10 ago 2011

Subhumanos (Death Line aka Raw Meat)


Subhumanos (Death Line aka Raw Meat, 1973) es una interesante y curiosa película de terror inglesa dirigida por Gary Sherman, más conocido por su film Muertos y enterrados (Dead and Buried, 1981).

Un grupo de trabajadores y trabajadoras de un túnel del metro londinense se quedan atrapados debido a un derrumbamiento y para sobrevivir se ven obligados a devorar a sus muertos. En el presente, uno de los descendientes (Hugh Armstrong) de la gente que se quedó atrapada empezará a buscar carne fresca y secuestrará a la joven Patricia (Sharon Gurney). Su novio, Alex (David Ladd) hará lo imposible por encontrarla. Paralelamente, el inspector Calhoun (Donald Pleasence) investiga la desaparición de James Manfred (James Cossins), visto por última vez en el metro por Alex y Patricia, además de toda una serie de asesinatos con una estación de metro en concreto como punto en común.

Esta película resulta interesante por dos motivos principales: el tono y la representación de su "monstruo". Con el tono me refiero a la curiosa mezcla de comedia y terror con que se nos cuenta el argumento, en un estilo que no se volvería a ver hasta 1981 con Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, John Landis). Es decir, la historia y su villano se toman completamente en serio, así como todo lo que tiene que ver con las muertes. Sin embargo, el policía que interpreta Pleasance le aporta un toque de humor y comedia gracias a sus comentarios y poco ortodoxos métodos. Pero, que no haya confusiones, el tono es principalmente (muy) serio.

La representación de su "monstruo" me llamó la atención porque el llamado simplemente "hombre" caníbal, que se alimenta a base de incautos pasajeros, no se representa como una simple bestia ansiosa de sangre o malvada, como los antropófagos de Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Wes Craven, 1977). La primera vez que lo vemos está observando impotente como la vida de su compañera se apaga debido a alguna enfermedad, arrodillado a su lado intentando ayudarla de alguna forma o darle algo de confort. Pero también lo vemos convertido en una furiosa máquina de matar cuando despacha a unos cuantos trabajadores del metro, en una escena inusitadamente violenta y sangrienta para la época. Esta ambivalencia se desarrolla más cuando tiene secuestrada a Patricia, a la que maltrata y protege a la vez que intenta comunicarse con ella. Aunque la comunicación es complicada, ya que las únicas palabras que dice son: "cuidado con las puertas" (una frase que oímos se dice en el metro al abrir y cerrar las puertas de los vagones en la estación), usando diferentes entonaciones y tonos de voz, sugiriendo que aunque repite continuamente las mismas palabras lo hace con intenciones y significados diferentes.

Supongo que todo esto se resume en que intenta ser un retrato realista de lo que sería una persona que hubiese vivido en las condiciones que lo hace el antagonista de este film. Por tanto, aprecié el esfuerzo de hacer algo que tuviera un poco más de entidad, en lugar de ir por el camino fácil y crear un simple monstruo caníbal, como hicieron en la película Creep (Christopher Smith, 2004).

Tan británica como el té a las cinco y mucho más elegante e inteligente que lo que sugieren los pósters con los que fue promocionada, Death Line consigue crear grandes momentos de suspense. Sherman utiliza al máximo la ambientación en el metro para transmitir emociones al espectador, en una localización que hasta entonces no se había visto sobreexplotada como puede estarlo en la actualidad. Para alguien como yo, que usa el metro para ir a todas partes, resultó bastante efectiva.

Es una película no muy conocida, que descubrí en la página Trailers from Hell recomendada por el director Edgar Wright. Es su entusiasta comentario sobre el tráiler el que hizo que me picara la curiosidad, ya que mi instinto me sugirió que sería un título interesante. Y efectivamente, así fue. Desde los primeros acordes musicales me quedé enganchado a la película aunque, con la excepción de Pleasence y Armstrong, las interpretaciones no son nada del otro mundo. Pero Sherman maneja estupendamente la cámara, sin resultar repetitivo, introduciendo interesantes movimientos y planos en un entorno que no es precisamente muy interesante visualmente como el túnel del metro, así como el ya mencionado tono de la película contribuye a que sea bastante entretenida. Bottom line, nivel de entretenimiento audiovisual alto.

2 comentarios:

Javier Simpson dijo...

Suena estupendo. Este director me sonaba, pero no sé por qué. De su filmografía creo recordar que no he visto ninguna. Lo único que me echa un poco para atrás es lo que comentas acerca de su tono. Un saludo, Raül.

Raúl Calvo dijo...

Si te preocupa que sea muy humorística, ya te digo que no lo es, sólo cuando aparece el inspector en algunas escenas, no la película en sí.