23 jul 2012

No tan olvidadas por el tiempo


Hace un tiempo mencioné de pasada en el comentario sobre El planeta de los dinosaurios (Planet of Dinosaurs, James K. Shea, 1977) las clásicas La tierra olvidada por el tiempo (The Land That Time Forgot, Kevin Connor, 1975) y Viaje al mundo perdido (The People That Time Forgot, Kevin Connor, 1977), dos estupendas cintas de aventuras llenas de monstruos que creo que se merecen su propio artículo. Y aquí está.

Estas dos películas se basan en las novelas homónimas de Edgar Rice Burroughs, las cuales junto a El abismo del tiempo forman la trilogía Caspak. Otra de las novelas de Burroughs, Los dioses de Marte, es una de las novelas que cita el escritor de fantasía y ciencia ficción Michael Moorcock como una de sus mayores influencias. Fue Moorcock, junto al también escritor de fantasía e ilustrador James Cawthorn, el encargado de escribir el guion de La tierra olvidada por el tiempo. El guion se mantiene bastante fiel a la novela, aunque Caspak se convierte en Caprona, menos por la parte final, que por insistencia de los productores se alteró para añadirle más ataques y acción.

Moorcock según ha comentado se considera a si mismo un anarquista pragmático, así que algunos de los temas de Burroughs se ven trasladados con el añadido de la sensibilidad de los 70 de la novela a la película. Así, la primera mitad de la cinta trata sobre los enfrentamientos entre alemanes e ingleses cuando un submarino alemán hunde un barco inglés durante la I Guerra Mundial. Entre los supervivientes se encuentra el americano Bowen Tyler (Doug McClure), el cual logra que el grupo de supervivientes se haga con el control del submarino alemán. Luego los alemanes se hacen de nuevo con el submarino y luego las tornas vuelven a cambiar. Todo ello hasta que se dan cuenta de que se hayan perdidos y de que si no colaboran juntos morirán todos. También hay que mencionar la presencia de Lisa Clayton (Susan Penhaligon), una científica que al contrario que la mayoría de los personajes femeninos de entonces, forma parte activa de la acción y no espera a que la rescaten. Otro aspecto progresista añadido a la historia que la hace más rica.

Una vez se acaban las hostilidades en el submarino empieza la aventura selvática: el grupo llega a una extraña isla donde la evolución parece no haber avanzado... O, más bien, avanza a un ritmo muy extraño: en diferentes partes de la isla existen diferentes periodos de la historia de la Tierra. Es aquí donde el film se convierte en una entretenida cinta de aventuras y brilla el encanto del gran Doug McClure, el cual aquellos que no sean aficionados al cine de serie B tal vez recuerden mejor por la parodia que se hizo de él en Los Simpsons.

Esta es la parte que todos esperamos ver con ataques de monstruosos dinosaurios a los cuales los protagonistas se enfrentan tan bien como pueden, así como los extraños habitantes humanos de la isla, más las tensiones entre los supervivientes. Eso sí, los efectos especiales no son gran cosa, en lugar de usar stop-motion se optó por utilizar muñecos articulados y mecánicos. A pesar de todo, la cinta contiene suficiente acción y aventura como para que los efectos no resten.

Una película cargada de sentido de la maravilla para aquellos a los que les apetezca disfrutar de una cinta de aventuras repleta de acción y monstruos, con el encanto propio de la época en que fue hecha, y con un guion más trabajado e inteligente de lo habitual.




Por tercera vez se ponía Kevin Connor a dirigir una adaptación de una novela de Edgar Rice Burroughs con Viaje al mundo perdido. Entre esta y La tierra... Connor había dirigido En el corazón de la Tierra (At the Earth's Core, 1976), basada en la novela con la que Burroughs inició la saga Pellucidar.

La película nos presenta una expedición decidida a rescatar a Bowen Tyler, tras ser descubierto el manuscrito donde narraba sus aventuras en la tierra olvidada por el tiempo. Esta vez, por tanto, toda la película transcurre en la peligrosa isla de Caprona, en la cual, además de los monstruos habituales, los protagonistas se enfrentarán a una tribu evolucionada que se dedica a hace sacrificios humanos a su dios volcán.

Esta segunda parte tiene un mayor regusto pulp y también más toques de comedia, además de que se aleja mucho más de la novela en que se basa que la primera entrega. El resultado final es una película tan entretenida como su predecesora, aunque un pelín más delirante. El único "pero" está en el reparto, el protagonista Patrick Wayne como Ben McBride no tiene ni la mitad del carisma de McClure (cuando este reaparece te dan ganas de dar gritos de alegría). El profesor Norfolk que interpreta Thorley Walters tampoco resulta especialmente memorable, sirviendo más como alivio cómico que otra cosa.

Por fortuna, lo insípido del reparto masculino se ve de sobras recompensado con el reparto femenino, en el cual nos encontramos a Sarah Douglas, fantástica (en más de un sentido) actriz de grandes ojazos y a Dana Gillespie, actriz de grandes... er, ah, ved el tráiler. Douglas es una reportera gráfica la cual se ha de enfrentar a la resistencia de McBride de tener a una mujer en la expedición (a pesar de que es a Douglas a quién se le ocurre la manera de que puedan salvarse). Gillespie es Ajor, una habitante de la isla de Caprona que se unirá a la expedición en busca de Tyler.

A pesar de tener un argumento más simple, el film no pierde respecto a la anterior gracias a las exploración que se hace de Caprona, revelando aspectos desconocidos y terribles de la isla. El que más llama la atención es la mencionada tribu de la Montaña de las Calaveras, la cual vive en, bueno, una montaña llena de las calaveras de sus víctimas, incluso los edificos tienen forma de calavera. Esta sección del film, con un estilo que luego adoptarían los inquilinos del Templo Maldito, es la más "pulpera" y donde los monstruos son más efectivos, así como los efectos de maquillaje.

En definitiva, una estupenda y entretenida cinta de aventuras pulp, ideal para ver después de la primera entrega.

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