2 ene 2014

Tromeo and Juliet

Hay gente que odia todo lo que hace Troma y hay gente que adora todo lo que hace Troma. En mi caso, depende de la película: algunas me han parecido geniales, otras me han parecido enormes truñacos. En el caso de Tromeo and Juliet (Lloyd Kaufman, 1996), me parece una película genial.

Para los que no lo sepan, Troma fue fundada a mediados de los 70 por Lloyd Kaufman y Michael Herz como compañía distribuidora de humildes filmes de terror, comedias sexuales, acción... Además del ocasional filme europeo de arte y ensayo. Poco a poco, también empezaron a producir sus propias películas, El vengador tóxico (The Toxic Avenger, Michael Herz, Lloyd Kaufman, 1984) probablemente sea de las más populares. Con el tiempo, estas producciones acabaron formando un universo propio, al estilo Marvel, centrado en la ciudad de Tromaville. Todas sus producciones se caracterizan por su abundancia de sangre, violencia, desnudos y humor grueso.

Tromeo and Juliet llegó con gran pompa al festival de Sitges cuando se estrenó, precedido por un inusitado éxito -para una película Troma- en festivales. Para mí fue el momento ideal, ya que hacía poco que me había empezado a aficionar a la Troma gracias a la edición en vídeo de sus películas más famosas por parte de Manga Films. Más tarde esta afición se enfrió debido a que algunas de sus películas me parecieron infumables y ahora, como he dicho, depende de la película pero ya no sigo todo lo que hacen. De todas formas, ya digo que Tromeo and Juliet llegó en un momento en que era particularmente receptivo a lo que hacía la Troma.

Punk, violenta, sangrienta, desagradable, obscena y muy divertida: Tromeo and Juliet es Troma en su mejor momento, cuando la mezcla de todos estos elementos funciona, creando un film provocador pero sin que parezca un niño de cinco años gritando "¡caca!" para escandalizar a sus padres. El guion de James Gunn (ver comentario de Kaufman abajo) transforma la clásica tragedia de Shakespeare en una épica llena de momentos surrealistas, fetichistas y demenciales, dando como resultado una de las versiones más originales que se han hecho nunca de una obra del clásico autor. No será tan buena como la versión de Franco Zeffirelli, pero desde luego le da un millón de vueltas a la versión de Baz Luhrmann (en algunos cines proyectaron Tromeo and Juliet pensando que era el film de Luhrmann, os remito de nuevo al comentario de Kaufman para más detalles).

Vista hoy día, la película se sigue manteniendo muy bien. Por lo menos, eso me parece a mí ya que sigue haciéndome reír. Pero si bien a mí me gusta mucho, me temo que no puedo recomendarla a todo el mundo, su naturaleza extrema la hace recomendable solamente a aquellos que les guste ver películas que no tienen miedo de ir demasiado lejos (aunque el tono de comedia pasada de vueltas suaviza los momentos más salvajes).



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