Inglaterra o donde fuera necesario. ¿Eran sus películas italianas o españolas? Realmente no importa, eran de Luciano Ercoli, eso es lo que importa. En su carrera como director dirigió tres gialli, siendo su díptico La muerte camina con tacón alto (La morte cammina con i tacchi alti, 1971) y La muerte acaricia a medianoche (La morte accarezza a mezzanotte, 1972) grandes títulos dentro del género.

La muerte camina con tacón alto fue la segunda película que dirigió Luciano Ercoli, tras debutar en el largo con Días de angustia (Le foto proibite di una signora per bene, 1970). Las dos son gialli pero concebidas antes de que la fiebre por el género explotara tras el estreno de El pájaro de las plumas de cristal (L'uccello dalle piume di cristallo, Dario Argento, 1970). El éxito del clásico de Argento transformó completamente el género, como si lo hubiera inventado para un nuevo público, lo que provocó que surgieran muchos imitadores. La muerte camina con tacón alto, sin embargo, no es una pálida imitación. Todo lo contrario, tiene una personalidad propia moviéndose dentro del género con un estilo clásico e innovador a un tiempo.

Nicole Rochard (Nieves Navarro) trabaja como bailarina de striptease en París y su padre es un notorio ladrón que ha robado una fortuna en diamantes. Un misterioso encapuchado va tras esta fortuna y, tras haber asesinado a Rochard, acosa a Nicole para que confiese dónde se ocultan los diamantes. Nicole pide ayuda a su amante Michel Aumont (Simón Andreu), pero, tras una discusión, queda claro que Michel no será de mucha ayuda. Desesperada, Nicole decide irse a Londres con el doctor Robert Matthews (Frank Wolff), un hombre atrapado en un matrimonio infeliz que se ha enamorado de Nicole. Pero el peligro sigue a Nicole por más lejos que se vaya.

El film de Ercoli presenta una trama propia del género policíaco, pero estructurado de forma peculiar. El asesinato central sucede a mitad de película, momento en que entra en escena el inspector Baxter (Carlo Gentili). Este es un personaje clásico, un poco al estilo de los investigadores peculiares que muy pronto se harían famosos en televisión como Colombo o Kojak. Esto hace que La muerte camina con tacón alto sea un título de transición entre el thriller habitual que seguía las directrices del estilo americano, francés y alemán, y el giallo de estilo puramente italiano. Con una dirección elegante sin demasiadas florituras, pero sin dejar de lado las innovaciones visuales de la época.

Ercoli ofrece un film de corte clásico, con secuencias que anuncian los excesos que estaban por llegar. Esto hace que algunos que busquen algo al estilo "argentiano" puede que se queden algo desorientados ante una película que sigue más el estilo de las novelas de intriga de la época. Pero hay mucho que apreciar en esta película aunque no tenga un bodycount al estilo de otros títulos de la época.

 

 


 

Tras el éxito de La muerte camina con tacón alto, no tardó en llegar La muerte acaricia a medianoche. Ercoli trajo de vuelta en el reparto, además de a Navarro/Susan Scott y a Simón Andreu como protagonistas, a Carlo Gentili, interpretando a otro inspector, a Claudie Lange y al experto en personajes pervertidos Luciano Rossi.

La película muestra la influencia de los cambios en el género con unas escenas más violentas y sangrientas, pero resulta refrescante que Ercoli no renuncia a construir un giallo siguiendo su propio estilo, sin caer en la simple imitación. Y lo hace con un argumento que presenta un desafío interesante para los cineastas, mostrar al asesino al inicio y mantener el suspense intacto. La modelo Valentina (Navarro) se deja convencer por su amigo periodista Gio Baldi (Andreu) para protagonizar un reportaje en el que probará una nueva droga, con la promesa de que ni su nombre ni su rostro aparecerá en el artículo. Mientras se encuentra bajo los efectos de la droga, Valentina es testigo de un asesinato en el edificio de enfrente. Por supuesto nadie la cree y, además, nadie se la toma en serio porque Gio la engañó y tanto su rostro como su nombre se utilizan en el artículo. Cuando el asesino empieza a seguirla, Valentina tendrá que desentrañar el misterio tras el asesinato antes de que el asesino la calle para siempre.

Navarro impregna a su personaje de una gran energía y personalidad, ayudada por Ercoli, su marido, que al igual que en la anterior película no le hace un plano malo. Andreu encarna a la perfección a este periodista sórdido y encantador, un tipo de personaje que le iba muy bien al actor. Navarro y Andreu tienen una gran química juntos, lo que hacen de este un giallo tan divertido como cargado de suspense. Y violento, como ya he dicho, con momentos en que Ercoli cubre la pantalla de sangre, literalmente.

La muerte acaricia a medianoche tiene un ritmo más rápido y ligero que el de Camina con tacón alto, pero su historia es también bastante intrincada. La manera en que se desarrolla hace que este sea un film más entretenido que el anterior, con un Ercoli que parece cada vez más en dominio de la cámara. De los dos, este es, para mi gusto, el título superior. Coge los elementos más atractivos del género y los sirve de manera única y personal, lo que es de agradecer sobre todo si has visto muchas películas de este estilo.

  

 


 

Pasos de danza sobre el filo de una navaja (Passi di danza su una lama di rasoio, Maurizio Pradeux, 1973) no tiene absolutamente nada que ver con las películas de Luciano Ercoli aquí comentadas. Pero da una idea del éxito de sus películas el hecho de que en países de habla inglesa Pasos de danza sobre el filo de una navaja se estrenó como Death Carries a Cane, traducido: La muerte lleva bastón, en un intento de atraer al espectador despistado y hacerle pensar que era otra película de la serie. La maniobra tenía sentido ya que una de las protagonistas del film de Maurizio Pradeux es Navarro alias Susan Scott, y también aparece Simón Andreu en un rol secundario. La reunión de veteranos de Ercoli se completa con Luciano Rossi en uno de sus habituales roles como personaje sórdido y sospechoso . Así, aunque no tiene nada que ver el díptico de La muerte... de Ercoli pensé que sería divertido añadirla como bonus track.

Mientras espera que llegue su novio Alberto (Robert Hoffman), Kitty mira por un telescopio a monedas el paisaje urbano, siendo testigo de un brutal asesinato. Cuando va a la policía, el inspector Merughi (Jorge Martín con el nombre George Martin) no se acaba de creer su testimonio, pero luego descubre que el crimen puede que esté relacionado con otros asesinatos que investiga. El inspector empieza a sospechar de Alberto, así que este debe demostrar su inocencia con su propia investigación, mientras los cadáveres se empiezan a acumular a su alrededor.

El contraste entre el film de Maurizio Pradeux y los de Ercoli es bastante pronunciado. Mientras Ercoli rodó sus guiones con estilo, clase y personalidad propia, Pradeux se regocija en los elementos más explotables del giallo: crímenes sangrientos y generosas dosis de erotismo. Un enfoque que hace que el film de Pradeux funcione a otro nivel del de los de Ercoli o de otros grandes del género como Dario Argento, Mario Bava o Lucio Fulci. El desarrollo de la trama pasa a segundo plano mientras se acumulan las escenas de suspense salpicadas de desnudos gratuitos, lo que trabajado con savoir faire hace que el film sea constantemente entretenido. La resolución es satisfactoriamente absurda, de modo que aunque se sigue la fórmula sin mucha imaginación el resultado es muy notable.

 

11 jul 2025

Metalstorm (Metalstorm: The Destruction of Jared-Syn)

 


 

Charles Band, como Roger Corman, se convirtió en una figura de culto a través de su productora Empire, donde desarrollaron sus carreras talentos como el de Stuart Gordon y Brian Yuzna. Luego, durante la década de los 90 del siglo XX, siguió siendo un nombre relevante dentro de la serie B y el cine de culto con su productora Full Moon, fundada después de que Empire entrara en bancarrota. Pero si sus contribuciones son principalmente como productor y creador de conceptos, también ha sido de director de diversos títulos en su día destinados a llenar las estanterías de los videoclubes. Metalstorm (Metalstorm: The Destruction of Jared-Syn, 1983) es uno de sus títulos más populares (y quiero decir literalmente título) dentro de su carrera como director, si bien no es una de sus películas más brillantes.

Dogen (Jeffrey Byron) es un agente de la ley que atraviesa el desierto en busca del criminal Jared-Syn (Michael Preston). Jared-Syn se ha erigido en líder de los clanes nómadas, agitándolos para crear violencia y caos. Unos secuaces de Jared-Syn matan al padre de Dhyana (Kelly Preston), quien jura venganza y por ello se une a Dogen en su caza de Jared-Syn. Ambos se enfrentarán a diversos peligros para lograr llegar a su objetivo.

Metalstorm tenía todos los ingredientes para convertirse en una cinta de culto. Es un film que mezcla las tendencias populares en el cine de género a principios de los 80 del siglo XX: space opera al estilo La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977), la fantasía al estilo Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982) y la acción posapocalíptica al estilo Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981). Esta mezcla implica también que el film tiene un toque spaghetti western, presente en las películas mencionadas. Por si fuera poco, también se estrenó en 3D, formato que entonces estaba experimentando un revival con diversas terceras entregas que lo usaron.

Y, a pesar de todo, la suma de estos elementos no da como resultado un memorable film de culto, sino más bien una anodina película de acción que no deja impronta. Tiene un título memorable, un reparto notable y algún breve momento que queda bien en un tráiler o en un clip en Youtube. Pero Metalstorm tiene demasiados elementos derivativos y muy poca personalidad propia. Claro, es mejor que cualquiera de los remakes en imagen real de películas de animación que manufactura Disney, pero carece de ese toque personal, peculiar, que tienen las cintas de culto. Ese je ne sais quoi mágico que hace que una película genere un culto de fans a su alrededor. Por otro lado, tampoco posee atractivo mainstream ya que no tiene nada que no tengan ya las películas a las que copia.

En cierto modo, Metalstorm es la esencia de lo que era el cine de bajo presupuesto en sus inicios: grandes pósters y tramas épicas que nunca cumplían con sus promesas.

 

4 jul 2025

La fosa común (Graveyard Shift)

 


 

La primera vez que vi La fosa común (Graveyard Shift, Ralph S. Singleton, 1990), basada en el relato de Stephen King "El último turno" que aparecía en su antología El umbral de la noche, no me impresionó demasiado si he de ser sincero. Tampoco ayudó a su causa que se estrenara entre tremendas adaptaciones de novelas de King como fueron El cementerio viviente (Pet Sematary, Mary Lambert, 1989) y Misery (Rob Reiner, 1990). Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y la iba revisitando, La fosa común fue ganando interés, descubriendo cosas en ella de adulto que no había sido capaz de ver de niño.

Curiosamente, Graveyard Shift nació en el set de El cementerio viviente. En la película de Mary Lambert trabajaba Ralph S. Singleton como uno de los productores. Allí se le acercó William J. Dunn para proponerle trabajar en otra adaptación de un relato de King del que tenía los derechos. Singleton no se lo pensó demasiado y le presentó el proyecto a la Paramount con la intención de tenerla lista para la temporada de Halloween. El proyecto se produjo muy rápido, sobre todo gracias a que ya existía un guion escrito por John Esposito listo.

El guion de Esposito hace un buen trabajo expandiendo el relato original para que llene la hora y media que dura la película. El relato de King, que a opinión personal tiene algo de influencia de El testimonio de Randolph Carter, es bastante oscuro y pesimista, tal vez debido a la experiencia de King trabajando en una fábrica textil. El film no es tan nihilista y contiene algo más de humor, por ejemplo en una escena se ve a un personaje leyendo lo que parece una novelización de Ben (Phil Karlson, 1972) (una película de venganza con ratas), pero la trama central es la misma. En la fábrica textil Bachman tienen un serio problema de infestación de ratas. Tras un accidente que puede que provoque el cierre la fábrica, el capataz Warwick (Stephen Macht) decide crear una unidad que haga limpieza del sótano durante el fin de semana del cuatro de julio para evitar el cierre. Entre los escogidos se encuentra John Hall (David Andrews), recién llegado al pueblo y que no tarda en ganarse la enemistad de Warwick. Luchando contra las ratas se encuentra también un exterminador (Brad Dourif) que se toma muy a pecho su trabajo. Lo que ninguno sospecha es que lo que ha provocado los accidentes y las muertes en la fábrica no son las ratas, sino una criatura que se ha erigido en su líder.

El aspecto principal a destacar de la película es su homenaje a las películas de monstruos de serie B de los 50. La década de los 90 del siglo XX es una época en la que el cine de terror se veía con desprecio tras los excesos de los 80. Es el momento en que se empieza a utilizar la expresión "thriller psicológico" para evitar decir "película de terror", pero es de apreciar que esta película se muestra orgullosa de sus raíces de género. También ayuda el sólido reparto que da vida a los personajes, como Stephen Macht, David Andrews, Kelly Wolf y Andrew Divoff en uno de sus primeros papeles. Por supuesto, quién destaca es Brad Dourif como el exterminador, un personaje creado para la película y que es una adición brillante gracias al trabajo de Dourif. El actor lo da todo para un personaje que, en otras manos, podría haber resultado ridículo.

Entrelazado entre trama terrorífica el guion incluye alegorías sociales y sobre el mundo laboral, dando soporte a una muy buena caracterización de los personajes. Esta conjunción de sólido guion, reparto y dirección ha conseguido que, a pesar de no ser muy apreciada en su día, La fosa común se haya mantenido como una notable película de terror que tiene más que ofrecer de lo que parece a primera vista. Además, cuando arranca una película y su título empieza a derramarse como sangre es que vale la pena verla.

 

27 jun 2025

Fatal Frames - Fotogrammi mortali

 


 

Me gustaría invitaros a un club muy selecto. Selecto en el sentido de que es muy, muy reducido pero aceptamos a cualquiera. El único requisito es saber apreciar los extraños placeres que ofrece Fatal Frames - Fotogrammi mortali (Al Festa, 1996). Un peculiar giallo realizado por un colaborador de Bruno Mattei y Claudio Fragasso, para que os vayáis haciendo a la idea de que no se trata de una obra maestra en el mismo sentido que una película de Dario Argento puede ser una obra maestra. Es única de manera única.

Alex Ritt (Rick Gianasi) es un director de videoclips que decide aceptar un trabajo en Italia para superar la depresión que arrastra desde que su novia fuera asesinada en su apartamento. Al llegar a Roma conoce a la estrella pop con la que va a trabajar, Stefania Stella (Stefania Stella) una diva italiana que aspira a entrar en el mercado americano. El rodaje arranca, pero al poco Alex es testigo de un asesinato, lo único que queda de la víctima es una cinta de video dejada por el asesino. Pronto, las cintas y los asesinatos se multiplican, lo que hace que Alex sienta que el asesino juega con él, mientras el inspector Bonelli (David Warbeck), al frente del caso, sospecha que Alex oculta demasiados secretos.

 Sobre el papel, Fatal Frames puede parecer el un giallo típico, pero ya el año en que se estrenó indica que de típico tenía poco. Para mediados de los 90 del siglo XX, la industria del cine de género en Italia había implosionado, los pocos supervivientes se habían pasado a la televisión o al mercado del directo a video. La excepción, claro, era Dario Argento, aunque también los recursos que había tenido a su disposición en el pasado ya no estaban disponibles y trabajaba con presupuestos más ajustados. Por eso Fatal Frames se planteó como un evento, un homenaje al giallo del pasado. De ahí que gran parte de su reparto estuviera constituido por estrellas internacionales del género haciendo cameos: Linnea Quigley, Alida Valli, Angus Scrimm, Donald Pleasence y David Warbeck hacen acto de presencia (Warbeck con un papel más extenso comparado con los cameos del resto), que incluía también nombres ya más conocidos dentro del cine italiano como Ciccio Ingrasia. Pero tanto cameo hincha la historia con personajes que aparecen sin consecuencia para la trama principal. Angus Scrimm tiene una única escena en la que hace un breve monólogo al estilo Hombre Alto, mientras que Donald Pleasence aparece en tres escenas interpretando a un experto criminalista, pero que tampoco aporta nada a la trama. Esto tiene su origen en que el film se empezó a rodar en 1993, se canceló debido a falta de fondos para luego reanudarse un par de años después cuando Pleasence ya había fallecido. Por eso mismo, el policía que interpreta Warbeck cubre el hueco de los personajes que no podían volver, lo que crea distintas inconsistencias pero le dan un toque extraño e innecesariamente complicado que forma parte del encanto del film.

Aparte del reparto de estrellas, los protagonistas del film son actores entonces desconocidos y que hoy día lo siguen siendo. Actores como Rick Gianasi y Leo Daniel, que junto a otros miembros del reparto hacen evidente que el pelo largo estaba de moda entonces: todos lo llevan de la misma manera. Pero el nombre más destacado es el de Stefania Stella, productora también del film y esposa del director. Es exagerada y exuberante como una típica diva pop italiana, resulta inexpresiva y exagerada al mismo tiempo, en ocasiones en la misma escena. Este peculiar estilo de interpretar es más obvio en una escena, que me hizo reír y me convenció de que esta era una película única, en la que a la actriz se filmó en otro momento y otro set que al resto de actores, utilizando una doble en los planos generales. Se nota mucho porque se utiliza el mismo fondo en el primer plano de Stella, mientras que las escenas transcurren en lugares distintos. Al Festa se encargó de componer también la banda sonora y las canciones de Stella, una especie de italo-dance noventero, un poco al estilo Locomia, que podríais escuchar en los chiringuitos de playa de la época. Stella es el personaje más destacado de la película, aunque solo sea por ser la cantante más egocéntrica de la historia: toda su casa esta decorada con fotos suyas promocionales, las sábanas también tienen su cara impresa e incluso en la escena de sexo con el protagonista, en el dormitorio se emiten videoclips suyos para que pueda contemplarse mientras lo hace.

Fatal Frames es uno de los títulos del género en los que es más fácil adivinar quién es el asesino y sus motivos, más que nada porque en las escenas en las que se supone que habla con la policía Festa no se molesta en disfrazar demasiado la voz del culpable. A pesar de ello, no deja de entretener. Festa rueda la película como si fuera uno de sus videoclips, sin diferencia entre las escenas oníricas y las "reales". El director nos presenta un mundo exagerado y falso, en el que nadie reacciona o habla como lo hacen los seres humanos. La cumbre es cuando llega uno de los momentos más absurdos de la historia del género: un excitado inspector Bonelli descubre que, debido a un error del asesino, lo podrán identificar por... ¡su sombra! Este momento absurdo nos hace entender porque todos los personajes no estrellas de serie B llevan el mismo peinado.

Al Festa nos regaló un homenaje al giallo que parece un sueño febril. Los momentos absurdos y demenciales se van acumulando hasta la conclusión. Puede que sepas quién es el asesino al poco de empezar, pero el director atrapa con mayores misterios: qué nuevo absurdo sucederá en pantalla, quién hará acto de presencia para desaparecer luego, qué sentido tiene la historia... Al Festa empezó en el cine de la mano de Bruno Mattei y Claudio Fragasso, este film hace obvio que aprendió de los maestros del cine trash italiano cómo hacer que una película sea entretenida sin necesidad de lógica o sentido común.

 

20 jun 2025

Specters: Espectros (Spettri)

 


 

Recuerdo que cuando inauguraron un Blockbuster en mi barrio fui con muchas ganas. Al entrar descubrí que, claro, lo que llenaba más las estanterías eran las novedades mainstream, lo que le quitaba interés para mí (un amigo también me señaló que, al contrario que los otros videoclubes de la zona, no tenían sección de cine X, lo que atribuimos a que se trataba de una cadena americana). Pero, al inspeccionarlo mejor, vi que en las estanterías interiores, más alejadas de las luces de las novedades, era donde estaba la mandanga de la buena. Las películas antiguas, viejas, hechas polvo, donde se podían encontrar ocultas maravillas, que además se podían tener en casa más días porque no eran estrenos. Fue en aquellas estanterías donde descubrí Specters: Espectros (Spettri aka Specters, Marcello Avallone, 1987). Era imposible que no la alquilara con semejante carátula:

 

 

Y en VHS se quedó. Aunque me había gustado, quedó relegada a los rincones oscuros del videoclub interior. No la recuperé luego en DVD, pero algo de Specters se me quedó porque, por ejemplo, cuando empecé a ver La madre del mal (La terza madre aka Mother of Tears, Dario Argento, 2007) el inicio se me hizo familiar, como que ya había esto antes. Y, en cierta forma, así era.

El profesor Lasky (Donald Pleasence) está al frente de un grupo de arqueólogos que trabaja en las catacumbas de Roma. El grupo hace un importante descubrimiento, una tumba desconocida que estaba oculta hasta entonces. Muy pronto, extraños fenómenos empiezan a ocurrir, como si el mal oculto en las catacumbas empezara a contaminar la superficie. Marcus (John Pepper), uno de los arqueólogos, empieza a unir los extraños sucesos con lo sucedido en las catacumbas, mientras la novia de Marcus, la actriz y cantante Alice (Trine Michelsen), empieza a tener terribles pesadillas y alucinaciones que parecen relacionadas con el descubrimiento del profesor Lasky. Un argumento clásico que Marcello Avallone desarrolla con gusto y estilo, notándose que él era un fan del género.

Mientras se encontraba rodando un documental en Estados Unidos, Avallone descubrió como el cine de terror estaba cambiando y evolucionando. Esto le dio la idea de hacer una película de terror con un monstruo al acecho y un toque un poco de serie B. Contactó con el productor Maurizio Tedesco y se pusieron a trabajar en un guion, en el que también trabajó Andrea Purgatori, que principalmente trabajó como periodista de investigación.  El proyecto se puso en marcha bastante rápido, sobre todo una vez se aseguró la participación de Donald Pleasence en el reparto y que Sergio Stivaletti se encargara de los efectos especiales. Pero en este caso lo que destaca es que Avallone y Tedesco lograron asegurar un holgado presupuesto y nueve semanas de rodaje, en un momento en que la industria cinematográfica italiana estaba en plena crisis, siendo el más afectado el cine de género producido en Italia.

Siempre es un pequeño shock ver una película que solo has conocido en VHS en gloriosa alta definición. Más en el que caso de esta película en la que el presupuesto y el calendario hicieron posible que Specters tuviera un gran acabado, buena fotografía y estupendos efectos especiales. Todo ello a pesar de que Avallone quisiera hacer, como hemos dicho, un film que tuviera un toque de serie B. En lo que se refiere a los efectos especiales, funcionan sobre todo porque el director sabe qué mostrar y cuánto tiempo mostrarlo. Esto es especialmente importante en lo que se refiere al monstruo que acecha a los protagonistas: se muestra lo bastante como para que se pueda admirar su diseño pero no tanto para que pierda realismo o resulte ridículo. En favor de los efectos especiales también juega la claustrofóbica atmósfera del film. La ambientación en las catacumbas funciona a la perfección con la historia, generando secuencias muy logradas como el descubrimiento de la cámara oculta y algunas escenas de muertes sangrientas. Habiendo visto todo esto, sorprende que la película fuera concebida originalmente como un telefilme y no una película para estrenar en cines. Por suerte, se decidió que era demasiado oscura y brutal para la televisión italiana y se estrenó en cines, lo que facilitó que llegara a nuestras pantallas.

Viendo la película ahora, hay un aspecto que me llamó la atención que imagino me pasaría desapercibido cuando la vi por primera vez en vídeo, ya que cuando era un chaval que todavía no tenía el conocimiento del género que tengo ahora. Esto es que Avallone hace diversos guiños y homenajes al cine de terror, antes de que lo "meta" estuviera de moda. Algunos de estos guiños están bastantes logrados, como el macabro uso que se hace del clásico león de la Metro. Otro detalle que me sorprendió es que, por alguna razón, se especifica que un periodista de El País llega para entrevistar a Alice, en lugar de un periodista italiano o americano. ¿Tenía amigos en El País Avallone o era una contribución de Purgatori?

 

 

Avallone mantiene un buen equilibrio entre el terror más atmosférico con impactantes momentos gore. Esto hace que, aunque no se trate del argumento más original del mundo, es contado de forma entretenida sin un momento para el aburrimiento, lo que explica que fuera un gran éxito de taquilla en Italia y tuviera una distribución internacional bastante óptima. A pesar de ello, la película pasó un tiempo en la oscuridad. Investigando, he visto que tuvo un par de ediciones en DVD, una italiana y otra inglesa, de calidad discutible. Lo que hace ideal que se haya editado en Blu-ray y pueda ser descubierta o redescubierta por los fans del género. Specters es un film que no tiene grandes nombres del género que lo respalden detrás de las cámaras, como Dario Argento o Lucio Fulci, pero es muy efectivo a pesar de todo. Es cierto que las interpretaciones, con alguna excepción como Donald Pleasence (obvio), son algo flojas pero esto no impide que el film cumpla con las expectativas sobre este tipo de películas. Es una lástima que la proyectada secuela nunca se acabara de materializar, habría sido interesante ver qué más hacía con la premisa Avallone.

En definitiva, no os esperéis una obra maestra pero sí una película de terror efectiva, con algo de sentido del humor, que cuenta una historia tal vez familiar pero con toques de originalidad.

 

13 jun 2025

Frío como el acero (Stone Cold)

 


Resulta increíble pensar que Frío como el acero (Stone Cold, Craig R. Baxley) se estrenó en 1991, porque vista parece más un estreno de 1986 que algo producido en la, algo más sosa. década de los 90. Naturalmente, fue un fracaso de taquilla ya que era algo de otra época, el tipo de acción desmesurada y el tono rozando la autoparodia que se creía era algo que ya formaba parte del pasado. Eso sí, parece que en España sí que fue un éxito porque hay dos películas con el mismo protagonista que no tienen nada que ver con esta pero fueron publicitadas como secuelas de Frío como el acero. La última película siguiendo el estilo excesivo de los 80, que fue vista así en el mismo momento de estrenarse y que tuvo cierta resonancia fue Tango y Cash (Tango & Cash, Andrey Konchalovskiy, Albert Mangoli, 1989), que ya anunciaba el fin de una era. Y entonces llegó Frío como el acero para marcar la muerte de una manera de hacer y entender el cine de acción. La película se ha convertido en una cinta de culto que nos ilumina la vida con la cálida luz de explosiones y  el regocijo de fantásticas frases de chulopiscinas, cada una más ridícula que la anterior. Para el que no la conozca, dejadme explicaros porque esta es un obra maestra del género.

Ya he dicho que esta película parece claramente un producto de los 80 más que de cuando fue realmente realizada. Esta sensación nace con la primera escena de Stone Cold, que parece una imitación de la escena que abre Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986), aunque más excesiva y aún menos realista, lo que ya es decir. Es la manera de introducir a nuestro protagonista, Joe Huff, el típico y tópico poli rebelde que no sigue las reglas, el tipo de poli que en estas pelis siempre dice "que no trabaja con compañeros" antes de que le impongan uno (en esta ocasión, un enlace con el FBI interpretado por Sam McMurray (actor que no conoceréis por el nombre pero seguro que os suena haberlo visto en diversas sitcoms). Joe Huff fue interpretado por Brian Bosworth, entonces famoso como jugador de rugby. Cuando tuvo que dejar el deporte debido a lesiones en los hombros decidió encaminarse hacia la interpretación. Con su aspecto, Bosworth estaba destinado a encasillarse en el cine de acción. Sin embargo, carecía del carisma o el talento que poseían otras estrellas del cine de acción. Es decir, Jean-Claude Van Damme puede que no sea Al Pacino precisamente, pero tiene suficiente presencia en pantalla y carisma como para sostener una película con cierta gracia, no es el caso de Bosworth. Huff es suspendido por sus acciones y así es posible que el FBI lo reclute para infiltrarse en una banda neonazi de motoristas que está expandiendo sus negocios con el tráfico de drogas. Con el nombre John Stone, Huff logra infiltrarse en la banda, justo a tiempo para descubrir no solo los negocios de esta con las mafias de la zona, también un complot para asesinar a un senador.

Los villanos Ice y Chains Cooper están interpretados, respectivamente, nada menos que por William Forsythe y Lance Henriksen. Y, claro, pones a dos talentos como Forsythe y Henriksen al lado de Bosworth y sus carencias como actor se hacen más evidentes, se lo comen con patatas. Pero, la verdad, es que la película ofrece suficiente violencia y entretenimiento como para que las carencias del protagonista no importen. El film intenta que su personaje sea un macho machote de verdad, lo que hace que haya momentos en que derive hacia la autoparodia en su obsesión por hacer del protagonista un súpermacho. Es un poco como las películas en las que Vin Diesel hace que el resto de personajes lo miren con adoración y admiración diciendo continuamente lo grande que es, pero en el caso de Stone Cold se ha de reconocer que está hecho con ciertas dosis de humor. Henriksen domina la película como un auténtico villano de corazón negro. Al parecer, el director original, Bruce Malmuth que dirigió títulos notables en el cine de acción como Halcones de la noche (Nighthawks, 1981) y Difícil de matar (Hard to Kill, 1990), tenía un enfoque más "realista". El personaje de Bosworth estaba relativamente tratado como un ser humano normal, con mujer y un hijo, pero todo esto fue eliminado del guion, a pesar de que ya habían rodado escenas con la familia, cuando llegó el nuevo director Craig R. Baxley, cuando Malmuth abandonó el rodaje debido a las consabidas diferencias artísticas.

Baxley llegaba al rodaje de Stone Cold tras haber dirigido dos clásicos de culto como son Acción Jackson (Action Jackson, Craig R. Baxley, 1988)Dark Angel: Ángel de la muerte (Dark Angel aka I Come in Peace, Craig R. Baxley, 1989), perfectos ejemplos del cine de acción ochentero de la escuela Joel Silver. Baxley puso rápidamente en práctica lo que había aprendido, dejando de lado el realismo y abrazando el exceso y absurdo del cine de acción más pasado de vueltas. Esto se tradujo en, como ya he dicho, convertir el personaje de Bosworth en casi una caricatura del héroe de acción más típico. Cualquier escena puede acabar en un tiroteo y basta con mirar fuerte a un coche para que explote. La banda sonora es un desfile de canciones de rock duro, una tras otra, y hay grandes dosis de desnudos gratuitos. ¿Cómo de gratuitos? En una escena se hace una panorámica del campamento de los motoristas, la cámara pasa de repente por delante de una ducha salida de la nada en la que hay mujeres que están posando más que duchándose, la cámara sigue luego rodando a la gente en su día a día. De nuevo, tan obvios y forzados que resultan hasta cómicos.

Lo que no es un chiste en esta película es la acción. Todas las secuencias están muy bien ejecutadas, los especialistas hacen un trabajo fantástico con algunos momentos muy notables, como una moto contra un helicóptero. Es la acción lo que hace que esta película brille. Si lo mezclamos con el tono de tebeo y el estilo puramente ochentero, el resultado es un film entretenido de principio a fin. El testamento de una manera única de entender el cine de acción. Ya no se hacen películas como esta, si esto es algo bueno o malo lo debéis decidir vosotros.

 

6 jun 2025

In the Dust of the Stars (Im Staub der Sterne)

 


 

Antes de que se estrenara La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas) en 1977 y su éxito implicara que la space opera dominase la ciencia ficción cinematográfica, el género se encontraba en un momento fértil, con estilos y tramas muy diversos. Esta diversidad tenía su punto de origen en los estrenos de 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968)Solaris (Solyaris, Andrei Tarkovsky, 1972). Estos clásicos dieron origen a títulos muy distintos y diversos, desde Barbarella (Roger Vadim, 1968) La fuga de Logan (Logan's Run, Michael Anderson, 1976), de Naves misteriosas (Silent Running, Douglas Trumbull, 1972) El hombre que cayó a la Tierra (The Man Who Fell to Earth, Nicolas Roeg, 1976), pasando por Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, Richard Fleischer, 1973) y Westworld, almas de metal (Westworld, Michael Crichton, 1973). Entre toda esta variedad, llegó desde la antigua Alemania del Este, la República Democrática Alemana, In the Dust of the Stars (Im Staub der Sterne, Gottfried Kolditz, 1976), un fantástico delirio.

Tras un largo viaje, la nave espacial Cyrno aterriza en el planeta TEM 4, del cual recibieron una llamada de socorro. Pero cuando la capitana Akala (Jana Brejchová) contacta con los temeritas, estos niegan haber realizado dicha llamada. Sospechando que sucede algo extraño, la tripulación del Cyrno decide quedarse e investigar, realizando un terrible descubrimiento que les pondrá en peligro.

El estudio alemán DEFA estaba especializado en el cine de género, llenando las pantallas de comedias, musicales, westerns...  si bien siempre siguiendo las directrices artísticas del partido comunista. Poco a poco, los cineastas de la Alemania del Este pudieron lograr aumentar el espacio que tenían para maniobrar, logrando incluso colar algún mensaje contra el régimen que había pasado desapercibido a los "controladores". DEFA realizó cuatro películas de ciencia ficción que, sobre el papel, estaban diseñadas como herramientas de propaganda del régimen. Pero lo cierto es que, aprovechando la coartada del género, estas películas eran más críticas con el régimen de lo que podría parecer a primera vista. La parte positiva de estas películas utópicas (la definición "ciencia ficción" se consideraba propia del sistema capitalista) es que mostraban una sociedad en la que no hay diferencias de raza o sexo, presentando repartos muy diversos, teniendo en cuenta la época, años antes de que la serie Star Trek emitiera su primer episodio. La idea era propagar la idea de que en los países comunistas no habría prejuicios raciales ni de sexo, cuando en la práctica, lamentablemente, la URSS y sus países satélite eran tan racistas, imperialistas y misóginos como los países capitalistas. En lo que se refiere a la película, en In the Dust of the Stars el protagonismo se divide equitativamente entre personajes masculinos y femeninos, con la novedad de presentar a una mujer como capitana. Algo que, hasta llegados a finales de los 90, fue algo inédito en el cine americano y europeo.

La trama presentada no era muy distinta de otras producidas en Estados Unidos o Europa: un grupo de valientes llega para desarmar la tiranía impuesta sobre una población débil. En teoría, una crítica del imperialismo yanqui, lo que permitió que la película pasara la censura del partido comunista. Pero lo cierto es que la película ataca todos los regímenes que coartan la libertad, lo que incluía el régimen de Alemania del Este. La película estaba producida por un grupo llamado Futurum, que dentro de la DEFA había producido diversos cortometrajes. Era un grupo formado por artistas diversos críticos con el régimen, lo que se ve reflejado en la película. De este modo, In the Dust of the Stars es una poderosa alegoría, con giros de guion inesperados para los que vivimos en el decadente mundo capitalista, que hace que trascienda los límites impuestos y la convierta en una película destacada dentro del género.

También es rara de cojones.

Las alegorías, su lugar dentro del género, lo innovador que es su guion... todo eso está muy bien. Pero la razón por la que la película me pareció fascinante y una pequeña maravilla es su delirante mezcla entre la seriedad del clásico de Kubrick y el glamour de Barbarella. Tiene un diseño de producción psicodélico ultra-setentero, especialmente llamativo en los villanos. Además, tuvieron la brillante idea de que el argumento diera lugar a momentos musicales futuristas, destinados a seducir a los protagonistas y dejar al espectador turulato.

La película de Gottfried Kolditz presenta elementos propios del cine exploitation con una sensibilidad artística propia del cine "serio", es parte puro entretenimiento y parte cine de autor. Lo más increíble es que esta mezcla funciona, logrando que la película sea profunda y superficial al mismo tiempo, sin un momento aburrido o plano. Es psicodelia futurista, para llevarte a otro mundo sin dejar el salón de casa. 

 

30 may 2025

Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco)

 


 

La década de los 70 del siglo XX en Italia fue especialmente conflictiva, parecido a lo que pasó en España tras la muerte del dictador y basura humana Francisco Franco. En Italia, esto se tradujo en un aumento en los secuestros y crímenes políticos, enfrentamientos entre bandas de extrema derecha e izquierda y diversos atentados terroristas. Teniendo en cuenta este ambiente, no es de extrañar que La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) causara un gran impacto cuando se estrenó en Italia en 1973. El éxito del clásico de Wes Craven llevó a muchos productores avispados a crear películas parecidas, en las que se mezclara el sexo y la violencia, pero, se ha de reconocer, sin caer en el plagio. Un perfecto ejemplo es la notable Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975). Un título que me hizo pensar en repasar la película sobre la que trata este artículo. Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco, Ruggero Deodato, 1980), en la que más obvia fue la influencia de La última casa a la izquierda ya que buscaron tener al actor protagonista del film de Craven: David A. Hess, pero la película de Deodato es una experiencia completamente distinta de la que ofrece la de Craven.

Tom (Christian Borromeo) y Lisa (Annie Belle), una pareja de clase alta, van a un taller mecánico, en un barrio alejado de los lugares que habitualmente transitan, para que les reparen el coche. Allí conocen a Alex (David Hess) y Ricky (Giovanni Lombardo Radice), que se autoinvitan a la fiesta a la que van Tom y Lisa, en la casa cerca del parque a la que alude el título original. Una vez allí, los miembros de clase alta que dan la fiesta empiezan a burlarse y abusar de Ricky. Alex, que al inicio del film vemos como viola a una mujer (Karoline Mardeck), no se toma a bien las burlas y, navaja en mano, convierte a los invitados en sus rehenes. Alex idea toda una serie de torturas y abusos sexuales para los habitantes de la casa, cada vez más violentos. Será una noche que nadie olvidará.

Los productores Franco Di Nunzio y Franco Palaggi quedaron muy impresionados con el film de Wes Craven, poniendo en marcha su película poco después de ver La última casa a la izquierda. Sin embargo, los guionistas Gianfranco Clerici y Vincenzo Mannino se inspiraron, para escribir su guion, en una película estrenada unos años antes de La última casa a la izquierda: El incidente (The Incident, Larry Pearce, 1967). En esta película, una pareja de maleantes acosa y toma como rehenes a los pasajeros de un vagón de metro, un reflejo de la parte más oscura de la Nueva York de la época. Cuando el proyecto llegó a manos del director Ruggero Deodato, que se puso a trabajar en él casi de inmediato tras terminar Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980), añadió otra inspiración para hacer el proyecto suyo.

En Italia, en 1975, tres jóvenes secuestraron, violaron y torturaron a dos jóvenes de 17 y 19 años. Mataron a la más joven, pero la otra sobrevivió al hacerse la muerta y lograr así escapar de sus captores. Este crimen causó una gran impresión no solo por lo monstruoso, también porque los culpables eran tres jóvenes de clase alta que acudían a una exclusiva academia privada católica, que colaboraban con grupos de extrema derecha (si bien el hecho de que eran fascistas se silenció durante el juicio), mientras que las dos chicas provenían de la clase trabajadora y acudían a una escuela pública. Unas implicaciones sociales que no pasaron desapercibidas, en especial durante una época tan politizada como la década de la que estamos hablando.  Deodato explica en una entrevista que sentía un enorme desprecio por estos jóvenes de clase alta, para mostrarlo se inspiró en este crimen, conocido como la masacre de San Felice Circeo que era donde estaba la villa en la tuvo lugar, procurando que su película fuera lo más realista posible.

El enfoque de Deodato hace que uno de los temas principales del film sea la lucha de clases, si bien tratado de manera que parece que el director nos dice que todos son igualmente terribles. Alex y Ricky, miembros de la clase baja, son presentados como criminales, aunque Ricky tenga algo de inocencia que Alex todavía no ha conseguido destruir. Por su parte, el resto de personajes, miembros de la clase alta, son presentados como víctimas, pero también como instigadores y, en algunos aspectos al llegar a la conclusión, incluso peores que Alex. Aparte de Ricky, que muestra ciertos escrúpulos y se niega a llevar a cabo algunas de las cosas que le pide Alex, y de Gloria (Lorraine De Selle), que también muestra ciertos escrúpulos y se planta ante el grupo, el único personaje completamente inocente es Cindy (Brigitte Petronio), que sufre uno de los momentos más brutales de la película a causa de esa misma inocencia. Esto hace que La casa sperduta nel parco sea un film cínico y nihilista, que nos sumerge en un mundo amoral en el que no hay héroes. No busca la satisfacción visceral de películas de venganza, es más incómoda y confrontativa.

Este era un enfoque habitual en el cine italiano de la época, al igual que era habitual usar canciones dulces en escenas brutales como contraste, en este caso Sweetly del compositor de la banda sonora Riz Ortolani. La misantrópica mirada que Deodato ya había empleado en Holocausto caníbal, que aparece también en películas de la época como Condenados a vivir (Joaquín Luis Romero Marchent, 1972), es más pronunciada en Trampa para un violador. Así, House on the Edge of the Park, como se conoce en el mercado anglosajón, es una película difícil de ver, pero poderosa, también gracias a un reparto que eleva algunos momentos de la película, como hacen David Hess y Annie Belle. No la recomiendo de forma indiscriminada, pero es toda una experiencia.

El tráiler de La casa sperduta nel parco es memorable también. Usaron el título en inglés y lo escribieron mal, algo que uno esperaría que sería uno de los puntos claves que querrían que le quedase claro al espectador.

 

23 may 2025

Una cuestión de clase: Violación en el último tren de la noche

 


 

He llegado a la conclusión que Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975) es a La última casa a la izquierda (Last House on the Left, Wes Craven, 1972) lo que La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più, Sergio Leone, 1965) es a Yojimbo (Yôjinbô, Akira Kurosawa, 1961). Puede que una empezara como una copia de la otra, pero mediante el talento de sus respectivos cineastas se convirtieron en clásicos por méritos propios. Incluso me atrevería a afirmar que, y vayan preparando la hoguera los puristas para quemarme, el film de Aldo Lado es superior al de Wes Craven en varios aspectos. Esto es algo que no pensaba cuando comenté por primera vez esta película, pero al verla otra vez, en una reciente edición en 4K, mi opinión sobre ella ha cambiado completamente. Por eso este nuevo artículo.

El clásico de Craven se estrenó en Italia en 1973, país en el que, como en la mayoría de lugares en que se estrenó, fue un gran éxito, si bien cargado de polémica. Y, siguiendo la tradición, su éxito inspiró a diversos productores a poner en marcha películas que imitaran la de Craven para intentar atraer a los espectadores con su mezcla de sexo y violencia. Por su parte, Aldo Lado acaba de cosechar bastante éxito con una serie de películas dramáticas y cómicas, alejadas de los dos clásicos gialli con que empezó su carrera como director, La corta noche de las muñecas de cristal (La corta notte delle bambole di vetro, 1971) y ¿Quién la ha visto morir? (Chi l'ha vista morire?, 1972). Cansado de que le ofrecieran hacer solo películas parecidas a las que ya había hecho, Lado y el director Pupi Avati llevaban un tiempo trabajando en una adaptación de la infame obra del Marqués de Sade Los 120 días de Sodoma. El proyecto no se realizó y más tarde sería Pier Paolo Pasolini quién adaptara la obra de Sade en el polémico clásico Saló o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma, 1975). Lado había trabajado en una adaptación que convirtiese Los 120 días de Sodoma en una alegoría política, de modo que cuando le propusieron hacer Violación en el último tren de la noche, es lógico que le atrajese el proyecto para explorar los temas que no pudo tratar en la abortada adaptación de Sade. Lado no había visto la película de Craven, pero seguramente sí que había visto El manantial de la doncella (Jungfrukällan, Ingmar Bergman, 1960), de modo que seguramente reconoció la estructura de la historia. Su adaptación, sin embargo, añade interesantes variaciones y personajes que hacen de ella una película compleja, cínica y perturbadora.

El argumento de Último tren arranca de forma más o menos familiar. Lisa (Laura D'Angelo), después de un tiempo estudiando en Alemania, vuelve a casa para pasar la Navidad. Acompañada de su prima Margaret (Irene Miracle), las dos viajan en tren de vuelta a Italia. Allí las esperan los padres de Lisa, el doctor Stradi (Enrico Maria Salerno) y Laura Stradi (Marina Berti). Hasta aquí todo bien, pero durante el viaje en tren, Lisa y Margaret se cruzan con Fausto (Flavio Bucci) y Grasso (Gianfranco de Grassi), dos criminales que se han colado en el tren. Junto a una misteriosa señora de bien (Macha Méril), los tres procederán a torturar y violar a las dos jóvenes, culminando el ataque en el asesinato de ambas. Sin sospechar lo que ha sucedido, los padres de Lisa esperan la llegada de las dos chicas, hasta que ellos también se cruzarán con el trío de asesinos violadores.

Lo que diferencia el film de Lado es la personal manera en que afronta los temas sociales presentes en el argumento. En este tipo de películas es habitual una escena en que personajes discuten sobre los males de la sociedad, la violencia, la criminalidad... Discusiones vacías cargadas de clichés pensadas para reflejar la hipocresía de los protagonistas, que normalmente al inicio del film mantienen una postura en la teoría para luego dar un giro de 180 grados cuando llega el momento de la venganza. El ejemplo más popular sería el de El justiciero de la ciudad, que presenta al personaje que interpreta Charles Bronson como un pacifista tolerante que luego se transforma en un violento justiciero.  Esta escena también la encontramos en el film de Lado, en la que un grupo de miembros de la alta sociedad discuten sobre los males de la sociedad y hasta que punto esta es responsable. Esta discusión se intercala con momentos del abuso que sufren Lisa y Margaret. A primera vista esto podría indicar que Lado está diciendo que la sociedad no es culpable de nada, estos maleantes de poca monta son los únicos responsables. Y sería así si no fuera por la presencia del personaje que interpreta Macha Méril.

Únicos en el film de Lado son dos personajes que le añaden complejidad al discurso de la película. Son dos personajes que no reciben nombre y apenas se sabe nada de ellos, más allá que son representantes de lo que se consideraría la alta sociedad. Gente de bien y respetable. Uno de ellos es conocido simplemente como el voyeur, interpretado por Franco Fabrizi. Se nos presenta como un personaje esnob, que mira por encima del hombro a aquellos que son de clase inferior. Cuando pasa por el departamento en el que Lisa y Margaret están siendo retenidas y atacadas, no hace nada más que quedarse observando. Luego, cuando es descubierto se ve forzado a participar. Y huye a la mínima oportunidad. Este personaje se revela como un respetado padre de familia que regresa con su familia por Navidad, que sea padre hace que aún sea peor su actitud hacia el trato que reciben las dos jóvenes. El otro personaje es la ya mencionada señora de bien de Macha Méril. Otra integrante de la alta sociedad que actúa con altivez, su auténtica naturaleza se revela cuando Fausto decide seducirla. A mitad de la primera escena entre ambos se produce un cambio y la señora pasa a ser la dominante. Es debido a ella que la situación llega lo lejos que llega, manipulando y animando a Fausto y Grasso para que vayan cada vez más lejos. Incluso los dos criminales tienen momentos de remordimiento, momentos en que parece obvio que quieren terminar con la situación antes de que se desmadre. Pero la señora los lleva al extremo, empoderada por su situación social de alto nivel, usando el dinero para controlar a Fausto y a Grasso cuando las palabras no bastan. Mientras que Fausto y Grasso son simples agentes del caos, que no siguen ninguna política y buscan la satisfacción inmediata, la señora es la gran villana de la película, usada por Lado como un arquetipo de la clase alta corrupta y dominante que ya atacaba en sus primeras películas.

Otro aspecto que destaca de Último tren es el estilo con que está filmada. El clásico de Craven tiene un estilo crudo, semidocumental, que viene motivado tanto por las intenciones como por la inexperiencia de los cineastas. Lado ya era un consumado cineasta con una larga experiencia cuando se puso a filmar esta película, lo que se demuestra en la manera en que crea una atmósfera inquietante y perturbadora sin necesidad de ser explícito. La manera en que Lado logra perturbar al espectador hace que sea una película difícil de ver en algunos momentos, pero demuestra también lo poderosa que es. Además, el director renuncia a ofrecer al espectador cualquier tipo de satisfacción visceral, dejándolo con un final oscuro y cínico, de acuerdo a la época en que fue filmado.

En definitiva, la película de Lado puede que partiese como un intento de explotar el éxito de otra película, pero su talento como cineasta hace de L'ultimo treno della notte un potente clásico de culto por derecho propio.

 

16 may 2025

Semilla negra (Seedpeople)

 


 

Charles Band le disputó el título de rey de la serie B a Roger Corman durante gran parte de la década de los 80 y de los 90 del siglo XX. Primero a través de su productora Empire y, cuando esta entró en bancarrota, con su productora Full Moon. Band llenó las estanterías de los videoclubes con películas de bajo presupuesto pero con altas dosis de diversión. Respaldó la primera Re-Animator (Stuart Gordon, 1985), creó la saga Puppet Master (1/2) además de crear otras diversas sagas y títulos clásicos para los amantes de la serie B. Semilla negra (Seepeople, Peter Manoogian, 1992) es un perfecto ejemplo del típico producto "Band", una película de serie B llena de guiños y efectos especiales viscosos para atraer a los exploradores de los videoclubes.

Tom Baines (Sam Hennings) está siendo tratado en un hospital de diversas heridas. Rozando el histerismo, Tom cuenta desesperado su historia al agente especial Weems (Michael Gregory), con la esperanza de que impida que el mal que ha surgido en el pequeño pueblo de Comet Valley se extienda al resto del mundo.

Tanto en su estructura como en su trama, Semilla negra es una descarada copia de La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956).  Es bastante obvio, sobre todo cuando un histérico Tom empieza a narrar la historia de cómo volvió al pueblo de su infancia, en el que algunos habitantes parece que empiezan a cambiar de personalidad de la noche a la mañana. Pero es una copia hecha con gracia a la que se le añade un toque original: tres modelos de monstruos espaciales distintos en que se transforman algunos de estos "ladrones de cuerpos". Así, además del habitual desarrollo que vemos en películas de este estilo, tenemos también sangrientos ataques monstruosos que animan la película. El director Peter Manoogian había trabajado anteriormente con Band dirigiendo un segmento de El amo del calabozo (The Dungeonmaster aka Ragewar, 1984) y la entretenida y desmelenada Los aniquiladores (Eliminators, Peter Manoogian, 1986), de modo que sabía bastante bien el tipo de película que buscaba Band. Manoogian concentra en los ajustados 80 minutos que dura la película los momentos claves de este tipo de historias, sin olvidar la acción "monstruosa".

Obviamente, el aficionado al género ya sabe cómo avanzará la trama y tiene una idea muy clara de cómo será la escena final. Pero el mérito de la película es que, a pesar de todo, resulta entretenida. No es un clásico ni mucho menos, pero los aficionados al cine de serie B seguramente se divertirán con esta imitación, que a pesar de sus limitaciones es mejor que títulos como Invasión (The Invasion, Oliver Hirschbiegel, 2007). Si el tráiler os hace gracia, seguramente la película será de vuestro gusto.