9 abr 2013

Love Me Deadly


Esta fantástica joya oculta de los 70 la descubrí gracias al libro House of Psychotic Women de Kier-la Janisse. El póster de Love Me Deadly (Jacque Lacerte, 1972) nada tiene que ver con la película que se supone vende, es exploitation pura, pero también es cierto que es una película difícil de vender. Como otras grandes películas de la época, su extraña mezcla de terror, drama y locura hace difícil resumirla en unas pocas palabras, pero también es la razón por la que resulta tan interesante y me ha gustado tanto.

El film se inicia con la protagonista, Lindsay Finch (Mary Wilcox) asistiendo a un funeral. Su expresión más que de tristeza es de excitada anticipación. Cuando la familia del difunto marcha, Lindsay se acerca al ataúd y empieza a besuquear al muerto con pasión. La escena es espiada por uno de los trabajadores de la funeraria del cual sabremos más una vez avance el film. Sobre el plano de Lindsay besando al cadáver aparece el título de la película y empieza la secuencia de títulos de crédito. Al ritmo de una pastelosa canción romántica, vemos a Lindsay de niña disfrutando, mucho, de la compañía de su padre en distintas escenas. Acaban los títulos de crédito y vemos a Lindsay haciendo de anfitriona en una fiesta.

Y así empieza esta extraña película.

Lindsay se verá muy pronto en el centro de un triángulo amoroso lleno de conflictos. En un vértice, Wade Farrow (Christopher Stone), la quintaesencia del macho setentero, casi viola a Lindsay durante la fiesta, aunque luego llama para disculparse y todo arreglado (¡son los 70!). En el otro, Alex Martin (Lyle Waggoner), el cual se encuentra con Lindsay cuando esta marcha apresuradamente del entierro del hermano de Alex después de que una caricia demasiado apasionada de Lindsay estropee el trabajo de los trabajadores de la funeraria. A Lindsay, Alex le recuerda a su padre, así que se siente atraída por él de inmediato.

Alex no tiene muchos problemas en eclipsar a Wade, pero el hombre que realmente divide los sentimientos de Lindsay es Fred McSweeney (Timothy Scott), el trabajador funerario antes mencionado. Fred es el líder de una secta de necrófilos y se encarga de suplir de cadáveres muy frescos para el disfrute de todos (vamos, que se carga a hombres y mujeres que venden su cuerpo por las calles para luego ser trajinados en grupo una vez están muertos, en caso de que no seáis amigos de la sutileza).

Al principio, Lindsay se muestra algo reticente, pero el placer de no tener que ocultar sus peculiares gustos será demasiado seductor para renunciar a él. De este modo nos encontramos con el centro de la película: el conflicto de Lindsay entre aparentar una vida normal y los breves momentos en que puede ser ella misma.

Es este conflicto el que hace que la película resulte fascinante. Wilcox no es que sea una grandiosa actriz, pero hace un gran trabajo a la hora de dar vida a Lindsay, especialmente en los momentos en los que Lindsey trata de aparentar ser una persona normal, ya que muestra que está actuando y solo se libera en la intimidad con los muertos. Waggoner, al que muchos recordaréis como ese tío que estaba al lado de la espectacular Lynda Carter en la serie Wonder Woman, también resulta eficaz como Alex, algo frustrado por no poder disfrutar plenamente de la vida marital. El buen trabajo de los actores hace que el hecho de que el film se centre en el bizarro cacao mental de Lindsay sea todo un acierto. Además, esto hace que los desvíos ocasionales hacia escenas de asesinatos y perturbadoras ceremonias resulten más impactantes.

Mientras veía el film, no pude evitar acordarme de Toys Are Not For Children (Stanley H. Brassloff, 1972), otra maravilla de la época que se centra en una mujer demasiado amante de su padre. Si bien la protagonista del film de Brassloff exterioriza su neurosis con una nada racional pasión por los juguetes en lugar de la necrofilia, como sucede en Love Me Deadly, muchos de los conflictos que sufren ambas protagonistas femeninas son parecidos. En ambos filmes, las protagonistas se ven obligadas a llevar una doble vida para dar rienda suelta a sus vicios mientras sus frustrados maridos se quedan en casa preguntándose qué demonios les pasa a sus mujeres.

Otra cosa en común que ambas películas tienen es la sutil manera en que preparan al espectador para sus respectivas y muy chocantes partes finales. Toys Are Not For Children, a través de las extrañas peripecias de su protagonista, nos va preparando para la que posiblemente sea una de las secuencias finales más perturbadoras de la historia del cine. Del mismo modo, Love Me Deadly, a través de su bizarro drama y sus inquietantes escenas de asesinatos, nos prepara para un clímax de grand guignol rebosante de locura y muerte. Cosa que logra sin caer nunca en la estridencia.

Para los amantes del cine extraño a años luz de las convenciones del cine comercial, esta es una película muy, muy recomendable. Para un análisis en profundidad de esta estupenda película os remito de nuevo al libro House of Psychotic Women. También podéis encontrar un interesante y breve comentario sobre el film en la página Trailers From Hell a cargo de David DeCoteau aquí. Finalmente, os dejo con el tráiler que, al igual que el póster, es pura y fantástica exploitation (especialmente me gusta cómo explican entre paréntesis qué es la necrofilia a los espectadores) y tiene poco o nada que ver con cómo es la película en realidad.


4 comentarios:

Todocinemaniacos dijo...

Buena página la tuya. Te dejo mi nuevo blog de cine: http://todocinemaniacos.com.

Raúl Calvo dijo...

Gracias, le echaré un vistazo.

Mario Salazar dijo...

Me gusta el cartel, me recuerda de chico cuando con un tío iba a un viejo mercado en plena calle y veía novelistas pulp con esas caratulas tan sangrientas. Tendré en cuenta la película que expones, me gusta tu análisis y entusiasmo. Apuntada. Un abrazo.

Raúl Calvo dijo...

Siempre ten en cuenta, Mario, que no hay que juzgar un libro por su portada (en este caso póster), ya que nada tiene que ver, en el caso de Love Me Deadly, con el contenido! Pero espero que la disfrutes igualmente. Un abrazo.