La mansión (The Nesting, Armand Weston, 1981) era una de esas películas que normalmente te encontrabas en las estanterías del videoclub preguntándote cuándo se habían estrenado y por qué no te enteraste. Aunque lo cierto es que descubrí esta película por la reciente edición en Blu-ray que ha hecho la compañía Blue Underground.
The Nesting me sorprendió por su tono y la manera en que afronta la historia que cuenta, ya que fue estrenada originalmente en la década de los slashers y los adolescentes idiotas masacrados. Sin embargo, el guion de Armand Weston y Daria Price opta por un acercamiento más psicológico al material (aunque se derrama algo de sangre). El film nos cuenta la historia de la escritora Lauren Cochran (Robin Groves), agorafóbica y con algunos problemas de frigidez, que un día descubre que la casa sobre la que gira el argumento de su última novela existe realmente. Lógicamente, decide alquilarla para escribir su próxima novela. Y, cómo es de esperar, extraños sucesos y muertes empiezan a tener lugar.
Antes que nada hay que mencionar que si bien el argumento parece el típico de casa encantada, la manera en que se representa se acerca más al estilo de El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980) o El más allá (E tu vivrai nel terrore - L'aldilà, Lucio Fulci, 1981), no es que se parezca o esté a la altura de estas dos películas, que al de otras películas de casas encantadas como La leyenda de la mansión del infierno (The Legend of Hell House, John Hough, 1973) o Poltergeist (Tobe Hooper, 1982) que se dedican a mostrar fenómenos extraños protagonizados por la casa en cuestión. En The Nesting se juega con la cordura de su protagonista, acosándola con pesadillas y alucinaciones.
Mientras que las presencias sólo parecen ser vistas por la sufrida Lauren, las muertes que salpican la trama son bastante reales y animan el desarrollo de la película. El film contiene también sus dosis de misterio y suspense, mientras la protagonista investiga qué sucedió en la casa hace décadas. Ya os adelanto que nada bueno.
La mansión está bien construida y resulta bastante entretenida. Tiene sus momentos de locura compensados con el desarrollo de los personajes, dando como producto final una sólida película de terror. Aunque las interpretaciones no destacan especialmente, no estropean la fluidez de la narrativa. Lo que sí me ha sorprendido descubrir es que los trabajos anteriores y posteriores del director están dentro del cine porno. Teniendo en cuenta la profesionalidad y habilidad que demuestra rodando las escenas de suspense y terror, creo que podría haber optado por tener una carrera más fructífera en el cine mainstream.
En definitiva, una curiosidad interesante para los aficionados al género.
Aquellos afortunados, como servidor, en conseguir una de las ediciones limitadas de Blade Runner o la edición suelta de cinco discos, recordaréis uno de los extras que consiste en un debate sobre si Deckard, el personaje interpretado por Harrison Ford, es o no un replicante. Y me gustaría hacer algo parecido y saber vuestra opinión al respecto.
Mi opinión es que Deckard es humano. No sólo porque en la novela y el guion lo sea, también porque, como indica Frank Darabont en el mencionado extra, siendo humano la película representa un viaje emocional interior que no existe si Deckard es un replicante, como por otro lado cree Ridley Scott. Las fotos son recuerdos de anteriores "víctimas", de anteriores trabajos, que parecen ser la manera que tiene Deckard de castigarse al no permitirse olvidar lo que ha hecho en el pasado. El sueño del unicornio representaría el deseo de escapar de su vida y, también, representaría a Rachel, la atracción que siente por una criatura que en un principio parece fuera de su alcance. Otra de las razones por las que me parece que es humano es que todos los replicantes lo patean a base de bien y resultaría algo ilógico crear un replicante para cazar otros replicantes y dotarlo de fuerza humana. Finalmente, el unicornio de papel sería la manera que tiene Gaff de hacerle saber a Deckard que sabe lo que ha pasado entre Deckard y Rachel y que Deckard se va a fugar con ella (el unicornio). Gaff tanto puede indicar que lo va a perseguir como que no, aunque yo me inclino por lo segundo. Más que nada por el diálogo que mantienen tras la muerte de Batty, y porque soy un romántico y me gusta imaginar a Deckard y Rachel huyendo juntos hacia algún lugar.
Abrochaos los cinturones, ¡va a ser una noche movidita!
Bette Davis en Eva al desnudo
Pocos pósters tan engañosos como el de Eva al desnudo (All About Eve, 1950) de Joseph L. Mankiewicz. El póster parece vender una comedia romántica o un drama, en el cual diferentes parejas cruzan sus destinos. Nada más lejos de la realidad, ya que la historia de la ascensión de la ambiciosa y malvada Eva Harrington (Anne Baxter), a base de elaboradas trampas y puñaladas traperas, poco tiene de romántica y mucho de corrosiva.
Inspirado en el relato de Mary Orr "The Wisdom of Eve", Mankiewicz construyó una absorbente y poderosa película que, si bien se supone está ambientada en el mundo del teatro, retrata el en ocasiones cruel mundo hollywoodiense de la época. Mankiewicz era un apasionado del teatro y siempre deseó haber dirigido y escrito alguna gran obra teatral, pero nunca sucedió, de ahí que a la hora de escribir Eva al desnudo se inspirara en lo que sí conocía: el mundo de Hollywood. También se inspiró en su conflictivo matrimonio, ya que Margo Channing, la diva teatral que tan bien interpretó Bette Davis, se inspiraba en su esposa en aquel momento, la actriz Rose Stradner. Que Bette Davis interpretara Margo haciendo una imitación de Tallulah Bankhead es otra historia de odios y manías aparte.
El innegable paralelismo entre el mundo descrito por Mankiewicz, que repito se ambienta supuestamente en el del teatro, y el universo de Hollywood ha provocado que Eva al desnudo se compare con otra obra maestra de 1950, el clásico de Billy Wilder El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard). Ambas comparten un sardónico y ácido sentido del humor, así como coinciden en algunos temas, pero también se diferencian bastante. La película de Wilder tiene un estilo más cinematográfico y ágil, mientras que Mankiewicz emplea un estilo más estático y observador. Wilder opta por crear una historia cargada de humor negro que podríamos enmarcar dentro del terror gótico, mientras que Mankiewicz es más realista y se queda con el humor corrosivo. Eva al desnudo contiene, además, una temática que va más allá de la sátira del ambiente de Hollywood que la hace bastante actual. Aunque confieso que de las dos, prefiero El crepúsculo de los dioses.
La manera en que la maquiavélica y retorcida Eva conspira para arrebatarle papel, novio y prestigio a la diva en decadencia Margo sigue siendo un argumento válido hoy día, no sólo en Hollywood o en el mundo teatral, también en el mundo laboral donde uno se puede encontrar gente que no se lo piensa dos veces a la hora de traicionar a quien haga falta para conseguir lo que quiere. Por desgracia, es un tipo de persona que no pasará de moda.
La depresión e inseguridad de Margo por el hecho de haber cumplido los cuarenta y que la posibilidad de hacer papeles protagonistas forme parte del pasado, es algo también bastante actual. La obsesión por la juventud es algo que afecta especialmente Hollywood hoy día, donde a partir de los 30 ya se es viejo. Sólo tenéis que ver el documental sobre la realización de Iron Man 2 (Jon Favreau, 2010), y las veces que se repite "es un personaje más joven, moderno" en referencia a poner Scarlett Johansson como la Viuda Negra, que no tiene nada que ver con el fascinante y atractivo personaje original. En el documental Buscando a Debra Winger (Searching for Debra Winger, 2002) de Rosanna Arquette, uno de los temas que se trata es lo difícil que es que a una actriz le ofrezcan papeles interesantes (no ya protagonistas) a partir de cierta edad, lo que lleva a muchas actrices a caer en el pozo de la cirugía estética para aparentar ser más joven, consiguiendo sólo parecer monstruos.
Pero uno de los temas más actuales que contiene la película es el que hace referencia a la "degradación" de la popularidad. Me refiero, claro, al famoso plano final de la película con la joven Phoebe (Barbara Bates) sosteniendo el premio que acaba de ganar Eva, observando su propia imagen reflejada de manera infinita en diversos espejos. Esta degradación a la que me refiero tiene que ver con el hecho de que mientras Eva por lo menos tiene talento como actriz, Phoebe parece que no, lo único que la atrae es la fama en sí. Lo que nos hace pensar en la sociedad actual en la cual nos encontramos con personajes que son famosos por el simple hecho de ser famosos. No son cantantes, modelos, futbolistas o pertenecen a alguna de las profesiones generadoras de gente popular, son simplemente personas que han salido en televisión por algún reality o son famosas herederas, que carecen de cualquier talento más allá de habérselas arreglado para salir en televisión.
Eva al desnudo significó también una de las primeras películas en las que empezó a destacar una joven Marilyn Monroe
En este aspecto no está de más mencionar el papel de los medios de comunicación, representados en el film por el crítico Addison DeWitt (George Sanders), capaces de encumbrar o hundir a un personaje cualquiera a base de difamaciones sin muchos escrúpulos.
El hecho de que esto se comentase ya en 1950, nos ha de hacer reflexionar también sobre la costumbre a pensar que "hace años" las cosas no estaban tan mal como ahora. No creo que el pasado sea mejor que el presente, simplemente hay una mayor perspectiva para analizarlo. Igual que no creo que el cine que se haga ahora sea todo bazofia y el de hace unas décadas sea mucho mejor. Siempre se han hecho buenas y malas películas, y siempre se harán. Sólo el paso del tiempo separa a unas de otras.
Dejando de lado lecturas, subtextos y temáticas varias, Eva al desnudo es una obra maestra de principio a fin, gracias especialmente a los soberbios diálogos (en VO) y a las fantásticas interpretaciones del reparto. Normalmente se destaca a Bette Davis, pero lo cierto es que en ese momento de su carrera Davis podía interpretar a un personaje como Margo sin dificultad alguna, igual que el Addison de George Sanders no es muy diferente del lord Henry Wotton que interpretó en El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray, Albert Lewin, 1945). Creo que la que realmente debería destacarse es Anne Baxter, ya que el papel de Eva es el más complicado de toda la película y Baxter lo encarna a la perfección. En definitiva, un título brillante e indispensable (aunque el tráiler no sea muy bueno, precisamente).
El hecho de que mi anterior post Penetrando en Debbie no fuera captado como lo que era: una parodia, me hizo reflexionar sobre los distintos tipos de humor que existen y sus diferentes recepciones. Estilos de comedia más populares y menos populares. Lo que me llevó a mi sit-com (situation comedy - comedia de situación) favorita: Seinfeld. He decidido que es mi favorita ya que, aunque no es la única que me gusta mucho, sí es la única que veo de forma contínua (cada fin de semana me pongo algunos episodios, tengo la serie completa en DVD) y siempre me hace reír.
El caso es que es una serie no muy popular en nuestro país a pesar de su indiscutible calidad y de su gran popularidad en Estados Unidos. No sé si atribuirlo al pésimo doblaje o a que es un tipo de comedia que aquí no gusta. De todos modos, esta comedia cuenta con una serie de características que la hacen única entre el resto de sit-coms (si no contamos Larry David (Curb Your Enthusiasm) del cocreador de Seinfeld Larry David como sit-com) que existen.
La más conocida de estas características es la que le ganó el sobrenombre de "la serie sobre nada". Es decir, en realidad trata sobre todo ya que no está limitada por una línea argumental que intente unificar la serie. Me refiero al hecho de que mientras otras series como Friends o The Office tienen unos argumentos, próximos a la comedia romántica cinematográfica, más o menos familiares para el espectador que conducen la serie de temporada en temporada; Seinfeld no tiene un desarrollo típico: se centra en el día a día del cómico Jerry Seinfeld y su grupo de amigos en la ficción y se dedica a analizar las rutinas y protocolos de su vida diaria, convirtiendo la tarea más mundana en épica.
Así, el mítico episodio de la segunda temporada El restaurante chino se dedica a observar como Jerry, George (Jason Alexander) y Elaine (Julia Louis-Dreyfus) esperan de manera infructuosa a que les den mesa en un restaurante. El episodio de la tercera temporada El aparcamiento está dedicado a observar la desesperada búsqueda de nuestros protagonistas del lugar dónde han aparcado el coche en el párquing de un centro comercial. A medida que la serie fue avanzando las historias se fueron haciendo más complicadas y elaboradas, especialmente a partir de la cuarta temporada. A la complejidad de la serie contribuyó también la riqueza del universo dónde viven los protagonistas.
La serie, como hemos dicho, carece de un argumento general parecido a la historia de Rachel y Ross en Friends, pero lo que sí tiene es continuidad. Los eventos de cada episodio son tenidos en cuenta en episodios posteriores y se hacen referencias al pasado, así como van apareciendo de manera recurrente distintos personajes. Esto contribuye a darle una solidez a la serie que no tiene ninguna otra sit-com. Por lo tanto, aunque la mayoría de los episodios son autoconclusivos, al mismo tiempo forman todos parte de un sólido conjunto de historias que son una sola: la vida de estos personajes.
Seinfeld no ha sido nunca muy apreciada por aquí, como ya he dicho, y al principio de su emisión tampoco lo era en su país de origen. Las tres primeras temporadas no tuvieron índices de audiencia precisamente altos, pero, en una acción sin precedentes, la cadena NBC decidió mantenerla en antena por el prestigio crítico que la serie le proporcionaba, convirtiéndola en una serie de culto. Sin embargo, a partir de la cuarta temporada la audiencia empezó a subir, hasta convertir Seinfeld en una de las series más populares de la televisión americana, siendo evidente su impacto en la sociedad por la forma en que muchas frases de la serie fueron incorporadas al léxico de la calle.
Esta cuarta temporada contiene el que es para mí uno de los episodios más divertidos de toda la serie: La apuesta, en el cual los cuatro protagonistas hacen una apuesta para ver quién aguanta más sin masturbarse. También contiene un curioso arco argumental metalingüístico: a Jerry le proponen hacer una serie protagonizada por él. Aunque el resultado será bastante diferente al que tuvo lugar en la vida real, sirve como crítica a la forma en que se hacen las sit-com más "normales".
La serie me hace reír mucho gracias al talento de sus actores, la gran calidad de sus guiones y unos diálogos (en su VO) brillantes. La serie me interesa temáticamente más allá de lo que me hace reír por la forma en la que disecciona los diferentes elementos que conforman nuestra vida cotidiana. Del mundo laboral a la vida social pasando por la vida familiar. Por como algo tan sencillo como pedir una sopa o hacer la colada se puede convertir en una gran aventura de proporciones épicas. Por lo realista que se me hace, aparte de porque muchas de las historias están sacadas de anécdotas y personas reales, porque, para bien y para mal, mi visión de la gente y la sociedad es bastante parecida a la que se ve en esta serie.
En 1978 Jim Clark dirigió Una aventura muy caliente (Debbie Does Dallas). Escrita por Maria Minestra, la película es una ingeniosa reflexión sobre los sacrificios que ha de realizar un artista para lograr su objetivo: crear arte. Clark creó un juego de alegorías y metáforas bastante complejo que no ha sido estudiado en profundidad.
Hasta ahora.
Como representación del artista tenemos a Debbie (Bambi Woods), una animadora de instituto que desea formar parte del grupo de animadoras Dallas Cowboy Cheerleaders. Sin embargo, no tiene suficiente dinero para costearse el dinero del viaje hasta la audición. Ella y todas sus amigas deciden trabajar duro para obtener el dinero y viajar juntas.
Como veis, este mencionado juego de alegorías y metáforas empieza ya desde el principio, cuando se escoge a unas animadoras de instituto como representación del artista en general. En lugar de optar por lo fácil y hacer que sus protagonistas sean pintores, escritores o cineastas, se eligió algo tan aparentemente superficial como las animadoras para representar a todos los gremios de artistas. De esta manera, se sigue desarrollando el lenguaje alegórico mientras las animadoras se desnudan en el vestuario, ya que en ese momento nos desnudan también su alma expresando sus inquietudes y aspiraciones. Se desarrolla así una deconstrucción de los personajes, física y espiritual, que hace que los conozcamos y sepamos que los hace funcionar en apenas unos minutos. A lo largo de la película el "dinero" al cual hacen referencia significa el reconocimiento social y artístico de su obra, que les permitirá desarrollarse y crecer. Los trabajos de media jornada se han de entender como los primeros intentos del artista en orden de desarrollar su estilo y cuál es su lugar en el universo artístico.
Otra interesante escena a mencionar en este sentido es la lograda metáfora de la relación entre los diferentes campos artísticos representada en la orgía en las duchas entre animadoras y jugadores de fútbol. Ambos realizan artes diferentes pero que se relacionan en el mismo campo, igual que pintores pueden influenciar en escritores y estos en cineastas. Así, esta cadena entre los diferentes campos artísticos queda definitivamente representada en el momento que una de las animadoras hace una felación a uno de los jugadores al tiempo que es penetrada por otro jugador. Una sutil metáfora que muchos críticos y expertos no supieron captar en su momento.
En este sentido es también interesante otra potente escena alegórica que representa los intentos del artista joven e inexperto de crear a partir de la nada. Confundiendo esa actitud con ser original, cuando es realmente a través del estudio de sus antecesores, ya sea en una línea continuísta o rompedora, que un artista puede desarrollar su propio camino. Esto queda ejemplificado en la mencionada escena, en la cual una de las jóvenes se masturba y es sorprendida por su jefa. Ella y su marido organizarán rápidamente un ménage à trois con la joven. Como decía, una potente alegoría de la lucha del joven artista por encontrar su sitio. De la misma manera, las diferentes relaciones que tienen las animadoras ejemplifican diferentes obstáculos que el artista ha de afrontar para realizar aquello que más desea: arte.
Cuando finalmente Debbie logra su sueño, es a través de la venta de su cuerpo a su jefe en la tienda de artículos deportivos en la cual trabaja (nótese como los artículos deportivos son otra manera de referir a las diferentes herramientas necesarias para crear una obra de arte). Una referencia a la "prostitución" a la que se someten muchos artistas deseosos de triunfar rápidamente y para ello optan por la efímera fama del presente. Sin embargo, como esta venta de su yo físico, que no espiritual, le permite a Debbie hacer el viaje a Dallas, por tanto seguir su camino hacia el arte serio, parece que el director nos sugiere que un artista ha de ceder ocasionalmente si esto le permite alcanzar su meta más elevada.
Cómo se puede comprobar, Debbie Does Dallas fue creada en un momento en el cual cine y arte todavía eran lo mismo y no se había sucumbido a la vil comercialidad que plaga el cine ahora. Ha llegado la hora de recuperar este cine intelectual que no manchaba el alma del espectador. Ha llegado la hora de poner a Debbie en la posición que se merece junto a otras obras maestras del cine de autor como Alicia en el país de las pornomaravillas (Alice in Wonderland: An X-Rated Musical Fantasy, Bud Townsend, 1976) u Holocausto porno (Porno holocaust, Joe D'Amato, 1981).
Querid@s lector@s, vuestro cinéfago se pegó ayer un tute cinematográfico considerable. Ya que la semana anterior no había ido al cine, decidí compensarlo y ayer me vi seguidas Capitán América (Captain America: The First Avenger, Joe Johnston, 2011) y Super 8 (J. J. Abrams, 2011), resultando en una jornada memorable.
Mucho se ha comentado sobre la influencia de Steven Spielberg en la película de Abrams, pero en Capitán América también nos encontramos con la alargada sombra del Rey Midas de Hollywood, lo cual es natural teniendo en cuenta que Joe Johnston trabajó a las órdenes de Spielberg en varios títulos, incluida En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, Steven Spielberg, 1981) a la cual se hace referencia en la película de Johnston. Esta influencia se nota más que nada en el tono de la película.
El film se mantiene bastante fiel al personaje del cómic, y tiene grandes detalles como incluir el comando de los Aulladores del Sargento Furia original. Además, se utiliza la propia historia del personaje en los cómics como parte del argumento. Es decir, durante el periodo de la IIª Guerra Mundial los cómics del Capitán América, y por extensión todos los cómics americanos de la época, fueron utilizados como herramienta propagandística. En el film, Steve Rogers (Chris Evans), una vez convertido en supersoldado, es utilizado de la misma manera, para su desagrado. También, algo que me hizo mucha gracia, se hace referencia al serial de la Republic que protagonizó el personaje en 1944 (aunque, obviamente, ninguna mención a los olvidables telefilmes de finales de los 70 y el de los 90).
El mayor acierto de la película es la manera en que capta la esencia del personaje. El idealismo que lo convierte en un icono y que en demasiadas ocasiones se confundió con un patriotismo ciego (las peores épocas del personaje, acompañadas de muy bajas ventas del cómic). Para mí siempre fueron más interesantes las historias del personaje en las que este idealismo le llevaba a enfrentarse con el gobierno de los Estados Unidos, de forma especialmente memorable durante la gran macrosaga Civil War.
Otro aspecto que me llamó la atención, en referencia al tono previamente mencionado, es que, debido a la época en que está ambientada, tiene un aire de película de acción y aventuras algo más inocente que las ambientadas en la época actual pero, al mismo tiempo, y también debido al periodo en que transcurre, mucho más dura y cruda que las ambientadas en el presente. Con esto me refiero a que los personajes carecen de la ironía y cinismo que caracteriza a los personajes de este tipo de películas y no hay referencias a la cultura pop, de ahí la inocencia. Pero al estar situada en plena contienda, tiene momentos mucho más violentos y los protagonistas llevan a cabo acciones impensables en otras películas del género. Así, tenemos a un agente de Hydra despedazado por la hélice de un avión (algo que me sorprendió, ya que era una PG-13), gente explotando a diestro y siniestro y el Capitán América despachando enemigos sin pensarlo dos veces. Esto es la guerra, amig@s, como cantaba Nena.
La presencia del Howling Commando me hizo desear ver una película parecida protagonizada por el Sargento Furia original, tal vez recuperando el estilo de la etapa de Jim Steranko, algo que se quedará sólo en el deseo, ya que la elección de Samuel L. Jackson deja claro que en el cine sólo veremos la versión Ultimate del Sargento Furia.
En definitiva, la película es una gran cinta de acción y aventuras con un gran sense of wonder cuya única pega es el final, algo anticlimático si bien no resulta sorprendente para aquellos familiares con la historia del Capitán. Eso sí, lo anticlimático del final queda compensado con el tráiler de la película de Los Vengadores que se nos regala al final de los títulos de crédito.
Bueno, tras salir de la sala, cogí un poco de fuerzas con algo de rápida comida basura y entré en otra sala del multicine para disfrutar de la segunda película del día.
Simplemente hay que echarle un vistazo al póster de Super 8 a lo Drew Struzan o al logo de la Amblin al principio del film para que las intenciones y el objetivo de J. J. Abrams queden más que claras, así que tampoco insistiré mucho sobre el tema ya que se ha comentado y comentado desde el anuncio del film. Eso sí, las referencias que se hacen en el film no se reducen al estilo Spielberg, hay diversas referencias a lo largo de toda la película, desde obvias como la de George A. Romero hasta otras más pensadas para los fans como la mención a Dick Smith o los pósteres que adornan las habitaciones de los jóvenes protagonistas. Y para terminar con el tema Spielberg, ésta película carece de algo que tienen las películas de Spielberg: cursilería. Porque cuando a Spielberg le da la vena cursi y melodramática podría poner en coma a un diabético, sin embargo, en la película de Abrams hay una sinceridad y equilibrio que hace que los sentimientos se hagan auténticos. Además, el film tiene su propia personalidad y no es un simple refrito.
Originalmente Abrams tenía la intención de contar una historia protagonizada por unos chavales empeñados en hacer una película en super 8, lo del monstruo fue un añadido sugerido por Spielberg. Y hasta cierto punto se nota, mientras que el elemento dramático y la historia de los chavales está muy bien trabajada y resulta bastante auténtica, la parte relacionada con el monstruo resulta más habitual y hasta cierto punto predecible.
Eso sí, aunque son los personajes y sus experiencias vitales los que hicieron que me entusiasmara la película, no quiere decir que la película carezca de suspense o no resulte entretenida. Tiene mucho suspense y las escenas de ataque del monstruo están muy bien conseguidas, así como la manera en que se dosifica el misterio sobre qué aspecto tiene la criatura. Lo que quiero decir es que me habría encantado la película aunque no hubiera trama extraterrestre pero tal vez no al revés. A ello también contribuye el hecho de que las interpretaciones sean mejores que los excelentes efectos especiales y es fácil relacionarse con los personajes.
También he de decir que me resulta complicado analizar la película sin dejarme llevar por la nostalgia. Lo cual es uno de los objetivos de Abrams, especialmente para la generación que creció con las películas a las que se hace referencia, aunque a mí E. T. siempre me ha parecido una cursilada. Pero lo cierto es que Super 8 es bastante mejor que muchas películas de entonces.
La pasión por el cine, muchas veces supliendo el talento, es otro de los elementos que me hizo disfrutar la película, y uno de los momentos más significativos al respecto transcurre durante los títulos de crédito. En realidad, disfruté de toda la película: me hizo reír y me emocionó y me hizo sentir suspense. En definitiva, me recordó porqué me apasiona el cine, más que como un arte como una experiencia emocional.
Y emociones es lo que tengo ahora mismo, teniendo la película tan reciente. Supongo que es por lo que prefiero hacer críticas de películas que ya hace un tiempo que he visto porque ahora mismo no puedo hablaros sobre la manera en que está editada o la fotografía o la música de Michael Giacchino (algo johnwilliamsilizada). Lo que tengo ahora es el puro placer que sentí durante la proyección. El placer de ver una película hecha por alguien enamorado de las películas. De hecho, lo único malo que se puede decir sobre la película es lo que comenta el crítico Ignatiy Vishnevetsky: "te recuerda lo malas que son muchas películas veraniegas recientes".
Por último, como os podéis imaginar vi ambas películas en VO, y me fijé que en los subtítulos se traduce "ghoul" como fantasma, lo cual es incorrecto. Un ghoul (o gul, como lo vi traducido en un libro en catalán) es una criatura que ronda los cementerios y se alimenta de cadáveres cuyo origen es árabe. No sé cómo lo habrán traducido en el doblaje, pero ya podéis asombrar a vuestras amistades con este pedazo de información inútil.
Super 8 es una película fantástica. Y como ya no se me ocurren más sinónimos para decir lo buena que es, simplemente decir que desearía que saliera ya en Blu-ray para volver a verla. O tal vez vuelva a verla en un par de semanas.
Antes de profundizar en el clásico El otro (The Other, Robert Mulligan, 1972) me gustaría aclarar algo a todos los listillos y listillas que con aire de suficiencia se giran, en cierto momento de la película, para indicar como ellos y ellas ya lo veían venir. Esta reacción está provocada por la marabunta de películas que, tras el éxito de El sexto sentido (The Sixth Sense, M. Night Shyamalan, 1999), pretendían descolocar al espectador con un "sorprendente" giro final que creo a su vez un montón de espectadores y espectadoras que gustan de indicar lo listos que son al adelantarse a la revelación, como si fuera algo tan difícil. Este clásico no pretende eso ni pertenece a esta serie de películas, la revelación tiene lugar cuando aún queda bastante para que acabe y llegue el auténtico horror final. Así que ahorraos la suficiencia. Gracias.
La película, para aquellos que no la hayan visto, gira en torno a los gemelos Perry (Chris y Martin Udvarnoky), que durante el verano de 1935 serán el centro de varios asesinatos cercanos a la granja donde viven. De manera semejante a lo que comentamos sobre el clásico de Frank Henenlotter ¿Dónde te escondes, hermano? (Basket Case, 1982), estos gemelos parecen representar la psique humana en el sentido de que uno, el malvado asesino, sería el id, únicamente preocupado por satisfacer sus necesidades placenteras, y el otro, el inocente, sería el super-ego, el sentido moral que busca imponerse. El ego racional que intenta mantener un equilibrio entre ambos sería la abuela Ada (Uta Hagen).
De todos modos, imagino que esta interpretación estaría lejos de la mente del autor Thomas Tryon, que escribió la novela y la adaptó al cine.
Dejando de lado interpretaciones varias, El otro es un fantástico clásico del terror psicológico. Sorprende la habilidad de Mulligan en ese sentido. Ésta es la única película del género que realizó el director de Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1962), sin contar sus experiencias televisivas. La habilidad consiste tal vez en contar la historia como una fábula onírica más que como la típica película de suspense. También ayuda la excelente banda sonora de Jerry Goldsmith, aunque gran parte de la misma desapareció en el proceso de editar la película.
El otro se mantiene como una de las más inquietantes películas que se han hecho nunca con un niño asesino. El pequeño psicópata que se dedica a jugar a su particular "juego" no está justificado de ninguna manera: es pura maldad. Al contrario que sucede con otras películas del estilo como La mala semilla (The Bad Seed, Mervyn LeRoy, 1956), que justifica la maldad de la pequeña niña como algo heredado de sus padres, aquí no se buscan explicaciones pseudocientíficas para darle un sentido a la maldad del gemelo, el otro, que pudiera aliviar la inquietud del espectador, así como su terrible final resulta muy chocante y único en la época que fue realizada la película. Tal vez es la influencia y el éxito de esta película que hizo que, tras pasar un tiempo tras el estreno de El otro, tanto la ausencia de explicaciones como el oscuro final serían algo más común (aunque tampoco tanto) en el cine de terror, abandonando la moralidad impuesta por la censura de la época.
Tanto clásico del género como del cine, El otro es una película inquietante y, de manera subversiva, perturbadora. Sin necesidad de sangre ni grandes sustos cada cinco minutos, Mulligan nos introduce en el mundo de los gemelos Perry y no nos suelta hasta la terrible conclusión. Y si la veis junto a The Pit (Lew Lehman, 1981) os podéis montar una gran sesión de niños homicidas.
John Landis fue el director de Made in USA (The Kentucky Fried Movie, 1977), una de las películas más divertidas que he tenido el placer de ver. Esta película, filmada con un presupuesto casi inexistente, es también responsable de la creación de otra gran comedia: Aterriza como puedas (Airplane!, Jim Abrahams, Jerry Zucker, David Zucker, 1980). Landis enseñó al grupo de creadores de gags a construir un guion cinematográfico, repasó el guion de Aterriza como puedas y presentó al entonces llamado trío ZAZ (Zucker, Abrahams, Zucker) el productor Robert K. Weiss.
Made in USA nació con la intención de trasladar los gags que los Zucker y Abrahams escribían y escenificaban en lo que llamaban el Kentucky Fried Theatre al formato cinematográfico. El hilo conductor es la parodia de películas y programas televisivos, simulando una falsa retransmisión, junto a sketches sueltos. El resultado final es un festival muy políticamente incorrecto de humor absurdo, abundantes desnudos, surrealismo y desfase difícil de superar en una épica del celuloide que no es ni normal.
Sin embargo, la película se ha convertido en un film de culto en parte porque el sketch más largo (casi media película) y recordado es una sublime y genial parodia de Operación Dragón (Enter the Dragon, Robert Clouse, 1973) llamada Por un puñado de yenes (A Fistful of Yen). Esta parodia es casi tan buena como el clásico de Bruce Lee, con momentos impagables que me hacen reír sin importar cuántas veces los vea.
La verdad es que poco más se me ocurre que decir, aparte de repetir lo increíblemente hilarante y descacharrante que es esta película. A juzgar por la cantidad de veces que han plagiado gags de esta película en el programa de La Sexta El Intermedio, diría que es una película poco conocida, o no lo suficiente. Lo cual me parece una injusticia a la que hay que poner remedio ipso facto. Eso sí, he de deciros que, por desgracia, esta película sufrió varios cortes en su distribución en España, tanto pases televisivos como en vídeo. El gag "Chicas católicas en dificultades" (una parodia de las películas porno) fue cortado por la mitad y otros simplemente desaparecen, como el del cine en vivo. No he visto la versión editada en DVD en España este año, ya que hace tiempo compré una edición de importación, así que desconozco si es la versión cortada o íntegra. Aseguraos antes de comprarla.
En todo caso, una obra maestra del humor ideal para estos días de calor insoportable.
No hace mucho recibí un correo, sin ánimo de lucro estoy seguro, de Amazon en el cual me informaban de la oferta siguiente: el pack Matrix: The Ultimate Collection en Blu-ray a un precio especial sólo ese día: 24 euros en total (tras cambiar de dólares a euros). Tras comprobar que fuera de región libre, me compré el pack. En total, 6 discos con todo el contenido que antes ocupaba 10 DVD. Si leísteis el comentario que le dediqué a la saga de los hermanos Wachowski (aquí mismo), sabréis mi previa opinión sobre la saga, razón por la cual no me compré este pack cuando salió en DVD al precio de unos 90 euros, por aquel entonces. Sin embargo, tras tragarme las 35 horas aproximadamente de contenidos adicionales, los comentarios a favor y en contra en cada película y las 3 horas de música y más cosas de este exhaustivo pack, cambié de opinión al respecto de las tres películas. Este cambio de parecer (errar es humano, rectificar es de sabios y yo soy divino) me llevó también a repasar el debut en la dirección de estos hermanos.
Tal vez no estabais informados de este hecho, pero los hermanos Wachowski se habían labrado una sólida reputación como guionistas con Asesinos (Assassins, Richard Donner, 1995). Si bien los aspectos más arriesgados e interesantes del guion fueron eliminados para ofrecer una película de acción más convencional, el productor Joel Silver quedó bastante satisfecho con el trabajo de los hermanos. Poco después, éstos tuvieron la feliz idea de escribir Matrix (The Matrix, 1999), pero para demostrar que podían encargarse de una producción tan ambiciosa rodaron antes Lazos ardientes (Bound, 1996).
Bound nace con la intención de los hermanos por probar que sabían dirigir además de escribir, de ahí que la película esté tremendamente estilizada y abunden los movimientos de cámara sinuosos y complicados. A pesar de esta tendencia a presumir de estilo, Bound es, junto a Matrix, lo mejor que han hecho los Wachowski hasta el momento.
Todo lo anterior lo supe a posteriori, en 1996 yo era un adolescente de sangre caliente cuya única motivación para ver esta película era contemplar como dos mitos eróticos personales se conocían, en el sentido bíblico del término, en la pantalla grande: Gina Gershon y Jennifer Tilly.
Con el tiempo (y duchas frías) aprecié las muchas virtudes que tiene esta película, más allá de lo irresistibles que me resulten sus protagonistas. Siendo Dario Argento uno de mis directores favoritos y el giallo uno de mis géneros favoritos, queda claro que no me molesta la estilización excesiva ni los movimientos de cámara barrocos, por tanto el despliegue de movimientos de cámara que realizan los Wachowski no me molesta. Nunca he sido muy partidario, salvo unas cuantas excepciones, del estilo vérité: si quiero ver la realidad me asomo a la ventana, en el cine quiero ver cosas que no pueda ver en la vida "real".
Por otro lado, sí me gusta el noir, también llamado hard-boiled o novela criminal (no confundir con los relatos de intriga estilo Agatha Christie), y Bound es cine negro en estado puro. Cine negro al cual los Wachowski le dan la vuelta al transformar el personaje del perdedor antihéroe típico en una mujer, en lugar del habitual hombre de pasado torturado. Un poco como haría años más tarde uno de los hermanos directores/guionistas. Pero un simple cambio de roles para transformar una relación heterosexual en una relación lésbica no es lo que hace la película interesante, o por lo menos no lo único. La complicada trama por la que seguimos las desventuras de Corky (Gershon) y Violet (Tilly) en su intento de robarle millones a la mafia, con giros y grandes dosis de tensión, es lo que mantiene al espectador pegado a la pantalla.
Bound forma parte del grupo de películas que renovaron el cine criminal, como Sospechosos habituales (The Usual Suspects, Bryan Singer, 1995), Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) o Fargo (Joel Coen, 1996). Una renovación llevada a cabo usando personajes y tramas clásicas pero presentándolos de una forma que los hizo nuevos. De manera que, al igual que los demás títulos mencionados, este film tiene todo aquello por lo que el fan del hard-boiled se convirtió en tal, al tiempo que introduce los personajes y el estilo a espectadores nuevos al género de forma atractiva.
¿Qué me atrae del hard-boiled? Pues no sabría que deciros.
Supongo que este aspecto es el que menos recordaba y más me sorprendió, lo bien lograda que está la atmósfera y lo absorbente que se va haciendo la trama. La recomiendo encarecidamente a todo aquel que no la haya visto o no la haya visto por los Wachowski. Eso sí, cuando la volví a ver en DVD descubrí (o me di cuenta) que la edición es bastante mala, probablemente porque pertenece a la generación de primeras películas editadas en DVD. Buscando una edición en Blu-ray descubrí que la única que hay de cierta calidad es francesa. Incluye diversos extras, el más interesante un audiocomentario, y es bastante económica.
En plena moda de torture porn, zombis ultrarrápidos y despersonalizados remakes, siempre resulta chocante encontrarse con una película de terror que se basa más en lo sugerido y lo que no se cuenta que en intentar impresionar al espectador cada cinco minutos.
La recién estrenada (en DVD) YellowBrickRoad (Jesse Holland, Andy Mitton, 2010) es un film de terror atmosférico y psicológico que, durante 90 minutos, sumerge al espectador en una inquietante y absorbente historia que lo estimula y aterra con el sencillo método de enfrentarlo a lo desconocido. Una mezcla entre la primera mitad de El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980), La casa encantada (The Haunting, Robert Wise, 1963) y uno de esos episodios de Perdidos (Lost, 2004-2010) que te dejaban pensando what the fuck?
En 1940, todos los habitantes del pequeño pueblo Friar dejaron lo que estaba haciendo, así como todas sus pertenencias, y empezaron a seguir una ruta de montaña. De entre los 572 habitantes,sólo un superviviente fue rescatado, no en el más sano de los estados mentales. 70 años más tarde, una pequeña expedición, organizada por Daryl Luger (Clark Freeman) y Erin Luger (Cassidy Freeman) que esperan escribir un libro sobre el misterioso destino de los habitantes de Friar, intentará averiguar que se encuentra al final de la ruta que siguió el pueblo de Friar.
Nos encontramos ante una película de terror independiente de bajo presupuesto, distribuida bajo el sello Bloody-Disgusting Selects. Este sello fue creado por la conocida, entre los aficionados al cine de terror, página web Bloody-Disgusting con el objetivo de distribuir y dar a conocer películas independientes de terror que de otra manera se verían arrinconadas por las majors.
En el caso de YellowBrickRoad, la carencia de medios no es un problema, ya que la historia no exige un gran despliegue de efectos especiales, y juega a su favor a la hora de potenciar el misterio de formas más o menos sutiles. La película se dedica a introducirse, de manera lenta pero sin pausa, bajo la piel del espectador. Avanzando hacia un terreno abstracto y demencial a medida que la cordura de los personajes se va fracturando.
"Misterio" es la palabra clave en este film. Por lo menos para mí, que siempre disfruto del "no-saber" al encontrarlo tremendamente estimulante. Estimulante porque tengo una imaginación desenfrenada que busca cualquier excusa para ponerse a crear fantasías. Es por eso que nunca me acabarán de gustar las precuelas, porque prefiero imaginar qué pasó a que me lo digan.
Sin embargo, el hecho de que la película dependa hasta cierto punto de la imaginación del espectador y su capacidad de meterse en una historia completamente surrealista, en la que hay muchas preguntas pero ninguna respuesta, es a un tiempo su mayor virtud y su peor defecto.
Defecto, claro, para aquellos que necesiten ciertas dosis de realidad (no confundir con "realismo") en sus películas y les gusta que todo tenga una lógica y quede perfectamente explicado hasta el último detalle sin dejar ni un resquicio para que el espectador piense sobre lo que está viendo, ya que no necesita pensar al tenerlo todo explicado.
Apoyándose en un sólido reparto, que no consiste en adolescentes-que-se-han-perdido-de-camino-a-una-fiesta o adolescentes-que-se-meten-dónde-no-se-les-llama, la película evoluciona hacia un clímax que puede resultar potencialmente polémico; de hecho, los únicos comentarios críticos contra el film que he leído se basan principalmente en el final. Sin desvelar nada, creo que el final encaja con el tono y estilo de la película, y no me causó ningún problema. Pero, claro, yo estoy acostumbrado a que mi mente se vaya a extraños lugares.
El tremendo éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) puso de moda la space opera, hasta entonces relegada a la serie B o Z en productos indignos de la increíble ciencia ficción que entonces se hacía en el terreno literario. Roger Corman puso en marcha rápidamente su particular space opera, que, como sagazmente se dio cuenta el distribuidor español, ambientaba en el espacio el clásico de Akira Kurosawa Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954) con unos toques de la versión americana en clave western Los siete magníficos (The Magnificent Seven, John Sturges, 1960). Contra todo pronóstico, el producto final se acabó convirtiendo en un clásico de culto por derecho propio: Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980).
No hay que buscar mucho para darse cuenta de por qué se convirtió en un gran éxito en el momento de su estreno y no ha decaído desde entonces. Por un lado, un brillante guion de John Sayles, divertido e ingenioso, y, por otro lado, un gran reparto que se nota que se lo estaba pasando en grande. La película, además, también rinde homenaje a las fuentes que la inspiraron: el pueblo que los siete magníficos del espacio han de salvar se llama Akir y sus habitantes son los Akira, en un guiño al director de Los siete samuráis;así como el personaje de George Peppard es un guiño al western y Robert Vaughn interpreta prácticamente el mismo personaje que interpretó en Los siete magníficos.
En su momento, esta fue la producción más cara que había hecho Roger Corman y se nota. A pesar de que seguía siendo una película de bajo presupuesto, lo cierto es que tiene un aspecto magnífico, especialmente en lo que se refiere al diseño. Se ha comentado mucho que fue uno de los primeros trabajos de James Cameron, y se nota su genio en el hecho que, en cuanto a diseño se refiere, está a la altura de La guerra de las galaxias, e incluso me atrevería a decir que la supera en originalidad. Un vistazo a los títulos de crédito nos revela que no es el único nombre de futuro glorioso que entonces participó en la película: Gale Anne Hurd era una de las asistentes de producción, en el departamento de efectos especiales tenemos a los hermanos Skotak a cargo de las miniaturas, Alec Gillis también trabajó en el departamento de diseño y efectos especiales, la banda sonora corrió a cargo de un joven James Horner, y el ya mencionado guion de John Sayles, uno de los primeros que escribió.
Delante de las cámaras tenemos una mezcla de nuevos talentos y estrellas consagradas. George Peppard en el papel del mencionado cowboy, que se llama simplemente así: Cowboy, es el más memorable de todo el reparto. Eso, claro, si no tenemos en cuenta a la fabulosa y escultural Sybil Danning como Saint-Exim, una especie de valquiria, en un papel que le va como anillo al dedo. Richard Thomas empezaba en aquel entonces y, recién salido del éxito televisivo Los Walton (The Waltons, 1971-1978), interpreta el algo soso joven héroe. Si bien el personaje no es muy agradecido tiene algunos momentos divertidos. Más agradecido es el papel de villano, que aquí encarna el siempre estupendo John Saxon, en otra magnífica interpretación. Por último destacar a la bella Darlanne Fluegel, una ex modelo que había debutado como actriz en el thriller Ojos (Eyes of Laura Mars, Irvin Kershner, 1978) y que ofrece una buena actuación.
Tras superar numerosas dificultades en lo que respecta a los efectos especiales, debidas a la falta de recursos pero superadas gracias a una abundante imaginación, Battle Beyond the Stars se estrenó ofreciendo al espectador más de 100 minutos de entretenimiento. A pesar de lo familiar de la historia, vista no sólo en los dos clásicos mencionados pero también en gran cantidad de westerns, se introducen suficientes elementos originales por su ambientación espacial como para que la familiaridad no resulte un problema, todo lo contrario. Es un perfecto ejemplo de lo que Aristóteles denominó "el placer del reconocimiento" en su Poética. Conocemos la historia pero no la conocíamos de esta forma, así que es como disfrutarla por primera vez aumentando el placer de algo que ya habíamos experimentado.
Y que pudimos experimentar en diversas ocasiones, ya que Corman aprovechó las escenas de batallas espaciales, las naves y los efectos especiales para ahorrar costes en varias películas desde entonces, incluidas las aquí comentadas La galaxia del terror (Galaxy of Terror, Bruce D. Clark, 1981) y Forbidden World (Allan Holzman, 1982).
Es posible que las mismas características que la hacen disfrutable para mí no la hagan disfrutable para el público más sofisticado de la actualidad. No puedo evitar verme seducido por unas maquetas y unos decorados que, aunque puede que no sean tan realistas como los que se pueden lograr hoy día, mantienen intacto todo su encanto. Obviamente, en los 30 años que han transcurrido desde entonces se han hecho grandes avances, pero, como decía la canción, esta película tiene algo más importante: personalidad. Sólo Los 7 magníficos del espacio tiene a George Peppard gritando: ¡A patear culos, chicos, a patear culos!, algo que no tiene ni siquiera la trilogía de George Lucas.
Uno de los motivos que hacen destacar esta muy destacable producción británica, es que cuando uno acaba de verla no está muy seguro de a quién hace referencia el "monstruos" del título. Ciencia ficción dramática o drama de ciencia ficción, Gareth Edwards creó una más que estimable pequeña joya del género con Monsters (2010).
Han pasado seis años desde que una sonda de la NASA conteniendo especímenes de vida alienígena se estrellara en América Central, creando una zona infectada de vida extraterrestre entre EUA y México, vallada y vigilada para mantener a las criaturas encerradas. Andrew Kaulder (Scoot McNairy) es un reportero fotográfico que se encuentra en San José para poder hacerle una fotografía a una de las criaturas extraterrestres viva, de gran valor en ese momento, cuando recibe la orden de escoltar a la hija de su jefe, Samantha Wynden (Whitney Able), hasta un lugar desde el que pueda volver a EUA. Por supuesto, las cosas se les irán complicando durante su viaje de vuelta.
A pesar de estar anunciada (cómo podéis ver en el tráiler, abajo) como una habitual monster movie o película de invasión alienígena, lo cierto es que Edwards opta por una línea más intimista y dramática, siguiendo el viaje que se ven obligados a emprender Andrew y Samantha y cómo el viaje les cambia. Como en toda buena road movie, el viaje por la geografía interior se ve reflejado en el viaje por la geografía exterior. Así, prescindiendo de grandes secuencias de acción o de los tópicos habituales en otras películas del género, Monsters destaca como la película anti-invasión de extraterrestres. La película se ve beneficiada con diferentes capas de significado y alegorías que uno va descubriendo a medida que ve el film, algo raro hoy día en una película de estas características.
Edwards concibió la idea para la película antes de que otros títulos con la misma idea o estilo se estrenaran, como la mediocre e insulsa Monstruoso (Cloverfield, Matt Reeves, 2008) o la muy estimable y genial District 9 (Neill Blomkamp, 2009). Pero, aunque llegó después de varios títulos de invasiones alienígenas y monstruos, Edwards consigue que su película destaque gracias a que optó por una atmósfera de suspense y misterio, con toques de realismo mágico, que la hace diferente de las demás, más encaminadas hacia el espectáculo bombástico (no es que eso tenga nada de malo). Aunque, si bien las criaturas son el gran misterio de la película, para mí resultó más intrigante y misterioso el personaje de Samantha. Al principio uno puede pensar que es la típica niña rica, pero cuando vemos que se maneja mejor por la zona que su supuesto escolta Andrew, ya que Samantha habla español y se puede comunicar perfectamente al contrario que Andrew, no podemos dejar de preguntarnos qué hace allí o por qué.
En el momento que los personajes humanos de una película de monstruos te interesan y te preocupan, en lugar de estar pendiente en ver quién es devorado en el siguiente ataque, te das cuenta de que estás ante una película con objetivos diferentes a los habituales. Esta "diferencia" queda también expresada en el realismo y naturalismo de la relación entre los dos protagonistas, que evita las convenciones hollywoodienses para retratar una relación entre dos personas que se hace auténtica, no muy diferente de las que hemos visto/vivido cualquiera de nosotros, sans criaturas extraterrestres en la mayoría de los casos, claro. Y cuando las criaturas aparecen, lo hacen con una mezcla de suspense y poesía que encaja perfectamente en el tono y estilo de la película, dejando una impresión duradera en el espectador.
Pero si bien la película, por sus valores dramáticos y cinematográficos, ya había despertado mi admiración por lo que había conseguido Edwards, cuando me puse a ver el cómo se hizo (por cierto, la edición en Blu-ray, e imagino que la de DVD, española no contiene todos los extras de la edición especial americana/inglesa) mi admiración por Gareth Edwards se salió de la escala.
Y es algo que no sé si contar o no, ya que temo que si sabéis cómo se hizo os hagáis una idea de la película equivocada en cuanto a su aspecto. Pero, viendo el acabado final creo que se ha de mencionar para poder valorarlo mejor.
La intención de Edwards (guionista, director, cinematógrafo, cámara, diseñador de producción y encargado de los efectos especiales) era rodar una película de ciencia ficción como si fuera un documental. Pero, al contrario que otras películas recientes, sin fingir que se trataba de un documental. Y cuando digo "como si fuera un documental" no me refiero a que Monsters sea un falso documental como [Rec] (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007) o la anteriormente mencionada Monstruoso ni nada parecido. Me refiero a que está filmada como se filma un documental.
Un equipo de cuatro personas (cámara, sonido, producción) más los dos actores principales (que al parecer son pareja en la llamada "vida real") fueron los encargados de rodar toda la película, filmada completamente en localizaciones por Guatemala, México y Texas. Sin filmar en un estudio, ni usando decorados, ni trucos parecidos. Sin usar pantallas verdes ni nada. Sin maquillaje, ni dobles. Los diálogos eran improvisados, se rodaba sin pedir permiso y se usaba a la gente del lugar que estaba por allí como secundarios y extras. Puro "gorilla filmmaking". Ellos no fingían filmar como si fuera un documental, realmente lo hacían. Y la gran cantidad de efectos digitales, muy efectivos y logrados, fueron hechos por Edwards en el ordenador de su casa, con programas comprados en las tiendas de informática, usando en ocasiones la bañera de su casa para algunas secuencias.
Es por ello que la película, a pesar de que se presenta como ficción, tiene un aspecto más auténtico y real que los llamados mockumentaries. De hecho, me maravillaba mientras miraba la película y me fijaba en los carteles, los lugareños y toda la ambientación de lo auténtico y real que parecía todo. Pensaba que habían tenido todo un equipo de producción sólo para los letreros y ambientación. Pero no, un equipo de cuatro personas y dos actores. Increíble.
La manera cómo fue hecha sólo despierta admiración al ver el producto terminado, porque la película es una de las mejores cintas de ciencia ficción estrenadas recientemente. Sólo espero que el engañoso tráiler no dé ideas equivocadas. Es un film tanto para los fanáticos de la ciencia ficción, como para aquellos que no les guste la ciencia ficción y prefieran unas historias más "realistas".
Subhumanos (Death Line aka Raw Meat, 1973) es una interesante y curiosa película de terror inglesa dirigida por Gary Sherman, más conocido por su film Muertos y enterrados (Dead and Buried, 1981).
Un grupo de trabajadores y trabajadoras de un túnel del metro londinense se quedan atrapados debido a un derrumbamiento y para sobrevivir se ven obligados a devorar a sus muertos. En el presente, uno de los descendientes (Hugh Armstrong) de la gente que se quedó atrapada empezará a buscar carne fresca y secuestrará a la joven Patricia (Sharon Gurney). Su novio, Alex (David Ladd) hará lo imposible por encontrarla. Paralelamente, el inspector Calhoun (Donald Pleasence) investiga la desaparición de James Manfred (James Cossins), visto por última vez en el metro por Alex y Patricia, además de toda una serie de asesinatos con una estación de metro en concreto como punto en común.
Esta película resulta interesante por dos motivos principales: el tono y la representación de su "monstruo". Con el tono me refiero a la curiosa mezcla de comedia y terror con que se nos cuenta el argumento, en un estilo que no se volvería a ver hasta 1981 con Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, John Landis). Es decir, la historia y su villano se toman completamente en serio, así como todo lo que tiene que ver con las muertes. Sin embargo, el policía que interpreta Pleasance le aporta un toque de humor y comedia gracias a sus comentarios y poco ortodoxos métodos. Pero, que no haya confusiones, el tono es principalmente (muy) serio.
La representación de su "monstruo" me llamó la atención porque el llamado simplemente "hombre" caníbal, que se alimenta a base de incautos pasajeros, no se representa como una simple bestia ansiosa de sangre o malvada, como los antropófagos de Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Wes Craven, 1977). La primera vez que lo vemos está observando impotente como la vida de su compañera se apaga debido a alguna enfermedad, arrodillado a su lado intentando ayudarla de alguna forma o darle algo de confort. Pero también lo vemos convertido en una furiosa máquina de matar cuando despacha a unos cuantos trabajadores del metro, en una escena inusitadamente violenta y sangrienta para la época. Esta ambivalencia se desarrolla más cuando tiene secuestrada a Patricia, a la que maltrata y protege a la vez que intenta comunicarse con ella. Aunque la comunicación es complicada, ya que las únicas palabras que dice son: "cuidado con las puertas" (una frase que oímos se dice en el metro al abrir y cerrar las puertas de los vagones en la estación), usando diferentes entonaciones y tonos de voz, sugiriendo que aunque repite continuamente las mismas palabras lo hace con intenciones y significados diferentes.
Supongo que todo esto se resume en que intenta ser un retrato realista de lo que sería una persona que hubiese vivido en las condiciones que lo hace el antagonista de este film. Por tanto, aprecié el esfuerzo de hacer algo que tuviera un poco más de entidad, en lugar de ir por el camino fácil y crear un simple monstruo caníbal, como hicieron en la película Creep (Christopher Smith, 2004).
Tan británica como el té a las cinco y mucho más elegante e inteligente que lo que sugieren los pósters con los que fue promocionada, Death Line consigue crear grandes momentos de suspense. Sherman utiliza al máximo la ambientación en el metro para transmitir emociones al espectador, en una localización que hasta entonces no se había visto sobreexplotada como puede estarlo en la actualidad. Para alguien como yo, que usa el metro para ir a todas partes, resultó bastante efectiva.
Es una película no muy conocida, que descubrí en la página Trailers from Hell recomendada por el director Edgar Wright. Es su entusiasta comentario sobre el tráiler el que hizo que me picara la curiosidad, ya que mi instinto me sugirió que sería un título interesante. Y efectivamente, así fue. Desde los primeros acordes musicales me quedé enganchado a la película aunque, con la excepción de Pleasence y Armstrong, las interpretaciones no son nada del otro mundo. Pero Sherman maneja estupendamente la cámara, sin resultar repetitivo, introduciendo interesantes movimientos y planos en un entorno que no es precisamente muy interesante visualmente como el túnel del metro, así como el ya mencionado tono de la película contribuye a que sea bastante entretenida. Bottom line, nivel de entretenimiento audiovisual alto.
El guionista y director Paul Schrader escribió, cuando empezaba su carrera en los 70, tres películas que guardan más de un punto de contacto en común, más allá de tratar temas que se irán repitiendo en su filmografía. Películas escritas en una década particularmente violenta, desencantada y pesimista, sentimientos que impregnan estas historias de hombres que se enfrentan a sus particulares abismos personales. Me propongo aquí trazar los puntos en común de tres películas cuya única semejanza parece ser en un principio el haber sido escritas (y una de ellas dirigida) por Paul Schrader.
EL HOMBRE SOLITARIO DE DIOS
A pesar de haberle dedicado ya dos comentarios (aquí y aquí), parece ser que siempre se pueden comentar más cosas de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976). Para esta ocasión, especificar aquellos puntos que la unen con las dos películas que comentaremos a continuación.
Travis Bickle, memorable Robert De Niro, es un personaje lleno de contradicciones que se acaba erigiendo en autoproclamado justiciero. Con una fuerte y rígida moral que hace que sienta sólo asco por el mundo por el que se obligado a transitar en su taxi, a la vez que pasa el tiempo que no está en su taxi yendo a cines porno. Incapaz de adaptarse, la violencia acabará siendo su única manera de expresarse. Una violencia que forma parte de su ser, sólo busca una excusa para darle rienda suelta.
Como contrapunto a la soterrada psicopatía de Bickle tenemos, no a la bella Betsy (Cybill Shepherd), sino a la prostituta de quince años Iris (Jodie Foster). Iris parece intentar honestamente comunicarse con Travis, más parece que es ella la que le ayuda a él que al revés, ofreciendo un contrapunto a su locura aunque ella esté igualmente perdida.
Buscando su propia salvación a través de la salvación de Iris, Travis se sumerge en una épica y violenta batalla que le convierte en un héroe, pero sólo porque no ha podido llevar a cabo su idea original: asesinar al senador para el que trabaja Betsy. Mientras consigue cierta calma tras su confrontación, sabemos que tarde o temprano volverá a matar.
La breve relación con Iris llega cuando Travis está demasiado "ido" como para ser traído de vuelta, pero uno no puede más que preguntarse que hubiera sucedido si Travis hubiera establecido conexión antes con la joven prostituta, con la cual tiene bastantes puntos en común. A pesar de sus ideas opuestas, ambos son personajes perdidos, en busca de salvación.
Es esta relación, así como la necesidad de violencia de Travis, los puntos que más adelante Schrader vuelve a desarrollar, en dos películas que no tienen la misma resonancia que este clásico pero no por ello dejan de ser grandes títulos.
EL HOMBRE DEL GARFIO
El ex-preso de Corea (Rolling Thunder, John Flynn, 1977) se empezó a rodar tras el éxito de Taxi Driver. El guion fue reescrito por Heywood Gould, el cual incorporó una serie de detalles que de hecho hacen que esta película tenga más en común con las otras dos de este artículo. En el guion original el comandante Charles Rane (William Devane) era un fascista y racista que embarca a seis soldados rescatados con él en una misión de venganza. Gould trabaja sobre el guion de Schrader consiguiendo escribir una película fantástica y menos obvia de lo que parecía el guion original de Schrader.
Tras siete años de duro encarcelamiento y torturas, el comandante Charles Rane es liberado de la prisión vietnamita en la que estaba y vuelve a su hogar en Texas. Pero las cosas han cambiado, su hijo Mark (Jordan Gerler) no le reconoce y su mujer Janet (Lisa Richards) había empezado a rehacer su vida con otro hombre. Mientras intenta adaptarse, unos criminales entran a robar en su casa, asesinando a su mujer e hijo y le cortan una mano. Sustituida la mano perdida por un garfio, Rane se lanzará en una misión de venganza con la ayuda de su compañero de guerra, el sargento Johnny Vohden (Tommy Lee Jones).
Producida dentro de un gran estudio, la 20th Century Fox, ante el violento y polémico resultado fue vendida a la American International Pictures, especializada en cine exploitation y de serie B, de ahí que circulase por los circuitos de la exploitation y se convirtiese con el tiempo en una película de culto. Schrader y Gould crearon con Rane otro personaje incapaz de adaptarse a la sociedad tras sus experiencias en la guerra. Su familia no son más que extraños y ni siquiera le es posible dormir en una cama normal.
Al igual que le sucedía a Travis, Rane empieza a sentir como una terrible violencia empieza a crecer dentro de él. En cierto modo, el asesinato de su familia y su mutilación llegan como una bendición, porque el suceso le permite dar rienda suelta a toda la frustración y furia que iba acumulando: se niega a colaborar con la policía, prefiriendo encargarse él mismo del asunto. Uno no puede evitar ver cierto placer en la fetichista preparación de Rane, incluido poner a punto el garfio para que sea lo más mortífero posible, un placer parecido al de Travis convirtiéndose en una especie de justiciero.
Es entonces, embarcado en una misión de búsqueda y destrucción que Rane empieza a sentirse de nuevo humano. Especialmente cuando se alía con su antiguo compañero, el sargento Vohden, y ambos empiezan a funcionar como una unidad militar.
Entre toda la violencia y locura, destaca de nuevo el contrapunto femenino: Linda Forchet (Linda Haynes) acompaña a Rane, ofreciéndole amor y comprensión a pesar de que Rane la usa como cebo para los matones sin que ella lo sepa al principio. Linda intenta que Rane ceje en su empeño de llevar a cabo su sádico objetivo, pero sin éxito. En realidad, la única persona con la que Rane siente cierta conexión es con Vohden, igual de muerto emocionalmente que él y más que dispuesto a ponerse de nuevo en acción. Dos hombres que sólo son capaces de sentirse de nuevo vivos a través de la violencia. Linda quiere salvar a Rane, pero la única salvación que Rane busca es a través de la violencia.
Los temas que trata la película serían de nuevo explorados más adelante en películas bastante diferentes y de gran éxito como fueron Acorralado (First Blood, Ted Kotcheff, 1982) -la incapacidad de un veterano de Vietnam de integrarse de nuevo en la sociedad civil provocando un sangriento enfrentamiento- y El justiciero de la ciudad (Death Wish, Michael Winner, 1974) -un hombre usa una tragedia como excusa para dar rienda suelta a sus tendencias psicópatas-, así como su esquema básico sería repetido e imitado incontables veces. Sin embargo, El ex-preso de Corea se mantiene como un título bastante desconocido y que debería tener mayor difusión de la que tiene.
EL HOMBRE RELIGIOSO
Paul Schrader creció en un estricto entorno religioso calvinista, no pudo ver una película en el cine hasta cumplir los 18, que queda en cierta forma reflejado en el ambiente y el protagonista de Hardcore, un mundo oculto (Hardcore, Paul Schrader, 1979).
Jake VanDorn (George C. Scott) es un estricto miembro de una comunidad religiosa calvinista cuya hija (Ilah Davis) desaparece durante una excursión organizada por la iglesia. Tras asumir que el detective (Peter Boyle) que ha contratado no es de fiar, emprenderá él mismo la búsqueda de su hija, adentrándose en el mundillo del porno.
A primera vista, el recto Jake VanDorn de Hardcore tendría poco que ver con los psicopáticos Bickle y Rane que hemos comentado anteriormente, pero si profundizamos un poco veremos que sí tienen cosas en común, aunque más suavizadas en el caso de esta película.
Hardcore es una película menos furiosa y violenta que las anteriores escritas por Schrader, que en esta ocasión se encargó también de la dirección. Schrader se centra más en el drama y el viaje del padre en busca de su hija, ya no tratamos con psicóticos veteranos de guerra, pero la progresión es la misma.
Sus fuertes convicciones religiosas y morales se verán atacadas por un mundo sin ningún tipo de moralidad. El contraste se explorará a través de la relación de VanDorn con la prostituta Niki (Season Hubley), contrapunto a la férrea moral de VanDorn. Niki, al igual que la Iris de Taxi Driver y la Linda de Rolling Thunder, intentará acercarse a VanDorn mientras le ayuda a buscar a su hija, ofreciendo sus puntos de vista sobre la vida durante el viaje. La diferencia entre este personaje femenino y los anteriores es que ella no quiere salvar a VanDorn sino que él la salve y que la saque del mundo en el que se ha visto arrojada. Niki, que comenta como empieza a prostituirse a los 15, podría ser Iris si ésta no hubiese conocido a Travis Bickle.
VanDorn no es un psicópata como Bickle y Rane, es cierto, pero a medida que va avanzando en la búsqueda de su hija se irá transformando durante el viaje, aflorando una violencia nacida de la estricta represión religiosa y el desprecio que le provoca la gente con la que se obligado a tratar, así como de la angustia por encontrar a su hija. La violencia del personaje estallará de forma súbita, provocada por la furia y las situaciones extremas que va viviendo, pero en esta ocasión hay lugar para la esperanza y la redención, en un final que si bien tiene algún toque agridulce no es el final desolador original que tenía pensado Schrader, en el cual se descubre que la hija había muerto en un accidente de coche sin relación con la investigación.
VanDorn es el único de estos tres hombres enfrentados al abismo que creó Schrader que parece podrá tener una vida más o menos normal, a pesar de que las experiencias vividas le han afectado. No por ello el film deja de tener fuerza, siendo uno de los mejores trabajos de Schrader como director.