Normalmente, cuando se habla de "cine de autor" se hace en contraposición al llamado "cine comercial" (designación que no me acaba de convencer) o "de entretenimiento". Para mí, "cine de autor" es aquel en el cual se nota una personalidad característica impresa en la película y que se va repitiendo de film en film. No se reduce sólo al papel del director, también existen "autores" productores o guionistas. El caso es que por eso tanto me parece cine de autor las películas de Godard o Ingmar Bergman, como las de David Cronenberg, Alfred Hitchcock o Steven Spielberg; ya que todos ellos dejan su impronta personal en todo lo que hacen.
A veces, la personalidad del autor se nota también en lo malo, como es el caso de Ted V. Mikels, el productor, director y guionista de Blood Orgy of the She-Devils (1972).
Torpe, cargada de actores y actrices que sobreactuan sin rubor, nada aterrador o impactante, es, sin embargo, un film entretenido gracias a sus fallos. La moda y el estilo setentero, conjuntado con unos efectos algo pobres (normal en una producción de estas características), los atroces diálogos... Todo se suma de manera que uno como espectador se queda viendo la película no porque resulte interesante o emocionante sino porque espera a ver cual será la siguiente absurdidad que aparecerá en pantalla.
Por ejemplo, un momento que me hizo reír bastante (aunque en el film es un momento supuestamente cargado de suspense) es cuando una mujer pregunta sorprendida a un hombre bajo el dominio de las brujas satanistas o lo que sean de la película: "¿qué haces aquí?" y la pregunta se ve subrayada por el canto de un reloj de cuco que en ese momento da la hora.
Blood Orgy of the She-Devils es una mala película, en pocas palabras, pero que puede resultar entretenida para aquellos que gusten de lo que Jordi Costa denominaba vanguardia casual; cuando la torpeza y la ineptitud de los artistas puede crear de forma no intencionada un pequeño momento de gloria como el mencionado. El tráiler es casi mejor que la película, aunque pierde algo de efectividad cuando al final se ve que la película es apta para todos los públicos (!). Esto sólo pasa en los setenta.
2 comentarios:
jajaja lo que me he podido reír con lo del reloj de cuco. Si es que le quitan la seriedad a todo...
Yo diría que el 99% de las películas, por muy malas o indignas que sean, tienen como mínimo un momento de genialidad o, por lo menos, decente.
No te diré que no, pero llegar a ese momento genial puede ser muy duro a veces.
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