3 feb 2010

De repente, el último verano (Suddenly, Last Summer)


Joseph L. Mankiewicz llevó al cine en 1959 la obra de Tennessee Williams De repente, el último verano (Suddenly, Last Summer), dirigiendo una adaptación escrita por Gore Vidal. Con semejante talento tras la cámara sólo podía salir una obra maestra. Además, delante de la cámara tenemos a Elizabeth Taylor, Katherine Hepburn y Montgomery Clift.

La película trata temas típicamente conflictivos en todas las familias como son el incesto y el canibalismo. Siendo una obra de Tennessee Williams tambíén tenemos una buena dosis de soterrada y conflictiva homosexualidad. Secretos e insinuaciones que mantienen al espectador pegado a la butaca mientras el doctor Cukrowicz (Montgomery Clift) intenta averiguar si Catherine Holly (Elizabeth Taylor) está loca o ha sufrido un trauma. La perversa señora Violet Venable intentará por todos los medios que encierren a Catherine para siempre. Terribles secretos se descubrirán a medida que Catherine empiece su narración: "De repente, el último verano..."

Durante el rodaje de este film, el director Mankiewicz trató de forma bastante abusiva a Montgomery Clift que en aquel momento luchaba con sus problemas de alcoholismo. Cuando se acabó el rodaje, al rodar la última toma, Katherine Hepburn se acercó a Mankiewicz y le preguntó: "¿Hemos terminado?" Tras la respuesta afirmativa de Mankiewicz, Hepburn le escupió en la cara como respuesta a la forma en que había tratado el director a Clift. Sin embargo, por terrible que suene, creo que está situación tras las cámaras benefició la interpretación de Clift que borda el papel de psiquiatra dividido entre su joven paciente y la poderosa voluntad de la señora Venable. Hepburn está increíble como señora Venable, pero Hepburn siempre lo está. Por último, Elizabeth Taylor ofrece una buena interpretación, además de ofrecer una imagen terriblemente voluptuosa.

Una gran definición de está película la dio Jesús Palacios cuando la describió como "gore conceptual". Una película cuyo impacto está en lo que no se dice, pero podemos imaginar perfecta y terriblemente. Un clásico de obligada visión.

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