7 abr 2014

Estoy la hostia de cabreado y ya no voy a soportarlo más: La actualidad de Network, un mundo implacable

 
 
Si hacemos un breve repaso por la actualidad televisiva nos encontramos con noticias como que en el programa La Sexta noche, durante lo que se supone que es un debate, el tertuliano Javier Rojo utiliza como argumento para defender su postura que Ada Colau, portavoz de la PAH, está gorda y en ese mismo debate el "periodista" Eduardo Inda asocia la PAH con ETA. También se ha sabido que la Asociación de Usuarios de la Comunicación denuncia al periodista Jordi Évole frente a la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España porque su falso reportaje Operación Palace era falso (!?). Mientras, las parrillas televisivas se llenan de reality y talent shows y los informativos parecen cada vez más magazines dedicados a poner vídeos de Internet, promocionar programas de la respectiva cadena que los emita y las noticias importantes que se llegan a dar se han concienzudamente sensacionalizado y se ha hecho seguro que su difusión no entre en conflicto con los intereses económicos o políticos de la gran corporación que sea propietaria de la cadena en cuestión.

En otras palabras, lo que en la clásica Network, un mundo implacable (Network, Sidney Lumet, 1976) era visto como sátira pasada de vueltas, hoy es una realidad. Lo que convierte a su autor, Paddy Chayefsky, en todo un profeta. La película incluso parodia los reality shows antes de que estos existieran mediante la intención de uno de los personajes de la película de crear un programa que siga las aventuras de un auténtico grupo guerrillero terrorista de extrema izquierda.

Network es una brillante película, un clásico que es capaz de provocar orgasmos en cualquier amante del cine que lo vea. Un reparto fuera de serie en estado de gracia: Faye Dunaway, William Holden, Robert Duvall y Peter Finch como el enloquecido profeta de la televisión Howard Beale. Un soberbio guion obra de Chayefsky que mantiene un perfecto equilibrio entre el drama, la comedia negra y la sátira desmesurada, repleto de monólogos y diálogos geniales. Una cuidada dirección por parte de Sidney Lumet.

Todos estos son los elementos que hacen de Network un film cinematográficamente sobresaliente. Pero son los temas que plantea y su visión de la actualidad (de entonces y ahora) los que hacen que esta película tenga una gran relevancia y siga siendo actual, más allá de sus muchos y abundantes méritos artísticos.

Chayefsky no se limita simplemente a hacer una sátira de la televisión, medio que conocía bien al haber trabajado en él varios años, sino que usa lo que en un principio parece una despiadada comedia negra sobre el mundo de la televisión para tratar otro tema que le preocupaba: el cada vez mayor poder que iban acumulando las grandes corporaciones. Según Dave Itzkoff explica en su libro Mad As Hell: The Making of Network And The Fateful Vision Of The Angriest Man In Movies, en uno de los borradores del guion, Chayefsky había jugado con la idea de que al final la ficticia cadena de la película, y la corporación que hay detrás, se hicieran tan poderosas que decidieran declararle la guerra a un país, todo en aras de una mayor audiencia.

Esta preocupación de Chayefsky queda perfectamente reflejada en la impresionante escena entre el demente Howard Beale y el dueño de la cadena Arthur Jensen (Ned Beatty). Es también la escena que marca la transición del film de un reconocible realismo hacia un realismo "fantasioso".

Vista hoy día, Network ya no resulta tan pasada de vueltas como cuando se estrenó en 1976, ya que muchas de las situaciones exageradas del film se han convertido en realidad. No hace mucho se emitió por televisión un programa en el que una supuesta médium pasaba mensajes del más allá, con la ayuda de diversas celebridades que por dinero se prestaban a contribuir al timo de la supuesta médium. Por eso, que en Network nos presenten un informativo en el que una adivina da las noticias de la semana que viene no parece tan descabellado.

Eso no significa que esta genial película haya perdido garra. En absoluto, tramas como la protagonizada por el grupo guerrillero, liderado por el Gran Ahmed Khan (Arthur Burghardt), que ha incorporado a sus filas a la rica heredera Mary Ann Gifford (Kathy Cronkite) siguen siendo tan ácidas entonces como ahora. Por supuesto, la película fue creada en un momento de la historia de los Estados Unidos bastante delirante, y la historia de estos guerrilleros es una parodia del caso Patty Hearst. Hearst, irónicamente nieta del magnate de la comunicación William Randolph Hearst, fue secuestrada en 1974 por un grupo de extrema izquierda, al que más tarde se unió y colaboró con ellos.

Lo que sigue siendo tan impresionante hoy como en 1976 es la indudable fuerza dramática de la película, gracias al gran trabajo de los actores. Porque los conflictos sentimentales sí que no cambian con el tiempo.

En definitiva, Network es una obra maestra del cine que recomiendo a todo aquel que todavía no la haya visto.


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